La Armada estadounidense se prepara para la próxima entrada en servicio del MQ-25 Stingray, un innovador avión no tripulado diseñado para reabastecimiento aéreo que promete transformar radicalmente las capacidades operativas de los portaaviones.
Washington, Estados Unidos – En un momento crucial para la evolución de la guerra aeronaval, la Marina de los Estados Unidos se prepara para incorporar a su arsenal tecnológico una herramienta sin precedentes: el MQ-25 Stingray, el primer avión cisterna no tripulado pensado para operar desde portaaviones. Según declaraciones del vicealmirante Daniel Cheever, comandante de las Fuerzas Aéreas Navales, los primeros vuelos del dron están programados para 2025, con vistas a convertirse en un elemento operativo fundamental dentro de las unidades de combate para el año 2026.
El MQ-25 Stingray no solo representa un avance técnico, sino que simboliza un cambio de paradigma hacia un modelo de cooperación entre tripulaciones humanas y plataformas autónomas. «Estamos impulsando con fuerza esta transición. La integración de sistemas tripulados y no tripulados desde la cubierta de un portaaviones es una realidad inminente, y redefine el futuro de las operaciones militares navales», explicó Cheever en una entrevista reciente. Su desarrollo, subrayó, es parte de una visión estratégica mucho más amplia que perfila los conceptos de los futuros aviones de sexta generación y sus posibles capacidades colaborativas.
Un desafío sin precedentes en cubierta
A pesar del entusiasmo, el vicealmirante también fue claro al señalar que se trata de una tarea desafiante. La operación de aeronaves no tripuladas en portaaviones plantea complejidades inéditas en términos de tecnología, logística y entrenamiento. Aterrizar y despegar de manera precisa en una cubierta en movimiento, bajo condiciones ambientales adversas y en entornos operativos de alta presión, requiere una combinación perfecta entre software avanzado, robustez mecánica y coordinación humana.
«Estas complejidades no nos detienen. Nos impulsan. Necesitamos esta capacidad y la necesitamos ahora. Este modelo cambiará la forma en la que proyectamos poder en el océano. Estoy plenamente confiado en que haremos que esto funcione dentro del cronograma establecido», afirmó el vicealmirante, conocido en la flota como el «Jefe del Aire».

El MQ-25 Stingray: un salto hacia la eficiencia operacional
El MQ-25 no es simplemente un dron. Es una solución estratégica para expandir las capacidades de alcance de la flota aeronaval estadounidense y mitigar las restricciones de autonomía de las actuales aeronaves de combate. Con capacidad para transportar hasta 6.800 kilogramos de combustible —aproximadamente 15.000 libras—, el Stingray promete aumentar el radio de acción de aviones clave como el F/A-18 Super Hornet, el EA-18G Growler y el avión sigiloso F-35C, pilares fundamentales de las operaciones aéreas de la Marina.
Aunque no está diseñado para la velocidad que caracteriza a los cazas de combate, el dron cisterna ofrece un alcance operativo de 1.500 millas náuticas (2.778 kilómetros), elevando sustancialmente la capacidad de las fuerzas navales para realizar misiones prolongadas sin necesidad de aterrizar para reabastecerse. Además de su función principal como avión cisterna, el MQ-25 puede desempeñar un papel crucial en operaciones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR), consolidándose como un activo versátil en el contexto moderno de conflictos multidimensionales.
«Que el MQ-25 pueda cumplir una doble función —como dron cisterna y como plataforma ISR— lo convierte en una herramienta de carácter estratégico-polivalente. Durante su desarrollo, ha demostrado una flexibilidad que encaja perfectamente con las necesidades actuales y futuras de la Armada», remarcaron fuentes internas vinculadas al programa.

Un camino largo, pero audaz: Boeing y la entrega del primer MQ-25
En febrero de 2024, Boeing, contratista principal del programa, entregó el primer modelo funcional del MQ-25 a la Marina de los EE. UU., marcando el inicio de las fases finales de pruebas y evaluación. Este prototipo será clave para realizar ajustes técnicos y operativos, asegurando que el sistema cumpla con sus ambiciosos objetivos.
El camino hacia la implementación del MQ-25 no ha estado exento de obstáculos. Desde su concepción, el programa ha debido atravesar desafíos tecnológicos que van desde la integración con las ya abarrotadas cubiertas de los portaaviones hasta la construcción de un sistema seguro que permita la interacción fluida y coordinada entre aeronaves humanas y autónomas. Sin embargo, a lo largo de este proceso, el proyecto ha demostrado ser una prueba del compromiso por innovar dentro del ámbito de la defensa.

Un futuro que redefine la guerra aeronaval
La entrada en escena del MQ-25 Stingray no solo introduce una nueva categoría de activos, sino que redefine el concepto tradicional de superioridad aeronaval. Este dron cisterna autónomo responde a las necesidades inmediatas de la Armada y sienta las bases para futuros desarrollos tecnológicos dirigidos a integrar aún más sistemas autónomos en las operaciones militares.
A medida que la fecha de sus primeros vuelos en 2025 se acerca, todas las miradas están puestas en cómo la Marina de los EE. UU. gestionará este avance sin precedentes. Será un hito no solo en la operatividad de portaaviones, sino en la forma en que se entienden las operaciones militares del siglo XXI, donde humanos y máquinas trabajarán juntos para superar los desafíos del campo de batalla moderno.
Con la próxima puesta en marcha del MQ-25 Stingray, la Marina estadounidense no solo vuelve a posicionarse a la vanguardia tecnológica, sino que abre una nueva era en la que innovación, autonomía y estrategia convergen en un mismo objetivo: garantizar la seguridad, la eficiencia y la superioridad operativa en un mundo de constantes transformaciones.
Referencias: Marina de los Estados Unidos, Breaking Defense