Un submarino ruso de la clase Kilo navegó en superficie por aguas cercanas al Reino Unido, provocando una respuesta coordinada de la Royal Navy. Este acto, parte de un patrón de creciente actividad naval rusa, pone a prueba la vigilancia británica y de la OTAN.
LONDRES, REINO UNIDO – En una demostración calculada de presencia naval, las aguas que rodean al Reino Unido se han convertido una vez más en el escenario de un tenso ballet estratégico. El pasado 2 de julio de 2025, un submarino ruso de clase Kilo, el RFN Novorossiysk, navegó ostensiblemente en la superficie a través del Mar del Norte y el Canal de la Mancha, desencadenando una operación de vigilancia meticulosamente coordinada por la Royal Navy. Este episodio no es un hecho aislado, sino el capítulo más reciente de una escalada de actividad naval por parte de Moscú en los accesos marítimos británicos, una zona de vital importancia estratégica.
El patrullero HMS Mersey, un buque de la clase River diseñado para misiones de vigilancia y seguridad, se convirtió en la punta de lanza de la respuesta británica. Pero la operación fue un claro ejemplo de la estrategia de defensa en capas de la Royal Navy. Al HMS Mersey se unieron dos activos aéreos cruciales para la guerra antisubmarina (ASW): un helicóptero Wildcat del 815.º Escuadrón Aéreo Naval y un helicóptero Merlin Mk2 del 824.º Escuadrón.

Mientras el Wildcat, con sus sensores electroópticos y radares de última generación, realizaba un rápido reconocimiento, el Merlin, un formidable cazador de submarinos, desplegaba su avanzado sonar de inmersión y sonoboyas. Juntos, crearon una red de vigilancia integral para monitorear cada movimiento del submarino ruso y su buque de apoyo, el remolcador Yakov Grebelski.
La decisión rusa de mantener el Novorossiysk, un submarino de ataque diésel-eléctrico conocido por su sigilo en inmersión, visiblemente en superficie no fue casual. Analistas de defensa interpretan esta acción como un mensaje geopolítico deliberado, diseñado para poner a prueba los tiempos de respuesta de la OTAN y recordar a Occidente la capacidad de Rusia para proyectar su poder naval cerca de las costas aliadas.
Este evento se enmarca en un patrón de actividad rusa cada vez más audaz. Apenas el mes pasado, la fragata de misiles guiados RFN Almirante Grigorovich, portadora de los temidos misiles de crucero Kalibr, y la corbeta RFN Boikiy, especializada en guerra antisubmarina, operaron en la misma zona. La combinación de buques de superficie con capacidades ofensivas de largo alcance y submarinos sigilosos demuestra la intención de Moscú de explorar los límites de las líneas defensivas de la OTAN.
La respuesta británica fue inmediata y profesional. La tripulación del HMS Mersey mantuvo un seguimiento visual y electrónico constante, mientras los datos en tiempo real de los helicópteros aseguraban una imagen operativa completa. Este nivel de preparación evoca una operación similar la semana anterior, cuando el mismo HMS Mersey, junto con los destructores HMS Duncan y HMS Trent, escoltaron a la flotilla del Almirante Grigorovich.

Estratégicamente, estas incursiones subrayan la criticidad de los corredores marítimos del Mar del Norte y el Canal de la Mancha. Estas aguas no solo son vitales para el comercio mundial, sino que también albergan una densa red de cables submarinos y oleoductos esenciales para la economía y seguridad europeas. Cualquier interferencia en esta infraestructura podría tener consecuencias devastadoras.
La operación, que se ha convertido en una realidad casi semanal, impone una carga operativa significativa sobre el personal de la Royal Navy. Sin embargo, como afirmó el teniente comandante Dan Wardle, al mando del HMS Mersey, la salvaguarda de los intereses marítimos nacionales exige «vigilancia constante y profesionalismo». Una vez que las unidades rusas abandonaron las aguas británicas, la tarea de vigilancia fue transferida a los aliados de la OTAN, demostrando la cohesión de la Alianza en su postura de disuasión.
Frente a este desafío persistente, el Reino Unido reafirma su compromiso con la defensa, con un gasto que se proyecta alcance el 2,6% del PIB para 2027. La Royal Navy, en la primera línea de esta contienda por la influencia marítima, envía un mensaje inequívoco a aliados y adversarios por igual: la integridad de sus aguas soberanas no será comprometida.
Referencias: Royal Navy