Las negociaciones tienen lugar luego de una reciente conversación telefónica entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y el presidente estadounidense, Donald Trump, en la que ambos debatieron sobre la creciente preocupación por la navegación segura en el Mar Negro tras los ataques rusos a buques mercantes en la zona.


Moscú, Rusia – En un movimiento clave para abordar la intensidad del conflicto en Europa del Este, Rusia y Estados Unidos han decidido entablar negociaciones cruciales en Arabia Saudita, teniendo como foco principal la seguridad marítima en el Mar Negro y el establecimiento de un alto el fuego en Ucrania. Las conversaciones, programadas para el próximo lunes en la ciudad de Riad, representan un intento significativo de acercamiento diplomático en medio de tensiones bélicas que continúan afectando a la región y generando repercusiones globales en términos estratégicos y económicos.

El encuentro en Riad será escalonado: la delegación estadounidense primero dialogará con funcionarios ucranianos antes de iniciar reuniones separadas con los representantes rusos.

Por su parte, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, describió esta iniciativa como una estrategia de “diplomacia de enlace”, subrayando que la administración estadounidense busca consolidar acuerdos para un alto el fuego marítimo. Las expectativas internacionales están puestas en los posibles avances que puedan derivarse de estas conversaciones de alto nivel.

El Kremlin confirmó la presencia de pesos pesados en las conversaciones. Entre ellos destaca Grigory Karasin, presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Consejo de la Federación, y Sergei Beseda, asesor del director del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB). Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin, explicó que las discusiones no solo se enfocarán en aspectos técnicos relacionados con la navegación en el Mar Negro, sino también en medidas para implementar un “alto el fuego total” que permita avanzar hacia una paz duradera en la región.

El secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, junto al asesor de Seguridad Nacional de EEUU, Mike Waltz, y el enviado de EEUU a Oriente Medio, Steve Witkoff, durante una reunión con el ministro de Asuntos Exteriores saudí.

La situación en el mar ha escalado preocupaciones tras una serie de nuevos ataques rusos sobre buques mercantes en el puerto de Odesa, un punto neurálgico para la exportación de alimentos ucranianos. Particularmente, el ataque contra un granelero de gestión griega dejó un saldo trágico de cuatro marineros muertos, tres de ellos extranjeros, además de dos personas heridas. En este contexto, la seguridad marítima emerge como uno de los ejes clave de las negociaciones.

Uno de los puntos críticos en el centro de la discusión será la restauración de un mecanismo similar a la Iniciativa de Granos del Mar Negro, gestionada previamente por Turquía y las Naciones Unidas. Este acuerdo, que permitió exportar cerca de 33 millones de toneladas métricas de grano ucraniano, fue suspendido por Rusia en 2023, alegando que las promesas relacionadas con sus propias exportaciones de alimentos y fertilizantes no se cumplieron.

Desde entonces, Ucrania ha tomado medidas para garantizar la navegación segura en sus aguas, realizando ataques selectivos contra buques de guerra rusos y obligando a la flota de Moscú a operar en áreas más protegidas. Sin embargo, la inseguridad marítima sigue afectando la estabilidad alimentaria global, especialmente en países dependientes de estas exportaciones.

En paralelo a las negociaciones bilaterales, actores europeos han intensificado sus propios esfuerzos en relación con la crisis ucraniana. El primer ministro británico, Keir Starmer, se reunió recientemente con líderes militares occidentales para analizar la posibilidad de desplegar una fuerza internacional que supervise un eventual alto el fuego en la región. Por su lado, el presidente francés, Emmanuel Macron, propuso la ampliación de la garantía de seguridad nuclear para incluir a toda la Unión Europea, un plan severamente cuestionado por Rusia.

Desde Moscú, las reacciones no tardaron en llegar. Sergei Shoigu, secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, calificó estas iniciativas europeas como expresiones de un “sentimiento antirruso” que exacerban las tensiones. En la misma línea, Maria Zakharova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, criticó con firmeza los llamados de Alemania a incrementar su gasto militar, describiéndolos como una búsqueda de “venganza histórica”.

Mientras tanto, otros temas más complicados continúan presentes en el trasfondo de las discusiones. La situación de Crimea, anexionada por Rusia en 2014, sigue siendo un punto de fricción divisivo. Moscú insiste en que la península forma legalmente parte de su territorio, mientras que la mayoría de la comunidad internacional la reconoce como parte de Ucrania. Aunque algunos informes sugieren que el presidente Trump podría considerar aceptar la soberanía rusa sobre Crimea, Zelensky recientemente aseguró que este asunto no fue abordado durante su conversación con el líder estadounidense.

Por último, existe un interés particular en garantizar la protección de la infraestructura energética de Ucrania. Durante su último contacto telefónico, Trump y Putin acordaron suspender temporalmente los ataques contra centrales eléctricas, ferrocarriles y puertos imprescindibles para la economía ucraniana. Con todo, la situación en la central nuclear de Zaporizhia, bajo control ruso desde 2022, sigue siendo una fuente de incertidumbre y potencial riesgo.

El desenlace de estas negociaciones en Arabia Saudita podría marcar un punto de inflexión en el panorama del conflicto en Ucrania y las tensiones en torno al Mar Negro. Sin embargo, los desafíos son innumerables, desde los intereses geopolíticos enfrentados hasta la necesidad de garantizar seguridad alimentaria y energética a nivel global. A medida que el mundo observa con atención, estas conversaciones en Riad prometen ser un indicador importante del futuro de la estabilidad internacional.

Referencias: Reuters, Al-Jazeera, RT