8 de septiembre de 2025

Venezuela despliega lanchas lanzamisiles iraníes en el Caribe

La Armada de Venezuela habría incorporado lanchas lanzamisiles Peykaap III de fabricación iraní, según imágenes difundidas en redes sociales. Estas embarcaciones rápidas, diseñadas para tácticas de enjambre, podrían alterar la dinámica naval en el Caribe y complicar las operaciones estadounidenses en la región.

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Caracas, Venezuela / Sábado 6 de septiembre de 2025 — La aparición de lanchas de ataque rápido Peykaap III en aguas venezolanas ha generado inquietud en el ámbito de defensa internacional. El material audiovisual, difundido por la cuenta especializada OSINTWarfare en la red social X, muestra varias embarcaciones de origen iraní ejecutando maniobras cerca de la costa. Aunque la autenticidad del video aún no ha sido confirmada por fuentes independientes, su rápida circulación ha despertado un intenso debate sobre el alcance de la cooperación militar entre Caracas y Teherán.

El Peykaap III, desarrollado por la Armada del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, es una embarcación ligera de unos 17 metros de eslora, capaz de alcanzar velocidades superiores a los 50 nudos. Su diseño está optimizado para operaciones de enjambre, en las que múltiples unidades atacan de forma coordinada a buques de mayor tamaño, explotando la saturación y la movilidad como ventajas tácticas. Puede ser armado con ametralladoras pesadas o con misiles antibuque CM-90, de un alcance aproximado de 90 kilómetros, lo que lo convierte en un recurso de ataque desproporcionado respecto a su tamaño.

De confirmarse su despliegue, Venezuela pasaría de una doctrina naval de defensa costera tradicional a una estrategia más ágil y ofensiva, reforzada por sistemas asimétricos de bajo coste y alta velocidad. Esta evolución coincide con la profundización de los lazos militares entre Caracas y Teherán, que han sorteado las sanciones internacionales para consolidar una cooperación en áreas sensibles como energía, defensa y transferencia de tecnología.

Según analistas regionales, las embarcaciones podrían haber sido entregadas de manera encubierta durante el verano de 2025, aprovechando los acuerdos bilaterales que ambos gobiernos han intensificado en los últimos meses. El carácter discreto de estas transferencias refleja un patrón de cooperación que desafía los mecanismos tradicionales de monitoreo internacional.

La implicación más inmediata recae sobre las operaciones del Comando Sur de Estados Unidos (SOUTHCOM), responsable de patrullas de libertad de navegación y misiones antinarcóticos en el Caribe. La presencia de lanchas iraníes en la zona de influencia marítima venezolana plantea un desafío directo a los buques estadounidenses, en particular a destructores de la clase Arleigh Burke y buques de combate litoral que operan de forma recurrente en la región.

El riesgo operativo radica en la capacidad del Peykaap III para aprovechar la geografía costera venezolana: bahías, estuarios y zonas de difícil detección que permiten a estas unidades dispersarse, enmascarar sus movimientos y lanzar ataques relámpago con misiles antes de retirarse a puerto. En caso de una escalada, podrían hostigar o rodear unidades navales estadounidenses durante patrullas rutinarias, forzando a los comandantes a adoptar una postura más defensiva y aumentando la probabilidad de errores de cálculo en encuentros cercanos.

Misiles antibuque CM-90

Para los equipos de interdicción marítima, helicópteros y destacamentos de abordaje que acompañan estas operaciones, la amenaza se multiplica. Un ataque sorpresa coordinado desde varias lanchas rápidas podría comprometer seriamente su seguridad, obligando a Washington y a sus aliados a invertir más en vigilancia sostenida, cobertura aérea y reglas de enfrentamiento más estrictas.

En el plano estratégico, este despliegue sugiere la intención de negar el acceso marítimo a fuerzas extranjeras mediante el uso de plataformas ágiles y difíciles de neutralizar, en lugar de buscar una confrontación convencional de flotas. Se trata de una apuesta por la guerra naval asimétrica, en la que una marina de segundo nivel puede socavar la libertad de navegación mediante acciones persistentes y de alto riesgo calculado.

Fuentes: OSINT