Estados Unidos llevó a cabo un ataque que resultó en la destrucción del puerto petrolero de Ras Isa, un punto clave controlado por los Hutíes en Yemen. Según fuentes oficiales, el ataque dejó 58 muertos y 126 heridos, convirtiéndose en uno de los más letales desde que Estados Unidos intensificó sus operaciones.
SANÁ, YEMEN – En una acción militar decisiva, Estados Unidos confirmó la destrucción del estratégico puerto petrolero de Ras Isa en Yemen, una instalación bajo el firme control del grupo Houthi, respaldado por Irán. La operación, orientada a mermar las capacidades de los hutíes y cortar sus fuentes de financiamiento ilícito, tuvo un costo humano devastador, con reportes iniciales cifrando las víctimas mortales en al menos 58 personas.
La confirmación de este ataque de alto impacto provino del ejército estadounidense. Mientras Washington detallaba el objetivo estratégico de la operación, el canal de televisión Al Masirah, operado por los hutíes, fue el primero en reportar el alcance de la tragedia: al menos 58 personas murieron y otras 126 resultaron heridas. Esto convierte el incidente en uno de los ataques más letales desde que Estados Unidos intensificó sus acciones militares contra los militantes en la región.
El propósito declarado de la incursión estadounidense era interrumpir el comercio ilegal de combustible que los hutíes manejan a través de Ras Isa y, consecuentemente, debilitar sus capacidades financieras y operativas. El puerto de Ras Isa no es una instalación cualquiera; se le considera un punto neurálgico para la entrada de combustible en Yemen. Sin embargo, bajo el dominio houthi, ha sido sistemáticamente utilizado para el smuggling de combustible, una actividad que, según EE. UU., viola las normativas internacionales y financia sus acciones hostiles. La designación de los hutíes como Organización Terrorista Extranjera (FTO) por parte de Estados Unidos el 5 de abril de 2025 (fecha reportada en el comunicado), subraya la visión de Washington sobre la naturaleza del grupo y sus operaciones.
El Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM) emitió un comunicado detallando la justificación detrás del ataque. Afirmó que los ataques tenían como objetivo debilitar los recursos económicos de los hutíes, fondos que, según el CENTCOM, estaban siendo utilizados para explotar y dañar a la población yemení. La narrativa estadounidense es clara: los ingresos generados por estas importaciones no autorizadas han sido desviados por los hutíes para sostener sus actividades militares, ejercer control opresivo sobre la población local y financiar operaciones terroristas en toda la región.
El CENTCOM enfatizó que el combustible que ingresa a Yemen por Ras Isa debería, en condiciones normales, distribuirse en beneficio del pueblo yemení, severamente afectado por años de conflicto. No obstante, acusan a los hutíes de haber malversado los beneficios de estas importaciones, privando a la población de recursos esenciales. El comunicado estadounidense añadió que el ataque no estaba dirigido contra la población yemení en sí, sino contra la infraestructura terrorista que permite a los hutíes perpetuar la violencia y el caos.
Este evento marca un hito significativo en la campaña militar estadounidense en Yemen, ya que, al parecer, es la primera vez que el ejército estadounidense reconoce públicamente la destrucción de una importante instalación portuaria bajo control houthi. En el pasado, otras fuerzas, incluidas las fuerzas israelíes, también han llevado a cabo ataques contra Ras Isa y otros puertos controlados por los hutíes, aunque la magnitud y el reconocimiento público de este ataque parecen diferir.
La ofensiva contra Ras Isa se enmarca en una campaña más amplia liderada por Estados Unidos y sus aliados para contrarrestar las acciones de los hutíes en el Mar Rojo y la región circundante. El Secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, ha declarado que la ofensiva “será implacable” hasta que los hutíes dejen de atacar buques comerciales y fuerzas navales extranjeras que transitan por la región del Mar Rojo, una vía marítima vital para el comercio global.
Esta vasta campaña involucra la movilización de diversos activos militares estadounidenses, una demostración de fuerza significativa. Entre los recursos desplegados se encuentran dos grupos de ataque de portaaviones, buques de guerra equipados con misiles de crucero, aviones de combate terrestres y los imponentes bombarderos furtivos B-2, estacionados estratégicamente en Diego García, en el Océano Índico.
Las acciones de los hutíes, que han provocado esta respuesta militar, se han intensificado drásticamente desde octubre de 2023. El grupo ha lanzado múltiples y sofisticados ataques contra el transporte marítimo internacional y lo que ellos perciben como intereses israelíes, utilizando un variado arsenal que incluye misiles balísticos y de crucero, drones kamikaze, barcos no tripulados cargados de explosivos y otras armas avanzadas. El grupo afirma que sus acciones son una respuesta directa a las operaciones israelíes contra los palestinos tras los ataques del 7 de octubre desde la Franja de Gaza.
En paralelo a las acciones militares, el gobierno de EE. UU. también ha reforzado la presión económica sobre el grupo y sus redes de financiación, imponiendo recientemente nuevas sanciones dirigidas específicamente al Banco Internacional del Yemen, buscando ahogar aún más los flujos financieros que, según Washington, sustentan las actividades desestabilizadoras de los hutíes.
Referencia: US Centcom