El Reino Unido activa la fase industrial del submarino SSN-AUKUS, un ambicioso programa trilateral con Australia y EE. UU. para redefinir el poder naval en el Indopacífico. El proyecto busca reemplazar la flota británica y dotar a Australia de su primera capacidad nuclear.
LONDRES, REINO UNIDO – La Royal Navy ha dado el pistoletazo de salida a la fase industrial del esperado submarino de ataque de propulsión nuclear SSN-AUKUS. La confirmación, llegada de la mano del gigante de la defensa Babcock, marca el inicio de los trabajos para fabricar los primeros componentes de un arma que no solo reemplazará a la actual clase Astute británica, sino que también sentará las bases para la primera flota de submarinos nucleares de Australia.
Este desarrollo representa la primera materialización tangible del Pilar 1 del pacto AUKUS, una alianza estratégica diseñada para contrarrestar la creciente influencia en la región del Indopacífico. Babcock, a través de su división de Sistemas de Misión, ha asegurado contratos cruciales para la adquisición de los componentes iniciales del sistema de manejo y lanzamiento de armas, un corazón tecnológico que latirá en el interior de estos futuros leviatanes de acero.
La implicación de Babcock no es casual. La compañía es un pilar fundamental en la industria submarina británica, con una herencia forjada en la construcción de sistemas para las clases Astute y los estratégicos Dreadnought, así como en la fabricación de tubos de misiles para las flotas de disuasión del Reino Unido y Estados Unidos.

El diseño del SSN-AUKUS es una evolución directa del concepto británico SSN(R), pero ahora enriquecido con una inyección tecnológica estadounidense crucial. Esta simbiosis transatlántica dotará a los nuevos submarinos de un sistema de propulsión avanzado, sistemas de lanzamiento vertical (VLS) para misiles de crucero y, fundamentalmente, un sistema de combate compartido basado en el AN/BYG-1. Este último elemento es clave, pues garantiza una interoperabilidad sin precedentes entre las armadas de los tres países, permitiéndoles operar como una fuerza unificada en las profundidades oceánicas.
Proyectado para desplazar más de 10.000 toneladas, el SSN-AUKUS será impulsado por el avanzado reactor PWR3 de Rolls-Royce, utilizando un sistema turboeléctrico para una operación sigilosa. Sus características, aunque basadas en análisis conceptuales, apuntan a un diseño de vanguardia: superficies de control en forma de X para una maniobrabilidad superior, un propulsor encapsulado para minimizar su firma acústica y mástiles optrónicos en lugar de periscopios tradicionales. Su arsenal promete ser formidable: seis tubos lanzatorpedos de 21 pulgadas y, de manera destacada, tres bahías de carga modulares con siete tubos de lanzamiento vertical cada una, capaces de desplegar misiles de ataque a tierra y futuras cargas útiles.
El camino hacia la plena operatividad está plagado de desafíos. La construcción del primer sumergible británico comenzará en el astillero de BAE Systems en Barrow-in-Furness a finales de la década de 2020, con la entrada en servicio prevista para finales de la década de 2030. Australia, por su parte, iniciará su producción poco después, con el objetivo de recibir su primer buque a principios de la década de 2040.
Para sostener este esfuerzo, las instalaciones de Rolls-Royce en Derby, donde se fabricarán los corazones nucleares, se están expandiendo gracias a una inversión conjunta de 2.400 millones de libras esterlinas proveniente de Australia. Esta colaboración financiera busca aliviar la presión sobre las cadenas de suministro británicas y estadounidenses, a la vez que prepara a la industria australiana para la producción a gran escala.

No obstante, las lecciones del pasado pesan. Los retrasos y problemas de disponibilidad que han afectado a la clase Astute, con submarinos inoperativos durante largos periodos por falta de infraestructura de mantenimiento, son una sombra que el programa AUKUS debe disipar. El gobierno británico está invirtiendo en ampliar las bases navales y adquirir diques secos flotantes, pero la contratación y retención de personal cualificado sigue siendo un obstáculo crítico en un sector altamente especializado.
Mientras Reino Unido y Australia se preparan para construir sus propias flotas, Estados Unidos jugará un papel de transición vital. Washington se ha comprometido a transferir hasta cinco submarinos de ataque de clase Virginia a Australia a principios de la década de 2030. Además, a partir de 2027, la base HMAS Stirling en Australia Occidental acogerá la Fuerza de Rotación de Submarinos – Oeste, compuesta por submarinos estadounidenses y un submarino británico de la clase Astute.
Este complejo entramado no está exento de tensiones. Han surgido dudas en el Congreso estadounidense sobre la capacidad industrial del país para satisfacer simultáneamente las necesidades de su propia Armada y las de Australia. En respuesta, voces en Washington y Canberra han sugerido que Australia debe aumentar su gasto en defensa por encima del 3% del PIB para asegurar el éxito del programa.
Con un coste total estimado que superará los 40.000 millones de dólares y un calendario que se extiende por décadas, el SSN-AUKUS es más que un simple programa de adquisición militar. Es el eje de la planificación de defensa a largo plazo de tres de las democracias marítimas más importantes del mundo, una apuesta colosal por el dominio submarino y la disuasión estratégica en el siglo XXI.
Referencias: Babcock