El nuevo gobierno sirio ha bloqueado la evacuación de equipos militares rusos de la base naval de Tartus, una instalación estratégica que Moscú ha utilizado durante años como punto clave de su presencia en la región.
Damasco, Siria – En un giro inesperado que refleja las complejidades geopolíticas de Oriente Medio, este movimiento, confirmado por fuentes locales y reportado por varios medios internacionales, subraya el deterioro de las relaciones entre Rusia y Siria tras la caída del régimen de Bashar al Assad, quien fue un histórico aliado de Moscú.
Un barco ruso varado y un proceso de evacuación detenido
El buque de carga ruso Sparta II, que zarpó desde Baltiysk, en el enclave de Kaliningrado, el pasado 11 de diciembre de 2024, ha permanecido a la deriva en las cercanías del puerto de Tartus desde el 5 de enero de 2025. Este barco, destinado a evacuar equipos militares y personal ruso, no ha recibido autorización para atracar en el puerto, dejando en suspenso el proceso de retirada de activos rusos de la base naval. Según fuentes cercanas al asunto, las fuerzas rusas ya habían comenzado a desmantelar sistemas clave, incluyendo radares de defensa aérea, y habían trasladado más de 100 camiones cargados con equipo militar hacia el puerto con la intención de embarcarlos.
Sin embargo, la falta de cooperación del nuevo gobierno sirio ha paralizado la operación, dejando tanto al personal como al equipo varados en Tartus. Hasta el momento, no se ha desplegado ningún otro buque para apoyar la evacuación, lo que ha generado una situación de incertidumbre para las fuerzas rusas que aún permanecen en el país.
El cambio de régimen y sus repercusiones
El bloqueo por parte de las autoridades sirias se produce en un contexto político profundamente transformado. La reciente caída del régimen de Bashar al Assad, quien fue derrocado por fuerzas rebeldes en un levantamiento que culminó a finales de 2024, marcó un punto de inflexión en la política interna de Siria. Durante más de una década, Assad gobernó con el respaldo militar y político de Rusia, que intervino directamente en el conflicto sirio en 2015 para apuntalar su régimen frente a las fuerzas opositoras y grupos extremistas.
Sin embargo, la llegada al poder de un nuevo gobierno en Damasco ha alterado significativamente las dinámicas de la relación bilateral. El nuevo liderazgo sirio, que parece estar tomando distancia de Moscú, ha dejado claro que no seguirá siendo un aliado incondicional del Kremlin. Este cambio de postura podría estar motivado, en parte, por el deseo de diversificar sus alianzas internacionales y reconstruir su posición en la región tras años de guerra devastadora.
La base aérea de Khemeimim: la última opción de evacuación
Con la evacuación marítima bloqueada, la base aérea de Khemeimim, ubicada en la provincia de Latakia, se ha convertido en la única ruta viable para la retirada de activos rusos. Esta instalación, que ha servido como un punto neurálgico para las operaciones militares de Moscú en Siria desde 2015, sigue recibiendo vuelos del Ministerio de Defensa ruso. Sin embargo, la capacidad logística de la base es limitada, lo que dificulta un traslado rápido y eficiente del equipo militar acumulado en Tartus.
Mientras tanto, el Kremlin enfrenta un dilema estratégico. La incapacidad para evacuar completamente sus activos podría poner en riesgo la seguridad de su personal y el valioso equipo militar que permanece en Siria. Además, la situación plantea preguntas sobre la sostenibilidad de la presencia rusa en un país donde el panorama político ha cambiado drásticamente.
El papel de Ucrania en el nuevo escenario sirio
En medio de esta crisis, Ucrania ha aprovechado la coyuntura para fortalecer sus lazos con el nuevo gobierno sirio. El ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Andrii Sybiha, realizó una visita diplomática a Damasco el 30 de diciembre de 2024, marcando un gesto simbólico de acercamiento entre Kiev y la nueva administración siria. Según declaraciones del portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ucraniano, Heorhii Tykhyi, ambos gobiernos comparten posturas similares respecto a la presencia militar rusa en Siria, aunque no se han revelado detalles específicos sobre el contenido de las conversaciones.
Este acercamiento entre Ucrania y Siria podría tener implicaciones significativas para Moscú, que ya enfrenta un aislamiento creciente en el escenario internacional debido a su invasión de Ucrania y sus políticas exteriores agresivas. La posibilidad de que el nuevo gobierno sirio colabore con Kiev en temas relacionados con la presencia rusa añade una capa adicional de complejidad a la crisis en Tartus.
Un futuro incierto para la influencia rusa en Siria
El bloqueo de la evacuación en Tartus es un recordatorio de cómo los cambios políticos internos de un país pueden repercutir en las dinámicas geopolíticas globales. Para Rusia, que durante años utilizó su presencia en Siria como una herramienta para proyectar poder en Oriente Medio, la pérdida de influencia en Damasco representa un revés significativo.
A medida que el Kremlin busca soluciones para retirar sus activos y redefinir su estrategia en la región, el futuro de su relación con Siria permanece incierto. Por su parte, el nuevo gobierno sirio parece decidido a marcar distancia con su antiguo aliado, enviando una señal clara de que la era de la dependencia de Moscú ha llegado a su fin.
En este contexto, la situación en Tartus no solo pone en evidencia las tensiones entre ambos países, sino que también refleja los desafíos más amplios que enfrenta Rusia en un mundo donde su posición geopolítica se ve cada vez más cuestionada.
Referencias: Reuters, Kyiv Independent