Dinamarca alerta que Rusia podría utilizar buques de guerra para escoltar a los petroleros de la «flota en la sombra»

Dinamarca ha emitido una advertencia preocupante en su último informe anual de seguridad: la posibilidad de que Rusia despliegue buques de guerra para escoltar a sus petroleros conocidos como parte de la «flota en la sombra» a través de los estrechos daneses.


Copenhague, Dinamarca – Según el Servicio de Inteligencia de Defensa danés, esta medida podría escalar las tensiones en una región donde los países de la OTAN ya han intensificado su vigilancia sobre las actividades rusas.

La «flota en la sombra» y su controversial impacto

Desde la invasión rusa de Ucrania en 2022, el comercio internacional ruso de petróleo ha enfrentado una presión sin precedentes debido a las sanciones impuestas por Occidente. Ante estas restricciones, Moscú ha habilitado lo que se conoce como la «flota en la sombra», compuesta por petroleros obsoletos y mal mantenidos, muchos de ellos con más de medio siglo de antigüedad. Estas embarcaciones han aprovechado vacíos regulatorios para operar en modos que esquivan los controles internacionales.

El reciente informe danés subraya no solo los riesgos económicos y políticos de estas maniobras, sino también los peligros ambientales, ya que muchas de estas naves no cumplen con estándares básicos de seguridad. En meses recientes, dos incidentes graves en el Mar Negro han puesto de relieve esta amenaza: un petrolero se partió por la mitad, y otro encalló en plena tormenta, provocando un derrame masivo de petróleo con consecuencias devastadoras para los ecosistemas marinos.

Escudos marítimos y una región en disputa

La posibilidad de que Rusia decida proteger con buques de guerra a estos petroleros no es descartable y representa un desafío directo para los países de la OTAN que vigilan las rutas marítimas clave en el norte de Europa, incluyendo el estrecho de Dinamarca y el Golfo de Finlandia. Según la inteligencia militar danesa, la creciente militarización de estas operaciones rusas podría dar lugar a incidentes en alta mar, especialmente en zonas donde las fuerzas de la OTAN y Rusia operan en cercanía.

«Estamos en un momento crítico donde cualquier malentendido o choque menor podría convertirse en una crisis mayor», señaló un alto funcionario del Ministerio de Defensa danés al presentar el informe. Este riesgo se amplifica por el número creciente de ejercicios militares y actividades de guerra electrónica de Rusia en el Mar Báltico y el Ártico, donde se teme la interrupción de sistemas de navegación GPS utilizados tanto por aeronaves civiles como por embarcaciones comerciales.

Coalición regional contra la «flota en la sombra»

En respuesta al peligro creciente que representan estos petroleros, una coalición de seis países de la OTAN y sus aliados –Dinamarca, Estonia, Finlandia, Polonia, Suecia y Noruega– ha acordado intensificar los controles sobre las vías fluviales europeas críticas. El foco de estas medidas está dirigido a verificar la validez de las pólizas de seguro de los buques rusos que transitan por estas rutas. Kristen Michal, ministra de Transporte de Estonia, advirtió que «la ausencia de seguros válidos podría derivar en sanciones, prohibiciones o incluso el abordaje de los petroleros en zonas específicas».

Estas naciones buscan además ampliar la cooperación internacional para desmantelar la red operativa de Rusia en este ámbito. Doce países europeos han acordado actuar de manera conjunta para impedir que estos buques operen sin control, maximizando las sanciones y fortaleciendo las inspecciones en puertos clave.

Incluso el riesgo ambiental juega un papel importante en estos planes. Dirigentes como el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, han expresado apoyo a estas medidas, argumentando que cada barril de petróleo exportado por la flota rusa financia no solo el esfuerzo bélico de Moscú, sino que también pone en peligro los mares del norte de Europa, especialmente en un contexto ambiental tan frágil como el Ártico.

Escalada en el Ártico: una nueva frontera geopolítica

El Ártico, que tradicionalmente ha sido un punto focal estratégico debido a sus recursos naturales y sus nuevas rutas marítimas, ha experimentado un crecimiento significativo en la actividad militar rusa. Según el informe danés, es probable que Moscú incremente sus maniobras militares en esta región en un intento por consolidar su influencia y demostrar su poderío frente a los países de la OTAN.

La interferencia con señales de navegación y la exhibición de ejercicios navales son algunas de las tácticas que expertos consideran como parte de una estrategia más amplia de Rusia. Estas provocaciones, según el reporte, aumentan el riesgo de incidentes no intencionados que podrían escalar a situaciones de conflicto en una región de alta volatilidad.

Jonas Gahr Støre, primer ministro de Noruega, señaló que es fundamental para las naciones aliadas no solo aumentar la cooperación militar, sino también establecer nuevos acuerdos internacionales que fortalezcan la regulación marítima en regiones como el Ártico y el Báltico. «La libertad de navegación se debe respetar», dijo, «pero no podemos ignorar las claras amenazas que enfrentamos».

Limitaciones legales y el desafío a largo plazo

A pesar de los esfuerzos multilaterales por contener las maniobras rusas en el Báltico y el Ártico, el marco del derecho internacional complica las acciones directas contra la «flota en la sombra». Aunque las sanciones de la Unión Europea y el Reino Unido ya han alcanzado a decenas de buques, prohibiéndoles la entrada en puertos específicos y restringiendo sus actividades comerciales, el principio de libre tránsito en aguas internacionales se mantiene como un obstáculo significativo para una respuesta más contundente.

Ulf Kristersson, primer ministro de Suecia, instó a no subestimar el desafío legal y estratégico que estas operaciones representan. «La OTAN debe encontrar un equilibrio entre respetar el derecho internacional y garantizar la seguridad de nuestras aguas y nuestras comunidades costeras», afirmó.

Un mar entre tensiones

La advertencia danesa no hace más que reforzar la sensación de que las aguas del Báltico y el Ártico se han convertido en nuevos puntos calientes de un enfrentamiento geopolítico en desarrollo. Con sanciones, controles y maniobras militares creciendo de ambos lados, la región enfrenta un horizonte incierto donde el margen para errores o provocaciones parece disminuir rápidamente. La atención del mundo se centra ahora en cómo reaccionarán las potencias occidentales frente a los movimientos rusos y si será posible evitar que estas aguas agresivamente disputadas se conviertan en el próximo escenario de una confrontación directa.

Referencias: Reuters, BNN Bloomberg


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