Somalia plantea ofrecer a Estados Unidos el control exclusivo de infraestructuras clave, incluyendo bases aéreas y puertos vitales para la región. Este movimiento, que podría expandir la influencia militar y logística estadounidense en el Golfo de Adén, ha generado una confrontación directa con Somalilandia.
Mogadiscio, Somalia – De acuerdo con una carta oficial firmada por el presidente de Somalia, Hassan Sheikh Mohamud, y dirigida al entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se propone otorgar a Washington el manejo estratégico de las bases aéreas de Balidogle y Berbera, junto con los puertos marítimos de Berbera y Bosaso. Fechada el pasado 16 de marzo, la misiva describe estos puntos como activos esenciales para fortalecer la seguridad y las operaciones estadounidenses en el este de África y el Mar Rojo.
Los puertos de Berbera y Bosaso se han consolidado como nodos críticos para el comercio marítimo y la geopolítica, debido a su ubicación cercana a la entrada del estratégico Mar Rojo, una de las rutas comerciales más transitadas del mundo. En un contexto donde China, Rusia y otros actores internacionales buscan expandir su presencia en África, el movimiento de Somalia representa un intento para otorgar a Estados Unidos mayor capacidad de acción en la región.
Sin embargo, esta oferta no está exenta de controversias. Somalilandia, una región que opera como un estado autoproclamado independiente desde 1991, rechazó categóricamente el acuerdo propuesto por Mogadiscio. El presidente de Somalilandia, Abdirahman Irro, declaró que Somalia no tiene jurisdicción sobre Berbera ni sobre ningún otro territorio dentro de sus fronteras. «Nuestra soberanía y liderazgo residen exclusivamente en nuestro pueblo», afirmó Irro.
De igual forma, el ministro de Asuntos Exteriores de Somalilandia, Abdirahman Dahir Aden, criticó la propuesta somalí, calificándola como un «intento desesperado» de bloquear el esperado reconocimiento internacional de Somalilandia. Aden aseguró que Washington está plenamente consciente de cuál es el interlocutor válido para dialogar sobre el futuro del puerto de Berbera, una instalación actualmente gestionada por la empresa DP World, con sede en los Emiratos Árabes Unidos.

Además de los roces con Somalilandia, la oferta de Mogadiscio abre una nueva veta de tensiones internas dentro de Somalia, debido al interés en incluir el puerto de Bosaso, situado en Puntlandia, una región semiautónoma que podría no estar de acuerdo con la decisión. Hasta el momento, las autoridades de Puntlandia no han emitido declaraciones públicas al respecto, pero se especula que este acuerdo podría deteriorar aún más las relaciones entre Mogadiscio y los líderes regionales, especialmente si la propuesta se realizó sin consultarles previamente.
La estructura federal somalí, compleja y frágil, enfrenta un momento de prueba. Cualquier rechazo por parte de Puntlandia o Somalilandia podría alimentar la incertidumbre política y la fragmentación del país, en un contexto ya marcado por los problemas en seguridad, terrorismo y gobernabilidad.
Por su parte, Estados Unidos, que ya mantiene operaciones militares en la base aérea de Balidogle para entrenar tropas somalíes en la lucha contra el grupo extremista Al-Shabab, evalúa los riesgos y beneficios de esta controvertida propuesta. A su vez, Washington ha comenzado negociaciones paralelas con Somalilandia, explorando la posibilidad de reconocer a la región como un estado independiente a cambio de establecer una base militar cerca del puerto de Berbera.
Este acercamiento marca un cambio significativo en el enfoque estadounidense hacia el Cuerno de África. Si Somalilandia logra el respaldo oficial de Estados Unidos, no solo consolidaría su posición en la escena internacional, sino que también intensificaría la rivalidad histórica con el Gobierno Federal de Somalia.
La propuesta somalí no es casualidad, sino parte de los esfuerzos recientes por fortalecer los lazos diplomáticos con Estados Unidos. En diciembre pasado, Mogadiscio contrató los servicios de una empresa de lobby en Washington por 600.000 dólares, con el objetivo de estrechar vínculos y posicionarse como un aliado clave de la potencia norteamericana en la región.

Sin embargo, los críticos de esta iniciativa sostienen que Somalia enfrenta desafíos internos mucho mayores, como la lucha contra Al-Shabab, el desarrollo económico y la estabilidad política, que deberían ocupar el foco principal de sus esfuerzos, en lugar de generar fricciones con las regiones autónomas del país.
El conflicto también tiene un componente geopolítico más amplio. Recientemente, países como Emiratos Árabes Unidos, Etiopía y Turquía han manifestado interés en los recursos y la infraestructura portuaria de la región, incluso mediando en conflictos previos entre Somalia y Somalilandia. Ahora, la posible entrada de Estados Unidos como actor directo reconfiguraría completamente las dinámicas políticas y económicas del área.
Para Somalia, la propuesta a Washington es una jugada estratégica que busca reafirmar su soberanía y atraer la atención mundial. Sin embargo, el precio de esta maniobra podría ser un aumento de tensiones internas y externas que amenacen con profundizar las divisiones en una región que, desde hace décadas, se debate entre la fragmentación y la unidad.
Con Somalilandia firmemente en contra, Puntlandia en silencio vigilante y Estados Unidos evaluando sus próximos movimientos, el desenlace de esta compleja negociación permanece en el aire. Lo que está claro es que los puertos de Berbera y Bosaso, bañados por las aguas del Mar Rojo, seguirán siendo el epicentro de una disputa que trasciende fronteras y pone en juego el futuro político y estratégico del Cuerno de África.
Referencias: Reuters, BBC