Irán estaría utilizando el puerto de Beirut como una ruta alternativa para enviar armas a Hezbollah, a pesar de que dicha infraestructura permaneció en gran parte inoperativa desde la devastadora explosión de agosto de 2020. Esto revela que Teherán busca mantener su alianza con el grupo libanés frente a los crecientes obstáculos para su tradicional ruta terrestre a través de Siria.
BERUIT, LÍBANO – Fuentes de inteligencia israelíes han revelado múltiples y recientes intentos por parte de Irán para traficar armamento destinado a la milicia chíí Hezbollah, utilizando una vía que hasta ahora parecía improbable: el puerto de Beirut.
Según informes detallados compilados y divulgados por The Jerusalem Post, Teherán habría encontrado en la ruta marítima a través de la capital libanesa una alternativa estratégica ante las crecientes dificultades que presenta el tradicional corredor terrestre a través de Siria, especialmente tras la menguante influencia y control del gobierno de Bashar al-Assad en ciertas áreas.
La elección del puerto de Beirut como punto de entrada para el tráfico de armas ilícito resulta particularmente llamativa y ha generado sorpresa en círculos de seguridad. Esto se debe a que la infraestructura portuaria quedó gravemente afectada y parcialmente inoperativa desde la monumental explosión de agosto de 2020. Aquel trágico evento, causado por la detonación de miles de toneladas de nitrato de amonio almacenadas negligentemente, segó la vida de cerca de 200 personas, hirió a más de 7,000 y causó una devastación sin precedentes en la ciudad. A pesar de los esfuerzos, el puerto aún no ha sido completamente restaurado.

Ante los obstáculos en las rutas terrestres sirias y la limitada capacidad para el transporte de carga militar a través del aeropuerto internacional Rafic Hariri de Beirut –que rara vez recibe vuelos directos de carga desde Irán–, la vía marítima se presenta como la opción más funcional y discreta para el régimen iraní. Un reporte previo del canal saudí Al-Hadath ya había apuntado hacia el uso de rutas navales directas, o bien a través de terceros países, para el contrabando de material bélico con destino al Líbano.
Las operaciones de tráfico de armamento por mar estarían siendo gestionadas directamente por unidades especializadas de la Fuerza Quds, el brazo de operaciones exteriores del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán. Específicamente, se señala a las Unidades 190 y 700 como las responsables directas de esta logística naval encubierta, evidenciando la implicación directa de las estructuras de seguridad iraníes en el aprovisionamiento de Hezbollah.
Este flujo continuo de armamento se produce en un contexto de aparente calma tensa en la frontera entre Líbano e Israel. A fines de noviembre de 2024, un alto el fuego acordado puso fin a más de un año de intensos enfrentamientos transfronterizos. El pacto preveía el cese inmediato de las hostilidades por parte de Hezbollah en el sur libanés y la retirada de las tropas israelíes en un plazo de 60 días, con la transferencia de control al Ejército libanés y las fuerzas de paz de la ONU (UNIFIL).

Sin embargo, la implementación del acuerdo enfrenta desafíos significativos. Las fuerzas israelíes aún conservan cinco posiciones en el sur del Líbano y, según señalan los informes, continúan lanzando ataques desde ellas. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) advirtió el 15 de abril sobre el impacto humanitario devastador de las acciones militares israelíes, reportando la muerte de al menos 71 civiles libaneses, la profundización de la vulnerabilidad de la población y la destrucción de infraestructura vital. Paralelamente, un alto funcionario de Hezbollah habría mencionado en abril de 2025 la posibilidad de un desarme de la milicia, condicionado a la retirada completa de las fuerzas israelíes del territorio libanés.
La revelación del uso del puerto de Beirut, a pesar de su estado, para el tráfico clandestino de armas subraya la persistencia de la estrategia iraní de apoyo a Hezbollah y la fragilidad del alto el fuego. Este continuo flujo de material bélico socava los esfuerzos de desescalada y mantiene viva la amenaza de un resurgimiento del conflicto en una región ya marcada por la inestabilidad crónica, demostrando que, bajo la superficie de la calma, las tensiones y los preparativos militares siguen latentes.
Referencias: The Jerusalem Post