La seguridad marítima en el Golfo se tambalea ante una escalada de interferencias GPS. La inexplicable reaparición de un petrolero en Rusia y la subsiguiente colisión en el Estrecho de Ormuz evidencian la creciente amenaza. Expertos alertan sobre la desorientación de buques, impulsada por conflictos geopolíticos, que dispara el riesgo de accidentes en una de las rutas comerciales más vitales del mundo.

MEDIO ORIENTE – El Golfo Pérsico, arteria vital del comercio global y escenario de tensiones geopolíticas persistentes, se encuentra actualmente bajo el escrutinio de la comunidad marítima internacional. Una creciente ola de interferencias en las señales de GPS está desdibujando la realidad de la navegación en sus aguas, generando confusión, desorientación y, lo que es más preocupante, elevando exponencialmente el riesgo de incidentes. La sofisticación y el alcance de estas perturbaciones sugieren una estrategia deliberada, sumiendo a las tripulaciones y a los operadores navieros en un laberinto de incertidumbre y peligro.

El pasado domingo, un evento particularmente inquietante ilustró la magnitud del problema. El gran petrolero Front Tyne, en ruta entre las costas de Irán y los Emiratos Árabes Unidos, protagonizó una anomalía digital desconcertante. A las 9:40 a.m., sus datos de seguimiento lo ubicaron, de forma irreal, muy lejos del Golfo, concretamente en una región agrícola de Rusia, conocida por el cultivo de cebada y remolacha azucarera. Horas después, alrededor de las 16:15, el mismo sistema lo situó en el sur de Irán, cerca de la ciudad de Bidkhun. Las señales continuaron saltando de forma errática, proyectando al buque de un lado a otro del Golfo, en un espectáculo digital surrealista que desafía toda lógica geográfica.

Esta danza fantasma no fue producto de un fallo intrínseco del sistema del barco. Expertos coinciden en que las señales estaban siendo activamente interferidas, una práctica que, según la firma de análisis naviero Windward, ha afectado a casi 1000 buques en el Golfo desde el estallido del conflicto entre Israel e Irán. Esta cifra alarmante subraya la intensidad y la extensión de la problemática, transformando un inconveniente técnico en una amenaza tangible para la seguridad marítima.

La gravedad de la situación quedó crudamente expuesta el pasado martes, cuando dos petroleros colisionaron al sur del Estrecho de Ormuz, esa vía fluvial estrecha pero estratégicamente vital por la que transita una parte sustancial del transporte mundial de petróleo. El impacto fue devastador, con ambos buques en llamas tras el choque.

Uno de los implicados, el Front Eagle, de dimensiones comparables al Front Tyne (más de tres campos de fútbol de largo), había protagonizado una anomalía similar apenas unos días antes. El 15 de junio, los datos de seguimiento de Kpler, una plataforma de datos de materias primas, mostraron que el Front Eagle se encontraba literalmente «en tierra» en Irán, una imposibilidad física para un buque de su calado.

Históricamente, la interferencia de señales en el Estrecho de Ormuz era mínima o inexistente. Sin embargo, en la actualidad, ha aumentado drásticamenteAmi Daniel, director de Windward, advierte que esta situación dispara el riesgo para los barcos en la zona. «Cuando no se puede localizar con precisión a los barcos», explica, «aumenta la probabilidad de accidentes, especialmente en una región ya inherentemente tensa y peligrosa«.

Los buques modernos dependen intrínsecamente del AIS (Sistema de Identificación Automática), un sistema que opera como un GPS marítimo, enviando señales regulares sobre su ubicación, velocidad y dirección. No obstante, estos sistemas son susceptibles a la interrupción. Cuando una tripulación manipula deliberadamente su señal para ocultar su destino o carga, se denomina «suplantación de identidad» o «spoofing». Sin embargo, en el Golfo, los expertos aseguran que la interferencia es obra de terceros, lo que implica que agentes externos están bloqueando o interrumpiendo activamente las señales GPS.

Dimitris Ampatzidis, analista de Kpler, subraya que este tipo de interferencias son habituales en zonas de conflicto. Algunas fuerzas militares las emplean estratégicamente para ocultar sus propias naves o para impedir que otros objetivos sean detectados, convirtiendo el espectro electromagnético en un campo de batalla invisible.

Esta no es la primera vez que la interferencia de señales afecta al transporte marítimo. Interrupciones similares se han documentado en el Mar Negro durante los ataques rusos a puertos ucranianos, en el Estrecho de Taiwán y en aguas cercanas a Siria e Israel. El mes pasado, varios barcos parecieron estar extrañamente ubicados tierra adentro en Puerto Sudán, en otro ejemplo de la desorientación digital.

Jim Scorer, Secretario General de la Federación Internacional de Asociaciones de Capitanes de Barco, enfatiza la peligrosa dependencia de los buques modernos de los sistemas digitales. Si la señal GPS se interrumpe, las tripulaciones se ven obligadas a navegar sin una guía digital precisa, lo que dificulta y hace más peligrosa su labor, devolviendo la navegación a una era pre-digital en la que la precisión era un lujo.

En marzo, la Organización Marítima Internacional (OMI) y otras agencias de la ONU emitieron una severa advertencia sobre el creciente número de casos de interferencia con los sistemas de navegación global, un claro indicativo de la preocupación que esta práctica genera a nivel internacional.

Como un ejemplo más de la maleabilidad de la identidad digital en el mar, un petrolero sancionado por Estados Unidos, el Xi Wang Mu, «apareció» a principios de este año en un templo de la India. Esta ubicación falsa fue, según un análisis de Lloyd’s List Intelligence, probablemente intencional, demostrando la versatilidad y el propósito detrás de estas manipulaciones.

Los datos de seguimiento que mostraron al Front Tyne «moviéndose sobre tierra» el 15 de junio son un testimonio elocuente de la gravedad de la interferencia. La «sombra invisible» de la perturbación digital se cierne sobre el Golfo, obligando a repensar la seguridad y la fiabilidad de la navegación en una de las regiones más cruciales y volátiles del planeta. La comunidad internacional y las autoridades marítimas enfrentan el urgente desafío de abordar esta amenaza creciente antes de que la desorientación digital provoque consecuencias aún más catastróficas.

Referencias: Reuters, TOI