La flota de rompehielos nucleares de Rusia abre la temporada de navegación 2025 en el Ártico, escoltando al primer metanero del año hacia Asia. Esta operación reafirma la capacidad de Moscú para dominar la Ruta del Mar del Norte y asegurar su corredor energético.

MOSCÚ, RUSIA – En las gélidas aguas del Mar de Siberia Oriental, una imponente operación logística está en marcha. El buque metanero Georgiy Ushakov, cargado con gas natural licuado (GNL) del proyecto Yamal, ha iniciado la primera travesía transártica de 2025 con destino a los mercados asiáticos. Pero no navega solo. Flanqueándolo, dos colosos de la era atómica, los rompehielos Yamal y Vaygach, abren paso a través de un mar que, incluso en junio, se resiste a abandonar su coraza de hielo.

Esta maniobra, más que un simple envío comercial, es una demostración de capacidad y una declaración de intenciones por parte del Kremlin. El Georgiy Ushakov pertenece a una flota especializada de quince metaneros clase Arc7, diseñados para soportar las condiciones más extremas del planeta y capaces de fracturar por sí mismos capas de hielo de hasta 2,1 metros de espesor. Sin embargo, la presencia de la escolta nuclear en esta fase de transición estacional no es casual; subraya el control absoluto que la flota rusa ejerce sobre la Ruta del Mar del Norte (RMN), una arteria marítima cada vez más vital para el suministro energético global.

La decisión de adelantar la apertura de la temporada —en comparación con el 21 de junio del año anterior— revela la urgencia y la determinación de Moscú por mantener un flujo constante de sus valiosos hidrocarburos hacia Asia. Se trata de una estrategia calculada para consolidar un corredor energético que sortea rutas tradicionales y fortalece su posición como proveedor clave en un escenario de creciente competencia geopolítica.

Lo que hoy es una caravana de tres buques es solo el preludio de una actividad frenética. Las autoridades rusas ya han emitido 345 permisos de navegación para la RMN, una cifra que, según las proyecciones, podría escalar hasta cerca de 1.000 antes de que finalice el año. Este corredor ártico se consolida como un eje fundamental en el comercio energético, especialmente para el GNL.

Las cifras del año pasado hablan por sí solas: el proyecto Yamal LNG despachó un total de 21,2 millones de toneladas de gas, de las cuales 3 millones navegaron directamente hacia puertos asiáticos en 41 travesías. China se erigió como el principal cliente, absorbiendo 2,6 millones de toneladas y evidenciando una dependencia estratégica creciente de esta ruta para su seguridad energética.

Sin embargo, el Ártico impone sus propias reglas. El clima es un factor impredecible que puede alterar cualquier planificación. En octubre de 2024, la inesperada persistencia de hielo marino de varios años cerca de la isla de Wrangel obligó a suspender temporalmente los permisos para buques sin la máxima clasificación de resistencia. A pesar de ello, varios cargueros chinos, en una clara muestra de coordinación estratégica entre Moscú y Pekín, prosiguieron su ruta hacia la planta Arctic LNG 2, demostrando que las cadenas de suministro prioritarias se mantienen operativas incluso bajo presión.

En este preciso instante, siguiendo la estela del Georgiy Ushakov, otros dos buques, el Bering y el Tambey, avanzan hacia el puerto de Pevek, en la remota región de Chukotka. Junto al rompehielos Vaygach, conforman la vanguardia de una operación compleja y altamente especializada, diseñada para exprimir cada día de la corta ventana de navegación estival.

La apuesta rusa es clara: el dominio de la RMN no es solo una ventaja comercial, sino una herramienta de proyección de poder e influencia en una región cuyo valor estratégico no hará más que aumentar. Con su flota de rompehielos nucleares, única en el mundo, Rusia no solo garantiza sus exportaciones, sino que afianza su soberanía sobre las aguas del Ártico, convirtiendo el deshielo en una oportunidad para redibujar el mapa energético euroasiático.

Referencias: RT, Reuters