Uno de los contribuyentes más significativos a la historia naval argentina, emerge con singular relevancia la figura del Vicealmirante Onofre Betbeder, considerado un pilar fundamental en la transformación institucional de la Armada Argentina durante finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Buenos Aires, Argentina – A lo largo de su vida, el Vicealmirante Onofre Betbeder se consolidó como una figura central en la evolución de la Armada Argentina, siendo recordado como un estratega visionario y un diplomático comprometido. Nacido el 12 de junio de 1860 en Mendoza, en el seno de una familia de raíces francesas-ligadas al linaje puntano, Betbeder dedicó su vida al servicio naval y al desarrollo institucional de la Marina. Su legado aún resuena, no solo por los logros tangibles alcanzados sino también por su contribución a forjar una Armada moderna, capaz y preparada para los retos del siglo XX.
El Vicealmirante falleció el 24 de enero de 1915 en Nueva York, a los 53 años, mientras representaba a la Argentina en una de sus misiones más significativas: supervisar la construcción de los más modernos acorazados asignados a la Marina de Guerra Argentina. Hoy, al cumplirse 110 años de su partida, recordamos los hitos que marcaron su trayectoria y que transformaron profundamente a la Armada Argentina.
Un testigo clave de la transición naval entre dos siglos
Betbeder vivió en un periodo de profundos cambios en la Armada Argentina. Como joven oficial, cuando ingresó a la Escuela Naval en 1878, la Marina operaba mayormente en aguas fluviales y contaba con escasa proyección oceánica. Al egresar en 1882 como subteniente y con la distinción de ser el primero de su promoción, Betbeder comenzó a navegar en buques como la cañonera “Uruguay”, en un contexto donde la profesionalización de las fuerzas armadas estaba en plena expansión. Su carrera se desarrolló mientras la Marina de Guerra pasaba de una estructura fluvial del siglo XIX a una fuerza marítima capaz de proyectarse en el Atlántico y consolidar la soberanía nacional en aguas patagónicas.
Forjador de comunidad institucional y científico
En 1882, junto a otros jóvenes marinos que compartían los ideales modernizadores de la Generación del 80, Betbeder protagonizó un hecho fundamental en la vida institucional de la Armada: la fundación del Centro Naval. Este espacio, caracterizado por su enfoque en la formación profesional y el análisis de la realidad geopolítica de la época, fortaleció el espíritu de camaradería y consolidó una visión estratégica para la Marina.
Paralelamente, participó en trabajos hidrográficos en la zona de Bahía Blanca, un área clave para la expansión territorial y la logística militar en el sur del país. Estas actividades no solo expandieron el dominio naval sobre ríos y mares, sino que también demostraron que el conocimiento del terreno marítimo era tan indispensable como el dominio terrestre en las operaciones militares.

Comandante de una leyenda flotante
Quizás su punto más icónico como marino fue su rol como comandante de la fragata ARA “Presidente Sarmiento”, un buque que se convertiría en el símbolo de la formación naval argentina. Betbeder supervisó la construcción del barco en Liverpool y se encargó de llevarlo hasta el Río de la Plata, pero su mayor hazaña fue liderar su primer viaje de circunnavegación en 1899. Bajo su mando, la fragata recorrió casi 50,000 millas náuticas durante dos años, un hito que marcó el inicio de una tradición de viajes de instrucción para los cadetes navales. El impacto de este viaje fue inmenso, no solo en la formación de oficiales, sino también en la proyección internacional de la Armada.
Arquitecto de una Armada moderna
Como Jefe del Estado Mayor General de la Armada, cargo que ocupó en 1900, Betbeder propició profundas reformas en la estructura operativa y administrativa de la institución. Sus esfuerzos se centraron en modernizar las capacidades navales, en línea con los avances globales en tecnología militar y marítima. Durante su gestión, la Armada consolidó su posición como una de las más avanzadas de Sudamérica, adquiriendo herramientas y recursos que serían clave en su desarrollo estratégico.
Un estadista en el Ministerio de Marina
En el ámbito político, Betbeder ocupó en dos ocasiones el cargo de Ministro de Marina, entre 1905 y 1910, durante la segunda presidencia de Julio Argentino Roca y luego bajo el mandato de José Figueroa Alcorta. Su paso por esta cartera fue decisivo para convertir a la Armada en una fuerza efectiva y moderna. Impulsó la adquisición de buques de vanguardia y fomentó el desarrollo de la incipiente industria naval argentina.
El visionario de los mares antárticos y el aire
Betbeder también desempeñó un rol fundamental en la expansión del interés argentino en la Antártida, siendo quien facilitó la participación del Alférez José Sobral en la expedición sueca liderada por Otto Nordenskjöld, un hito para el inicio de la presencia científica argentina en el continente blanco. Este evento culminaría en el legendario rescate liderado por la corbeta ARA “Uruguay”. Más allá de las aguas heladas, Betbeder también tuvo la audacia de introducir la tecnología de dirigibles en la Armada, un experimento innovador para la época que buscó explorar su utilidad en labores de patrullaje y exploración aérea, adelantándose al surgimiento de la aviación moderna.
Un legado geográfico y simbólico
Su legado también fue inmortalizado en la cartografía antártica. Sitios como los islotes Betbeder, el Refugio Betbeder y otros puntos geográficos llevan su nombre, marcando su contribución pionera al interés científico argentino en el continente helado.

El punto culminante: los acorazados «Rivadavia» y «Moreno»
El capítulo final de la vida de Betbeder estuvo dedicado a un proyecto trascendental: la adquisición de los acorazados ARA “Rivadavia” y ARA “Moreno”. Como presidente de la Comisión Naval en Estados Unidos, supervisó personalmente la construcción de estos gigantes del mar, que representaban un salto tecnológico formidable para la Argentina. Aunque falleció en Nueva York en 1915, alcanzó a ver ambos acorazados ondeando el pabellón nacional, símbolo de su dedicación incansable a la soberanía marítima del país.
El legado eterno de un innovador naval
Onofre Betbeder descansa en el Cementerio de la Recoleta, pero su vida y sus logros siguen vivos en la memoria de quienes entienden el valor del mar como una extensión esencial de la soberanía nacional. Desde la modernización de la institución hasta su participación en los avances científicos y tecnológicos, el Vicealmirante Betbeder no solo transformó a la Armada Argentina, sino que también sentó las bases para un futuro de innovación y proyección estratégica. Un hombre cuya visión, esfuerzo y heroísmo continúan iluminando las aguas del pasado y del presente.
Referencias: Armada Argentina, Gaceta Marinera, Academia Nacional de la Historia