Ante la creciente asertividad de Moscú, Polonia y los países bálticos están redefiniendo el equilibrio naval en la región. Su apuesta por submarinos de última generación y lanchas de ataque rápido busca crear una disuasión creíble y ágil en las estratégicas aguas del Báltico.

VARSOVIA, POLONIA – El Mar Báltico, un escenario históricamente complejo y de vital importancia estratégica, está siendo testigo de una transformación silenciosa pero contundente. Lejos de los grandes titulares, Polonia, junto a Lituania y Letonia, ha puesto en marcha un ambicioso plan para reforzar sus capacidades navales, una respuesta directa y calculada a la creciente sombra de la Flota Báltica rusa, operando desde su bastión en Kaliningrado. No se trata de adquisiciones aisladas, sino de una recalibración doctrinal coordinada que busca cambiar las reglas del juego en el flanco nororiental de la OTAN.

El epicentro de esta modernización es el programa «Orka» de Polonia, una iniciativa de proporciones estratégicas diseñada para reemplazar su único y envejecido submarino de la era soviética, el ORP Orzeł. Varsovia no busca un simple sustituto; la licitación, cuya firma se espera para finales de 2025, contempla la adquisición de tres a cuatro submarinos de última generación. Las exigencias son claras: plataformas equipadas con propulsión independiente del aire (AIP), que les confiere una discreción y autonomía excepcionales, y la capacidad de lanzar misiles de crucero de largo alcance. Estas naves serán auténticos depredadores silenciosos, diseñados para operar en las traicioneras y poco profundas aguas litorales del Báltico, ejecutando misiones de inteligencia, negación de área y, si fuera necesario, ataques de precisión contra objetivos terrestres.

La competencia por este codiciado contrato, valorado en más de 3.000 millones de euros, es feroz. Gigantes de la construcción naval como la alemana TKMS, la sueca Saab y la italiana Fincantieri están en la delantera, pero la surcoreana Hanwha Ocean ha irrumpido con una oferta disruptiva: tres submarinos KSS-III Batch-II acompañados de una significativa transferencia tecnológica y participación industrial local.

Esta propuesta resuena con fuerza en Varsovia, que ve en ella una oportunidad para fortalecer su propia base industrial de defensa.

Simultáneamente, y en una demostración de cohesión regional, Lituania y Letonia han unido fuerzas en el programa «Embarcaciones de Ataque Multipropósito del Futuro Común» (CFMAC).

En colaboración con el astillero finlandés Marine Alutech, han comenzado a recibir las primeras lanchas rápidas de ataque Watercat M18. Estas embarcaciones, aunque de pequeño tamaño, son la personificación de la guerra asimétrica. Armadas con lanzadores de misiles SPIKE NLOS con un alcance de 32 kilómetros y ametralladoras pesadas, están diseñadas para operar a velocidades de hasta 35 nudos en aguas someras como la Laguna de Curlandia, un entorno inaccesible para buques de mayor calado.

Su misión es clara: actuar como un enjambre letal capaz de hostigar, retrasar e incluso neutralizar formaciones navales rusas mucho mayores. Además, son una herramienta fundamental para contrarrestar amenazas híbridas, como incursiones de fuerzas especiales, sabotajes en infraestructuras críticas terminales de GNL, parques eólicos marinos o el despliegue de drones. Para los países bálticos, esta inversión representa un cambio de paradigma, una apuesta por la agilidad y la letalidad distribuida frente a un adversario numéricamente superior.

Estas iniciativas no operan en el vacío. La interoperabilidad dentro de la OTAN es un pilar fundamental. Los nuevos submarinos polacos y las lanchas bálticas se integrarán en los grupos de trabajo de la Alianza, fortaleciendo el conocimiento del dominio marítimo y creando una red de defensa en profundidad. La reciente adhesión de Finlandia y Suecia a la OTAN no hace sino amplificar la importancia estratégica de este rearme, consolidando el Báltico como un «lago de la OTAN» mucho más defendible.

En definitiva, lo que estamos presenciando es la redefinición de la estrategia marítima en el norte de Europa. Polonia, Lituania y Letonia no solo están comprando barcos; están invirtiendo en resiliencia, capacidad de respuesta rápida y una defensa avanzada que envía un mensaje inequívoco a Moscú. Con las primeras entregas previstas para antes de 2027, las aguas del Báltico se están convirtiendo, una vez más, en el tablero de ajedrez donde se juega la seguridad del continente.

Referencias: Ministerio de Defensa de Polonia, Hanwha Ocean