Argentina rechaza el ingreso del buque científico británico RRS James Cook


Buenos Aires, Argentina – La medida, argumentada en términos de cuestiones estratégicas y ambientales, ha generado fricción tanto con el Reino Unido como entre distintos sectores políticos y técnicos dentro del país.

El buque, operado por el Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido, había programado realizar una misión científica en colaboración con instituciones argentinas durante diciembre de 2024 y enero de 2025. Sin embargo, la decisión unilateral del vicecanciller Eduardo Bustamante de rechazar la solicitud ha dejado en suspenso el que se perfilaba como un proyecto de cooperación científica de relevancia regional.

Un buque, múltiples objeciones

El James Cook, conocido a nivel internacional por su equipamiento de avanzada para la investigación marina, planeaba llevar adelante estudios en zonas del Mar Territorial Argentino con el objetivo de profundizar el conocimiento sobre biodiversidad, corrientes oceánicas y otras dinámicas del ecosistema marítimo. Pese a las buenas perspectivas iniciales, la iniciativa enfrentó resistencia en varios frentes dentro del Gobierno y de las autoridades provinciales.

El Consejo Nacional Pesquero (CFP) y el Ministerio de Defensa habían dado su aval técnico al proyecto, asegurando que las actividades del buque no afectarían la soberanía marítima ni representarían un riesgo ambiental significativo. Sin embargo, las provincias de Buenos Aires y Chubut cuestionaron la propuesta, citando la posibilidad de un impacto negativo no especificado sobre los ecosistemas costeros y la pesca comercial. Estas objeciones ambientales se vieron acompañadas por consideraciones políticas y estratégicas más amplias.

Por otro lado, Tierra del Fuego, usualmente estricta en asuntos relacionados con la soberanía sobre las Islas Malvinas y el Atlántico Sur, no presentó reparos al proyecto del buque británico. Su postura contrastante alimentó críticas hacia la decisión de la Cancillería, que muchos interpretaron como un acto de prudencia excesiva o como resultado de presiones internas y externas sobre un tema especialmente sensible en la agenda argentina.

Impacto en la cooperación bilateral

El rechazo al ingreso del James Cook ha tenido repercusiones inmediatas en las relaciones diplomáticas entre Argentina y el Reino Unido. Fuentes cercanas a la Embajada Británica en Buenos Aires expresaron su «decepción» ante la medida, subrayando que el proyecto científico había sido diseñado en un marco de colaboración transparente y en pos de objetivos compartidos, como el desarrollo sostenible y la protección del medioambiente marino.

La tensión se produce apenas semanas después del acuerdo firmado en septiembre de 2024 entre los gobiernos de Javier Milei y su par británico, David Lammy. Dicho pacto, celebrado como un avance hacia relaciones más constructivas, contemplaba la cooperación en áreas estratégicas como vuelos humanitarios hacia las Islas Malvinas, el fortalecimiento del comercio bilateral y un eventual diálogo sobre el Atlántico Sur. El incidente ha puesto en entredicho la viabilidad de este acuerdo, especialmente en un contexto donde la soberanía y las cuestiones ambientales continúan siendo ejes centrales en la política exterior argentina.

Divisiones dentro del Gobierno argentino

A nivel interno, la decisión de la Cancillería ha desatado un choque de posturas dentro del propio gobierno y en el ámbito técnico-científico. Mientras el CFP y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación defendían la importancia de la investigación conjunta con instituciones extranjeras, otros sectores, encabezados por la Cancillería, optaron por priorizar las cuestiones de soberanía y la percepción de alinearse con las demandas provinciales.

«Si bien la ciencia no está exenta de cuestiones políticas, debemos mirar el valor que este tipo de proyectos aporta al conocimiento y a la gestión responsable de nuestros recursos naturales», expresó un funcionario del área de ciencia que prefirió no ser identificado. Sin embargo, desde la Cancillería, argumentaron que «cualquier tipo de actividad en aguas nacionales debe alinearse con los intereses estratégicos de la Nación y tomar en cuenta la sensibilidad de ciertos contextos históricos y diplomáticos».

A esta controversia se suma la incomodidad de sectores académicos que criticaron la falta de una discusión más abierta y transparente en torno a la decisión final. «La ciencia no debe ser rehén de tensiones políticas. Este tipo de trabas nos impiden avanzar en el conocimiento de nuestros propios recursos», sentenció una investigadora de un prestigioso instituto científico local.

Soberanía, medioambiente y política exterior

El rechazo al James Cook no es un hecho aislado, sino que se enmarca en un contexto más amplio de desafíos recurrentes que enfrenta Argentina en el Atlántico Sur, donde décadas de disputas por las Islas Malvinas y los accesos marinos han condicionado la política exterior y la gestión de los recursos en la región.

Además del impacto diplomático, la decisión también abre interrogantes sobre la relación entre la comunidad académica y el Estado, así como sobre el manejo de los nuevos desafíos ambientales en una región que enfrenta crecientes presiones por el cambio climático y la explotación de recursos naturales. ¿Hasta qué punto la defensa de la soberanía puede cohabitar con la cooperación científica internacional? ¿De qué manera las preocupaciones ambientales pueden ser atendidas sin paralizar investigaciones cruciales para el futuro de los ecosistemas marinos?

Estas preguntas quedan suspendidas en un limbo de incertidumbre, mientras el buque británico deberá replantear sus planes de exploración en la región. Por ahora, el James Cook se ha convertido en otro punto álgido en la compleja y, a menudo, tensa relación entre Argentina y el Reino Unido, levantando una nueva ola de debates que trascienden las fronteras de ambos países.

Referencias: Cancilleria Argentina, Clarín


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