China emerge como potencial receptor del GNL Ártico ruso ante el plan de desacople europeo
En un cambio en el panorama energético global, China emerge como un actor central en la adquisición de gas natural licuado (GNL) ruso, especialmente desde las instalaciones del Ártico, mientras la Unión Europea (UE) se prepara para romper sus lazos energéticos con Rusia.

En un cambio en el panorama energético global, China emerge como un actor central en la adquisición de gas natural licuado (GNL) ruso, especialmente desde las instalaciones del Ártico, mientras la Unión Europea (UE) se prepara para romper sus lazos energéticos con Rusia.
PEKÍN, CHINA – En un movimiento que subraya la profunda reconfiguración de los flujos energéticos globales y las alianzas estratégicas, China se perfila como un potencial sucesor de la Unión Europea en la adquisición del Gas Natural Licuado (GNL) proveniente del estratégico Ártico ruso. Esta posible reorientación cobra fuerza en un momento en que Bruselas avanza en su hoja de ruta para eliminar por completo las importaciones energéticas de Moscú para 2027, una decisión catalizada por la guerra en Ucrania y la intensificada competencia geopolítica entre las grandes potencias.
Las recientes declaraciones del embajador chino en Moscú, Zhang Hanhui, han puesto sobre la mesa el creciente interés de los importadores del gigante asiático por asegurar y ampliar su acceso al GNL ruso. Si bien las plantas ya operativas de Yamal LNG y Sakhalin-2 figuran en la lista de intereses, sus limitaciones de capacidad han desviado la atención hacia el controvertido y sancionado proyecto Arctic LNG 2. Este megaproyecto, vital para las ambiciones energéticas rusas en el Ártico, se encuentra actualmente obstaculizado por las sanciones impuestas por Estados Unidos, añadiendo una capa significativa de riesgo e incertidumbre geopolítica.

El Arctic LNG 2, diseñado con la mirada puesta en el mercado asiático, vio frenadas sus entregas y la construcción de módulos clave tras la imposición de sanciones por parte de Washington en 2023 y principios de 2024. En un primer momento, el temor a sanciones secundarias provocó la reticencia de los compradores chinos. Sin embargo, la ausencia de nuevas medidas punitivas directas contra este sector específico en los últimos meses parece haber moderado la percepción de riesgo, abriendo la posibilidad a que Pekín explore esquemas logísticos alternativos para recibir el GNL. Entre las opciones que se barajan figuran las transferencias de barco a barco (STS) o el uso de almacenamiento flotante, como la barcaza Koryak en Kamchatka, para eludir restricciones.
Evidencia reciente, basada en imágenes satelitales que muestran una actividad sostenida de quema de gas en las líneas de producción (Tren 1 y Tren 2) de Arctic LNG 2, sugiere que la planta podría estar en fase de mantenimiento avanzado o pruebas operativas. Este indicio podría apuntar a una preparación para un reinicio parcial de la producción durante el verano boreal, buscando capitalizar cualquier ventana de oportunidad en el mercado.
Mientras China evalúa cómo sortear el complejo entramado de sanciones y logística, la Unión Europea se enfrenta a sus propias tensiones internas respecto a la estrategia de desacople energético de Rusia. La publicación de su plan definitivo, prevista para mayo, ha sufrido retrasos debido a divisiones significativas entre los Estados miembros. Mientras potencias como Alemania y Polonia impulsan un corte total de los lazos energéticos con Moscú, otros como Francia y Bélgica continúan recibiendo GNL ruso del Ártico. Países como Hungría y Eslovaquia, aún dependientes del gas por gasoducto, muestran escasa disposición a asumir los costos económicos y políticos de una ruptura abrupta.
Este escenario se complica aún más por la creciente adquisición de GNL estadounidense por parte de Europa, vista en parte como un gesto político hacia Washington, pero que también introduce nuevas dinámicas de dependencia y presión en un contexto global marcado por las tensiones comerciales y estratégicas. La posible sustitución de la UE por China como principal cliente del GNL ártico ruso no solo redibujaría el mapa energético mundial, sino que también tendría profundas implicaciones para la seguridad regional y la balanza de poder global.
Referencias: Reuters, RT