Suecia ha concluido que el daño al cable submarino entre Suecia y Letonia, se trató de un accidente provocado por un barco mercante de Malta por una compleja combinación de factores técnicos y errores humanos, descartando definitivamente cualquier intención deliberada.
Estocolmo, Suecia – En una región ya marcada por tensiones geopolíticas y preocupaciones en torno a la seguridad de infraestructura crítica, las autoridades suecas han cerrado finalmente la investigación sobre el incidente que dañó un importante cable submarino de comunicaciones que conecta Suecia con Letonia. Este caso, que generó alarma inicial por un posible sabotaje, ha sido aclarado tras una investigación exhaustiva que revela un conjunto desafortunado de errores técnicos y condiciones climáticas adversas.
El buque involucrado en el incidente, el carguero Vezhen, operado bajo bandera de Malta, quedó en el centro de las pesquisas después de que el cable resultara cortado el pasado 26 de enero. Las investigaciones a cargo de la fiscalía sueca confirmaron que el daño fue causado por el arrastre accidental de un ancla perteneciente al buque. «Podemos asegurar que no se trató de un sabotaje», declaró enfáticamente Mats Ljungqvist, fiscal principal encargado del caso. Según detalló, los desperfectos fueron una consecuencia directa de una serie de factores fortuitos que incluyeron condiciones meteorológicas extremas, fallos técnicos a bordo del buque y errores humanos.
Una serie de fallos técnicos y condiciones adversas
De acuerdo con los resultados de la investigación, el incidente comenzó cuando el sistema de bloqueo del ancla del Vezhen presentó múltiples fallas. De los tres sistemas previstos para fijarla, dos ya se encontraban inoperativos desde hacía tiempo, mientras que el bloqueo manual no pudo resistir el impacto de una ola particularmente fuerte que liberó el ancla sin que la tripulación se percatara de lo ocurrido. A lo largo de 24 horas, el pesado dispositivo arrastró sobre el lecho marino, generando tensiones que acabaron rompiendo el cable submarino.
La tripulación del Vezhen, según las autoridades suecas, tampoco detectó anomalías durante el incidente. Mientras el ancla se arrastraba sin control, el sistema de piloto automático del barco trató de estabilizar la velocidad de navegación, camuflando cualquier irregularidad. Este detalle evitó que los marineros notaran la anomalía hasta que el daño ya estaba hecho. Fue solo tras el análisis forense del fondo marino y los datos del sistema del barco que los fiscales pudieron reconstruir el evento con claridad.

Una respuesta rápida, pero sin indicios de sabotaje
El Vezhen fue abordado por funcionarios suecos el 27 de enero, un día después del daño al cable. La operación incluyó el registro completo del buque, la revisión del equipo, el interrogatorio de la tripulación y una minuciosa investigación en la zona afectada del Báltico. Aunque las sospechas iniciales se inclinaron hacia la posibilidad de un acto de sabotaje, especialmente en un contexto de creciente incertidumbre en la región, los investigadores descartaron rápidamente cualquier intencionalidad maliciosa y concluyeron que se trató de un accidente ligado a negligencias técnicas y mala preparación.
“Estamos hablando de una sucesión desafortunada de factores que, lamentablemente, convergieron en un daño significativo a una infraestructura crítica”, aseguró Ljungqvist, añadiendo que la investigación aún sigue abierta respecto a posibles responsabilidades adicionales, como incumplimientos normativos o negligencias por parte de los operadores del carguero.
Contexto geopolítico y sobredimensionamiento del riesgo
El incidente ha ocurrido en un escenario tenso en el Mar Báltico, donde los países ribereños han intensificado la vigilancia tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia en 2022 y episodios anteriores de daños a infraestructuras submarinas. La ruptura del Nord Stream, ocurrida en 2022, todavía alimenta temores de sabotajes orquestados con fines desestabilizadores, lo que ha obligado a las fuerzas de la OTAN a reforzar la seguridad en la región mediante fragatas, aviones de patrulla marítima y drones dedicados a proteger estas instalaciones esenciales.
En este contexto, la sospecha inicial no solo recayó sobre el Vezhen sino también sobre otros barcos presentes en la zona durante la fecha del incidente. Entre ellos figuraba el buque mercante noruego Silver Dania, que operaba con una tripulación compuesta íntegramente por ciudadanos rusos. Este barco fue retenido en Noruega a petición de las autoridades de Letonia, lo que desató un breve episodio diplomático entre ambos países. Sin embargo, tras semanas de investigación, el Silver Dania también fue liberado al no encontrarse evidencia alguna que lo implicara en el incidente.

Repercusiones y preocupaciones a futuro
Aunque las investigaciones descartan intenciones maliciosas en el caso del Vezhen, la serie de errores técnicos denunciados y la incapacidad de la tripulación para detectar el problema han puesto sobre la mesa incómodas preguntas sobre las prácticas de seguridad de los operadores marítimos. La naviera búlgara Navibulgar, propietaria del Vezhen, aseguró que el carguero navegaba en condiciones meteorológicas “extraordinariamente difíciles”, pero reiteró que no hubo intención criminal y prometió reforzar la supervisión técnica de sus embarcaciones.
El incidente también subraya la vulnerabilidad inherente de las redes submarinas de comunicaciones, que son esenciales para la conectividad global. La OTAN y los estados del Báltico han redoblado sus esfuerzos para proteger este tipo de infraestructuras, esenciales no solo para las telecomunicaciones, sino también para la transmisión de energía en la región.
Aunque este incidente demostró ser un cúmulo de circunstancias desafortunadas, ha servido como recordatorio de lo delicada que puede ser la gestión de infraestructura crítica en un contexto geopolítico de alta tensión. Expertos marítimos y agencias internacionales han instado a realizar auditorías exhaustivas en buques de carga y reforzar los protocolos de seguridad para prevenir eventos similares en el futuro, mientras que los gobiernos de la región evalúan aumentar las sanciones en casos de negligencia que afecten áreas sensibles como el Mar Báltico.
Entre confusiones iniciales y temores de sabotaje, lo que comenzó como un misterio en aguas profundas ha permitido abordar, aunque desde la adversidad, nuevos debates sobre la seguridad marítima y la fragilidad de las líneas de conexión globales en tiempos de tensión e incertidumbre.
Referencias: Reuters, AP News