La escalada de tensiones en Oriente Medio ha redefinido las rutas marítimas en el golfo de Omán. Agencias y gobiernos instan a los buques comerciales a evitar las costas iraníes, buscando la seguridad en aguas omaníes. Esta precaución responde al riesgo latente de ataques y a la creciente interferencia electrónica, impactando el comercio y los fletes.

MEDIO ORIENTE – El pulso de la geopolítica se siente con especial intensidad en las aguas del golfo de Omán y el estrecho de Ormuz, arteria vital para el comercio global de energía. La creciente escalada de conflicto entre Irán e Israel, una confrontación que se ha prolongado por seis días, ha provocado un cambio drástico en las rutas de navegación comercial, con implicaciones profundas para la seguridad marítima y el flujo de mercancías. La cautela se impone; las agencias marítimas y los gobiernos nacionales han emitido advertencias urgentes, instando a los buques a evitar las costas iraníes, optando por la relativa seguridad de las aguas cercanas a Omán.

La decisión no es trivial. El estrecho de Ormuz, con apenas 33 kilómetros en su punto más estrecho y rutas de navegación de solo 3 kilómetros de ancho, es un punto de estrangulamiento estratégico. Por él transita una parte sustancial del petróleo mundial, convirtiéndolo en un objetivo de alta sensibilidad en tiempos de crisis. Irán, consciente de su posición, ha advertido en el pasado sobre la posibilidad de cerrar este paso marítimo, una medida que desencadenaría un caos económico global y dispararía los precios del petróleo.

La actual dinámica es una danza delicada entre la necesidad del comercio y la amenaza inminente. Fuentes navieras confirman que, como medida de precaución, la mayoría de los buques comerciales ahora se ciñen a la costa de Omán durante gran parte de su travesía hacia el estrecho.

Datos de seguimiento de MarineTraffic del miércoles revelan claramente esta tendencia: un agrupamiento de embarcaciones navegando más cerca de Omán, mientras que los buques con bandera iraní se mantienen predominantemente dentro de sus propias aguas territoriales.

El contexto de esta reconfiguración de rutas es complejo y multifacético. Los ataques transfronterizos entre Israel e Irán han intensificado la alerta en la región.

El líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, en sus primeras declaraciones públicas desde el recrudecimiento del conflicto, ha rechazado categóricamente las demandas de rendición incondicional del presidente estadounidense Donald Trump, lo que subraya la inflexibilidad de las posiciones y el potencial de una escalada aún mayor. La retórica se traduce en riesgo palpable.

Además de la amenaza de ataques directos, la seguridad en la región se ha visto comprometida por la creciente interferencia electrónica en los sistemas de navegación. Esta perturbación, cada vez más frecuente en el estrecho de Ormuz y el golfo en general, añade una capa adicional de incertidumbre para los buques mercantes, particularmente aquellos que transportan hidrocarburos.

El Centro Conjunto de Información Marítima (JMIC), adscrito a las Fuerzas Marítimas Combinadas (FMC) lideradas por Estados Unidos, ha elevado el nivel de amenaza marítima a «elevado», confirmando que el riesgo persiste ante la continuidad de las operaciones militares.

Las repercusiones económicas son innegables. QatarEnergy, un actor crucial en el mercado energético global, ha instruido a sus petroleros a permanecer fuera del estrecho de Ormuz y a ingresar al Golfo solo 24 horas antes de la carga programada. Esta medida, según fuentes familiarizadas con la situación, es una respuesta directa al conflicto regional. Los fletes para los buques de gran capacidad (VLCC), superpetroleros con capacidad para transportar hasta 2 millones de barriles de crudo, han experimentado un aumento espectacular, pasando de poco más de 20.000 dólares diarios la semana pasada a más de 50.000 dólares diarios esta semana. Este incremento es un indicador claro de la percepción de riesgo y la limitación de la oferta de transporte seguro.

La preocupación no es exclusiva de las agencias marítimas. El Ministerio de Transporte Marítimo griego ha emitido un aviso formal a sus buques con bandera griega, instándoles a evitar las aguas iraníes en el Golfo Pérsico, el estrecho de Ormuz y el golfo de Omán «siempre que sea posible». La justificación es contundente: el ministerio ha documentado «violaciones de la libertad de navegación y de la seguridad marítima» en el pasado cerca de las costas de Irán, lo que subraya la amenaza real para los buques mercantes.

En definitiva, las aguas del golfo de Omán se han convertido en un barómetro de la inestabilidad regional. La necesidad de adaptar las rutas marítimas, la escalada de los fletes y las advertencias de seguridad de múltiples actores son un testimonio de cómo la geopolítica en Oriente Medio, marcada por la intensificación de las tensiones entre Irán e Israel, impacta directamente en la fluidez y seguridad del comercio global, con el estrecho de Ormuz como epicentro de esta compleja ecuación.

Referencias: Reuters, BBC