Estados Unidos ha desplegado su portaaviones insignia, el USS Nimitz, en aguas disputadas del Mar de China Meridional, en medio de crecientes tensiones con China y sus aliados. La operación, confirmada por la Séptima Flota de EE.UU. con base en Japón, busca proyectar poder militar y disuadir acciones unilaterales que desafíen el orden internacional.
WASHINGTON D.C., ESTADOS UNIDOS – En una demostración palpable de la proyección de poder naval estadounidense y su compromiso con la seguridad en el Indo-Pacífico, el imponente portaaviones de propulsión nuclear USS Nimitz (CVN-68) ha retornado al Mar de China Meridional, una vasta extensión marítima convertida en epicentro de complejas disputas territoriales y crecientes ambiciones geopolíticas. La Séptima Flota de Estados Unidos, con su cuartel general en Yokosuka, Japón, y responsable de las operaciones navales en el Pacífico occidental, confirmó que el buque insignia y su grupo de ataque «proporcionan presencia y fuerzas listas para el combate en el teatro«, un eufemismo que subraya la capacidad de respuesta inmediata ante cualquier contingencia.
El regreso del Nimitz a estas aguas estratégicas no es un hecho aislado, sino parte de una coreografía naval meticulosamente planificada. A principios de mayo, el portaaviones ya había surcado el Mar de China Meridional durante aproximadamente dos semanas, realizando operaciones de rutina que, no obstante, son interpretadas como un mensaje directo a Pekín. Posteriormente, el coloso de acero transitó por el Estrecho de Malaca, una de las arterias comerciales marítimas más transitadas del mundo que conecta el Mar de China Meridional con el Océano Índico. Este movimiento generó especulaciones sobre un posible redespliegue hacia Medio Oriente, una hipótesis que, por el momento, no ha sido confirmada y parece desvanecerse con su actual posicionamiento.
Tras su paso por el Índico, el USS Nimitz viró nuevamente hacia el Pacífico, marcando una significativa escala en el puerto malayo de Klang, cercano a Kuala Lumpur. Esta visita, realizada el pasado sábado y acompañada por el destructor de misiles guiados USS Curtis Wilbur (DDG-54), que forma parte de su grupo de escolta, sirvió para consolidar lazos con las fuerzas navales de Malasia. Durante su estancia, oficiales navales malayos fueron recibidos a bordo, en lo que constituyó la segunda escala portuaria de este despliegue. La primera tuvo lugar a mediados de abril en Guam, territorio no incorporado de Estados Unidos y pieza clave en su arquitectura de seguridad en el Pacífico occidental.

Información reciente proveniente del sistema de seguimiento marítimo MarineTraffic indica que, tras zarpar de Klang, el portaaviones navegó hacia el sur, bordeando Singapur, para luego adentrarse nuevamente en el Mar de China Meridional. Su última posición rastreable, a fecha del lunes 26 de mayo, lo situaba en aguas al noreste de la ciudad-estado, reafirmando su presencia activa en esta disputada región.
La presencia del USS Nimitz no es la única señal del músculo naval estadounidense en la región. De forma casi simultánea, su buque gemelo, el USS George Washington (CVN-73), con base permanente en Japón, también se encontraba operando en aguas próximas al archipiélago nipón. Este doble despliegue de portaaviones estadounidenses en el Océano Pacífico occidental representa una poderosa señal de la capacidad de Washington para proyectar fuerza simultáneamente en múltiples frentes y mantener una disuasión creíble.
A esta ya formidable concentración de poder se suma el USS America (LHA-6), un buque de asalto anfibio que, aunque con una designación diferente, posee capacidades significativas. Desplegado la semana pasada en el Mar de Filipinas y también con base en Japón, el USS America está diseñado para transportar una considerable ala aérea de aviones de combate, incluyendo los F-35B Lightning II, lo que le permite operar, en la práctica, como un portaaviones ligero, aumentando la flexibilidad y el alcance de las operaciones aéreas navales estadounidenses en la zona. La imagen captada por la Marina de EE.UU. del USS Nimitz (CVN-68) atravesando el Mar de Filipinas el 29 de abril de 2025 (fecha que podría ser un error tipográfico en la fuente original, asumiendo que se refiere al año en curso o un futuro cercano), subraya la continua actividad de estos gigantes del mar.
Este despliegue estadounidense se produce en un momento de palpables y crecientes tensiones regionales, exacerbadas por las firmes y expansivas reclamaciones territoriales de China sobre la práctica totalidad del Mar de China Meridional, a pesar de los fallos internacionales en su contra y las protestas de naciones vecinas como Vietnam, Filipinas, Malasia, Brunéi y Taiwán.
Coincidiendo con estos movimientos, el Estado Mayor Conjunto de Japón emitió una alerta esta semana, denunciando que una flotilla de buques de guerra chinos realizó ejercicios navales significativos, navegando desde el Mar de China Oriental hacia el Océano Pacífico. Según la información difundida por la cartera de defensa nipona a través de su cuenta oficial en la plataforma X (anteriormente Twitter), el martes, cinco buques de la Armada del Ejército Popular de Liberación (PLAN) de China transitaron en dirección sureste a través de las estratégicas aguas entre la isla principal de Okinawa y la isla Miyako.

La composición de esta flotilla china es notable: incluía al portaaviones Liaoning (CV-16), dos destructores de misiles guiados clase Luyang III (posiblemente Tipo 052D), y dos fragatas clase Jiangkai II (Tipo 054A). Las autoridades japonesas destacaron con preocupación que esta es la primera vez que el portaaviones Liaoning y su grupo de combate realizan maniobras de esta naturaleza en esta zona específica del Mar de China Oriental, un corredor vital para el acceso chino al Pacífico abierto.
Ante esta demostración de fuerza china, las Fuerzas Marítimas de Autodefensa de Japón (JMSDF) mantuvieron una estrecha vigilancia de las operaciones. El destructor japonés JS Takanami (DD-110) y una aeronave de patrullaje marítimo P-3C Orion fueron asignados para seguir de cerca los movimientos de la agrupación naval china, en una clara indicación de la seriedad con la que Tokio observa la expansión de las capacidades y el alcance operativo de la Armada china.
El Mar de China Meridional y las aguas circundantes se configuran así, una vez más, como un tablero de ajedrez geopolítico de alta complejidad, donde cada movimiento de las grandes potencias es cuidadosamente calculado y observado. El despliegue del USS Nimitz y la respuesta naval china subrayan la volatilidad de la región y la importancia crítica de mantener abiertas las líneas de comunicación para evitar escaladas indeseadas, mientras las naciones reafirman sus intereses y capacidades en una de las zonas marítimas más vitales y disputadas del planeta. La vigilancia constante y la diplomacia naval se erigen como elementos cruciales en este delicado equilibrio de poder.
Referencias: NHK, Reuters