Rusia hace demostración de sus drones navales en los ejercicios “Tormenta de Julio”
Rusia exhibió un dron naval no tripulado en los ejercicios «Tormenta de Julio» en el mar Báltico. La embarcación impactó un blanco flotante con una potente explosión, en una demostración que parece más simbólica que un ensayo de combate real.

MOSCÚ, RUSIA – Durante las maniobras «Tormenta de Julio» (26 de julio de 2025), la Armada rusa estrenó un vehículo de superficie no tripulado cargado con explosivos. El Ministerio de Defensa divulgó un vídeo donde se ve una pequeña embarcación autónoma acelerando contra una estructura flotante simulada. Al colisionar, el dron detona provocando una gran explosión, lo que fue presentado como un avance tecnológico. Sin embargo, los analistas destacan que el marco calmado —olas en reposo, blanco estático y sin defensas— hace sospechar que fue una escena preparada más que una prueba en condiciones reales.
La explosión fue claramente significativa, atribuyéndola fuentes militares rusas a una elevada carga explosiva. Blogueros progubernamentales han afirmado que el dron puede operar autónomamente hasta 24 horas y alcanzar blancos a más de 300 kilómetros. En teoría, ese alcance pondría ciudades como Odesa o Izmail al alcance de las bases en Crimea. No obstante, expertos recuerdan que estas cifras aún no han sido verificadas de forma independiente y no existe confirmación de producción en serie. El Ministerio ruso no ha revelado la designación oficial del dron, señalando apenas que durante el ejercicio se probaron otras plataformas no tripuladas —incluidos drones FPV, vehículos aéreos y submarinos— en busca de capacidades integradas.
Las autoridades aseguran que los ejercicios tenían por objetivo principal entrenar a las fuerzas navales en la repulsa de ataques marítimos y en misiones operativas complejas. El presidente Vladimir Putin declaró que el entrenamiento incorporó la experiencia de la “operación militar especial” (invención rusa sobre la guerra en Ucrania) y que supuso practicar desde guerra antisubmarina hasta colocación de minas y ataques con misiles. Aun así, se interpreta que la maniobra buscó ensayar escenarios ante un enemigo convencional más que contra Ucrania. Desde el inicio del conflicto, Ucrania se deshizo de su flota regular (hundiendo sus propios buques) y optó por una estrategia asimétrica, usando drones navales caseros y misiles contra la Flota rusa del Mar Negro. Esas acciones ucranianas dañaron o hundieron decenas de buques rusos, obligando a Moscú a trasladar parte de su flota de Crimea a Novorossiysk.
En ese contexto, muchos analistas sugieren que el verdadero blanco de estos ejercicios es un posible choque con la OTAN, no con Ucrania. Las potencias occidentales también están adaptándose a nuevas amenazas autónomas en el mar. Por ejemplo, la Armada de Estados Unidos ha incorporado ejercicios para que sus marineros aprendan a actuar bajo entornos saturados de drones autónomos. La inclusión de tácticas de guerra de alta intensidad en los simulacros rusos —desde ataques con misiles hasta defensa antisubmarina y guerra de minas— apunta a preparar a la flota para un combate moderno frente a un adversario de gran capacidad.
Proliferación de tácticas asimétricas
Más allá del Mar Negro, la proliferación de drones navales armados se extiende a otros escenarios. En el mar Rojo, por ejemplo, los hutíes de Yemen (respaldados por Irán) han usado embarcaciones no tripuladas y drones para atacar buques comerciales, afectando rutas marítimas clave. Estas tácticas asimétricas, posibles gracias a tecnologías relativamente accesibles, desafían los equilibrios navales tradicionales y obligan a grandes potencias a replantear sus defensas costeras.
En paralelo, Rusia impulsa una actualización doctrinal. El ejercicio «Tormenta de Julio» refleja la creciente apuesta rusa por la guerra naval autónoma. Desde 2023 empresas como KMZ habían mostrado prototipos de drones navales. En 2024 la Armada rusa creó regimientos especializados en sistemas no tripulados, integrando drones aéreos, terrestres, de superficie y submarinos. Además, se habilitó en San Petersburgo una planta centralizada con piscina de pruebas para fabricar estos drones. Todo indica que Rusia busca cerrar la brecha tecnológica con Ucrania y la OTAN: aunque el ensayo de julio se hizo contra objetivos inmóviles (subrayando un rezago aún existente), la capacidad de alcanzar grandes distancias desde Crimea amplía su radio de ataque naval sin exponer buques tripulados.

Implicaciones estratégicas
Analistas señalan que Moscú intenta replicar el éxito ucraniano invirtiendo la lógica: el despliegue de este dron envía un mensaje a Ucrania y a los países de la OTAN próximos a aguas rusas. Con la posibilidad —aún teórica— de alcanzar Odesa o Izmail, Rusia amplía su disuasión marítima mediante desgaste y negación operativa en el Baltico y el Mar Negro. En este sentido, el uso de un dron kamikaze marca una nueva fase en la adaptación rusa al combate naval moderno.
Aunque Moscú sigue detrás de Ucrania en experiencia de combate con drones, la Armada acelera la integración de estos sistemas. La prueba de julio tuvo fin operativo y simbólico: demostró un concepto funcional y difundió la evolución de la doctrina rusa de guerra marítima autónoma. A medida que aumenta la competencia estratégica en el mar, se espera que el papel de los USV rusos crezca, potencialmente transformando los equilibrios navales regionales.
Fuentes: Ministerio de Defensa ruso, RT, UNITED24 Media