El Departamento de Defensa estadounidense anunció una sustancial modificación a un contrato existente con la reconocida empresa de defensa Raytheon, elevando la inversión en el programa del Misil Estándar-3 (SM-3) en la impresionante cifra de 2.134 millones de dólares.

WASHINGTON D.C., ESTADOS UNIDOS – El Departamento de Defensa de EE. UU. ha dado un paso decisivo en la modernización de sus capacidades de defensa antimisiles al inyectar 2.134 millones de dólares adicionales en el programa del Misil Estándar-3 (SM-3), elevando el contrato con Raytheon a un total de 3.332 millones de dólares. Esta decisión, anunciada el 13 de mayo de 2025, subraya el compromiso estratégico de Washington con la disuasión regional y la protección de sus aliados frente a amenazas balísticas cada vez más sofisticadas.

El SM-3, desarrollado por Raytheon, es un interceptor naval de alta velocidad diseñado para neutralizar misiles balísticos en fase media de vuelo, fuera de la atmósfera terrestre. Su evolución tecnológica y su despliegue multiplataforma lo han convertido en un pilar de la arquitectura de defensa global de EE. UU., integrado tanto en buques equipados con el sistema Aegis como en instalaciones terrestres bajo el programa Aegis Ashore.

La ampliación del contrato no solo garantiza la producción de nuevos misiles, sino que también cubre servicios críticos:

  • Mantenimiento y modernización de todas las variantes del SM-3.
  • Soporte de ingeniería para asegurar la fiabilidad operativa a largo plazo.
  • Cooperación con aliados mediante el programa Foreign Military Sales (FMS), beneficiando a socios clave como Japón y Corea del Sur.

Este enfoque refleja la prioridad del Pentágono en la interoperabilidad aliada, especialmente en el Indo-Pacífico, donde las pruebas de misiles balísticos por parte de Corea del Norte y el avance tecnológico de China han redibujado el panorama de seguridad.

El SM-3 no es un interceptor convencional. Su diseño combina velocidad hipersónica (Mach 10+) y precisión letal gracias a:

  1. Impacto cinético: destruye blancos por colisión directa, sin explosivos, minimizando daños colaterales.
  2. Buscadores infrarrojos avanzados (en el Bloque IB/IIA) para discriminar entre ojivas y señuelos.
  3. Integración con radares SPY-1/SPY-6, que proporcionan detección y seguimiento en tiempo real.

Las variantes más recientes, como el Bloque IIA —desarrollado en colaboración con Mitsubishi Heavy Industries—, amplían su alcance a más de 2.500 km y pueden interceptar misiles de hasta 3.000 km de alcance, incluyendo algunas amenazas intercontinentales (ICBM) en escenarios limitados.

El SM-3 es un activo multiteatro:

  • Pacífico: Es central en la Defensa de Guam, donde EE. UU. desplegará 16 sistemas antimisiles (reducidos desde 22 por restricciones ambientales).
  • Europa: Las bases Aegis Ashore en Rumanía y Polonia protegen a la OTAN de potenciales lanzamientos desde Oriente Medio.
  • Corea del Sur y Japón: Ambos países operan destructores Aegis con SM-3, reforzando la disuasión regional.

La inversión en el SM-3 va más allá de lo técnico: es una señal política. Al fortalecer este sistema, EE. UU. y sus aliados buscan:

  • Desincentivar ataques balísticos mediante capacidades de interceptación creíbles.
  • Mantener la superioridad tecnológica frente a adversarios que desarrollan misiles hipersónicos y maniobrables.
  • Consolidar alianzas mediante proyectos de defensa compartidos, como el SM-3 Bloque IIA con Japón.


El contrato ampliado con Raytheon confirma que el SM-3 seguirá siendo la columna vertebral de la defensa antimisiles occidental en la próxima década. En un mundo donde las amenazas balísticas proliferan, la velocidad, precisión y adaptabilidad de este sistema lo convierten en un escudo indispensable —tanto para EE. UU. como para la seguridad colectiva de sus aliados—.

Referencias: Departamento de Defensa de Estados Unidos, Raytheon