Tras el ataque israelí contra Irán, se ha desatado una guerra electrónica en las aguas de Oriente Medio. Buques comerciales reportan una escalada sin precedentes de interferencias en sus sistemas GPS, elevando el riesgo de colisiones y errores de navegación en la región.

MEDIO ORIENTEUna nueva y peligrosa fase de la guerra electrónica se ha desatado en las aguas estratégicas de Oriente Medio, añadiendo una capa de incertidumbre y riesgo a una de las rutas comerciales más vitales del planeta. Tras los recientes ataques aéreos atribuidos a Israel contra objetivos en Irán, los buques que navegan por el Golfo Pérsico y sus alrededores están reportando un drástico y alarmante aumento en las interferencias de sus sistemas de posicionamiento global (GPS). Este fenómeno, lejos de ser un mero inconveniente técnico, representa una amenaza tangible y directa para la seguridad de la navegación marítima.

El Centro Conjunto de Información Marítima (JMIC), el cerebro de vigilancia de las Fuerzas Marítimas Combinadas (CMF) lideradas por Estados Unidos desde su base en Baréin, ha emitido una seria advertencia a la comunidad naviera internacional. Según sus informes, no se trata solo de la pérdida de señal, sino de un problema mucho más sofisticado y peligroso: la suplantación de identidad o spoofing del GPS. Los sistemas de navegación de los barcos están recibiendo señales falsas que los engañan, mostrándoles ubicaciones completamente erróneas. Un buque podría creer que se encuentra en aguas seguras cuando, en realidad, está a punto de encallar o entrar en aguas territoriales hostiles.

Este tipo de guerra asimétrica no es nueva, pero su intensidad y alcance actuales son preocupantes. Incidentes similares se han vinculado en el pasado con operaciones militares en el contexto de la guerra en Ucrania o como parte de las tácticas empleadas por los rebeldes hutíes en el Mar Rojo.

Sin embargo, la escalada actual parece ser una respuesta directa a la confrontación entre Israel e Irán, transformando las transitadas rutas del Golfo Pérsico y el Estrecho de Ormuz en un campo de batalla invisible.

La ofensiva israelí del pasado viernes, dirigida contra instalaciones militares y nucleares clave en Irán, ha fracturado aún más la ya frágil estabilidad regional. Mientras gran parte de la atención se centra en la posibilidad de que Irán intente bloquear físicamente el Estrecho de Ormuz —un punto de estrangulamiento por el que transita cerca del 20% del consumo mundial de petróleo—, la advertencia del JMIC subraya que la amenaza ya está en marcha por medios mucho más sutiles, pero igualmente efectivos.

La interferencia electrónica no hunde barcos con misiles, pero puede provocar colisiones, errores de cálculo catastróficos o desviar buques hacia zonas de riesgo sin que sus tripulaciones sean conscientes del peligro hasta que es demasiado tarde.

Ante este escenario, las recomendaciones del JMIC son claras y urgentes. Se ha instado a todas las compañías navieras a mantener una vigilancia extrema sobre sus ayudas electrónicas y a desconfiar de los datos que estas proporcionan. La directriz es contundente: las tripulaciones deben estar preparadas para operar «a la antigua», recurriendo a métodos de navegación tradicionales y teniendo preparados planes de contingencia y sistemas de respaldo en caso de un fallo total de la electrónica a bordo. Esto implica un retorno a las cartas de navegación en papel, el uso del radar de forma intensiva y la navegación visual, habilidades que la dependencia tecnológica había relegado a un segundo plano.

La situación pone de manifiesto la vulnerabilidad de la infraestructura global a la guerra electrónica. La dependencia casi total del comercio mundial en el GPS convierte a este sistema en un objetivo de alto valor estratégico. Desestabilizar la señal es una forma de proyectar poder e infligir caos económico sin necesidad de disparar un solo tiro.

Mientras tanto, la coalición de las Fuerzas Marítimas Combinadas, que agrupa a 46 naciones, redobla sus esfuerzos para garantizar la seguridad en estas arterias marítimas. Su misión ahora no solo consiste en proteger a los buques de ataques piratas o terroristas, sino también en navegar y guiar a otros a través de este nuevo y traicionero frente de combate digital. La tensión en Oriente Medio ya no se mide solo en el número de buques de guerra desplegados, sino también en la fuerza y la pureza de las señales que viajan silenciosamente por el espectro electromagnético.

Referencias: Centro Conjunto de Información Marítima (JMIC), Bloomberg