Filipinas y EE.UU. realizan el ejercicio conjunto de 2025 en el Mar de China Meridional

En un movimiento estratégico que reafirma su alianza militar, Filipinas y Estados Unidos realizarán su primera patrulla conjunta de alto nivel en el Mar de China Meridional durante 2025, utilizando un grupo de ataque de portaaviones que marca un punto de inflexión en las dinámicas de seguridad regional.


Manila, Filipinas – En un panorama regional marcado por tensiones geopolíticas y disputas marítimas, Filipinas y Estados Unidos emprendieron una histórica patrulla conjunta en el Mar de China Meridional entre los días 17 y 18 de enero de 2025. Esta colaboración, que involucró un grupo de ataque liderado por el portaaviones USS Carl Vinson, representa un paso significativo en la consolidación de la relación de defensa entre ambas naciones y en su compromiso con un Indo-Pacífico libre y abierto.

La operación, denominada Actividad de Cooperación Marítima (MCA, por sus siglas en inglés), simboliza una renovada sinergia entre las Fuerzas Armadas de Filipinas y la Armada de Estados Unidos, quienes destacaron la importancia estratégica de este ejercicio en el complejo contexto marítimo de la región. Además de fortalecer las capacidades militares conjuntas, los ejercicios subrayan la determinación de ambas partes en la promoción de un entorno marítimo governado por el respeto al derecho internacional y la cooperación multilateral.

Un compromiso estratégico frente a desafíos compartidos

«La colaboración profesional con aliados, socios y amigos en la región es fundamental para reforzar nuestras relaciones y aprender mutuamente», afirmó el contralmirante Michael Wosje, comandante del Grupo de Ataque de Portaaviones 1, quien encabezó la operación desde el USS Carl Vinson. En sintonía con este enfoque, el capitán Matthew Thomas, comandante del mismo buque, señaló que «ejercicios marítimos como este no solo mejoran la interoperabilidad militar, sino que también contribuyen a la estabilidad regional y envían un mensaje claro sobre nuestra postura conjunta frente a la disuasión».

Militarmente, el despliegue evidenció una coordinación de alto nivel. Además del portaaviones Carl Vinson, el grupo de ataque estadounidense incluyó a los destructores de misiles guiados USS Sterett y USS William P. Lawrence, el crucero USS Princeton y aviones como los F-35C Lightning II y los F/A-18E/F Super Hornets, entre otros. Por su parte, Filipinas estuvo representada por el patrullero de alta mar BRP Andrés Bonifacio y la fragata BRP Antonio Luna, unidades capaces de operar misiles guiados avanzados.

Este histórico ejercicio conjunto no solo refuerza la capacidad táctica de ambas armadas, sino que también permite testar las tácticas, técnicas y procedimientos conjuntos necesarios para afrontar desafíos marítimos complejos, como los relacionados con la seguridad de la navegación, la libre circulación en aguas disputadas y las actividades militares en el Indo-Pacífico.

Nueva etapa en una relación duradera

Las relaciones de defensa entre Filipinas y Estados Unidos descansan sobre los cimientos del Tratado de Defensa Mutua de 1951, renovado con acuerdos adicionales relacionados con el acceso de tropas estadounidenses a bases filipinas mediante la Iniciativa de Cooperación Ampliada en Defensa (EDCA, por sus siglas en inglés). Este vínculo histórico ha evolucionado en respuesta a los retos contemporáneos de la región, como las crecientes tensiones geopolíticas y marítimas en el Mar de China Meridional.

El propio ejercicio conjunto de este enero ocurre en un contexto especialmente delicado. En las últimas semanas, Filipinas ha enfrentado tensos enfrentamientos con embarcaciones de la Guardia Costera China dentro de su zona económica exclusiva (ZEE) frente a las costas de Luzón. La presencia activa de fuerzas estadounidenses en aguas disputadas refuerza no solo el respaldo de Washington a su aliado asiático, sino también el mensaje conjunto que busca defender principios amparados por el derecho internacional, como los estipulados en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS).

Por otro lado, este despliegue no es unilateral. El contralmirante Wosje enfatizó que «Estados Unidos y Filipinas comparten una visión de estabilidad regional y libertad en el Indo-Pacífico. Como naciones marítimas, entendemos la importancia de mantener mares accesibles y navegables para todos». En ese sentido, los ejercicios conjuntos MCA también sirven como recordatorio de las intenciones de ambas partes de fortalecer las alianzas más allá del plano militar, abarcando seguridad económica, intereses comerciales y la preservación del medio ambiente marítimo.

Un mensaje de estabilidad y disuasión

La Séptima Flota de los Estados Unidos, responsable de gestionar estas actividades en el Indo-Pacífico, engloba la mayor presencia naval estadounidense en la región. Su comandante reiteró la importancia de estos ejercicios frente a la creciente militarización y expansión territorial de diversas naciones que buscan proyectar poder en el Mar de China Meridional, particularmente en áreas marítimas que coinciden con los reclamos soberanos de Filipinas.

Sin mencionar directamente a otras naciones, el comunicado conjunto enfatizó que toda acción emprendida ha sido llevada a cabo «respetando el derecho internacional y los intereses legítimos de otros Estados». No obstante, los analistas destacan que las operaciones son un mensaje diplomático y militar claro hacia aquellas potencias que desafían el statu quo de la región.

El desafío del Mar de China Meridional

Como punto de conexión de importantes rutas comerciales globales y una reserva estratégica de recursos naturales, el Mar de China Meridional es escenario recurrente de tensiones internacionales. En este entorno geopolítico, Filipinas, como nación del sudeste asiático con un extenso litoral en la región, desempeña un rol clave dentro de la política exterior de Estados Unidos para el Indo-Pacífico.

Con ejercicios como este MCA, tanto Manila como Washington buscan transmitir un mensaje: la cooperación regional y las alianzas bilaterales son fundamentales para contrarrestar el avance de disputas territoriales y garantizar la estabilidad marítima. Este tipo de patrullaje no solo amplifica el alcance operativo de ambas armadas, sino que también lanza una señal clara sobre el compromiso de ambas naciones con valores compartidos como la legalidad, la paz regional y la protección de sus respectivos intereses estratégicos.

Una mirada hacia adelante

Con el éxito de esta primera patrulla conjunta en 2025, Estados Unidos y Filipinas sentaron las bases para futuros ejercicios de mayor complejidad, alcance técnico y cooperación estratégica. En un mundo donde las relaciones bilaterales se redefinen constantemente frente a desafíos emergentes, este capítulo marca no solo un hito histórico, sino también una estrategia compartida donde ambos países se consolidan como actores clave para la estabilidad y la seguridad en el Indo-Pacífico.

Referencias: BBC, Philippine Daily Inquirer


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