La India culpó a Pakistán de proteger a los terroristas responsables del atentado en Pahalgam, Cachemira, que dejó un trágico saldo de 26 muertos. Este suceso provocó un aumento de las tensiones entre ambos países, lo que llevó a la suspensión de todo el comercio bilateral y al despliegue del portaaviones indio INS Vikrant en la región.
NUEVA DELHI, INDIA – Las tensiones entre India y Pakistán, dos potencias nucleares de Asia del Sur, han alcanzado un punto crítico tras un atentado terrorista en Pahalgam, Cachemira, que dejó 26 muertos, en su mayoría turistas indios, y 17 heridos. El ataque, perpetrado el 22 de abril y reivindicado por el Frente de Resistencia (TRF), una célula de la organización terrorista Lashkar-e-Taiba, ha desencadenado una escalada diplomática y militar sin precedentes desde 2019, con ambos países adoptando medidas drásticas que amenazan con desestabilizar la región.
El atentado ocurrió en la pradera de Baisaran, cerca de Pahalgam, cuando entre cinco y seis hombres armados con rifles AK-47 abrieron fuego contra un grupo de turistas. Según supervivientes, los atacantes preguntaron a las víctimas su religión y dispararon a quienes no recitaron versos islámicos. India acusó a Pakistán de respaldar al TRF, señalando que dos de los tres sospechosos identificados, Asif Fauji y Suleman Shah, son ciudadanos pakistaníes. Islamabad negó cualquier implicación, condenó el ataque y exigió pruebas, pero la respuesta india fue inmediata y contundente.

El gobierno de Narendra Modi, bajo presión interna para actuar con firmeza, anunció una serie de medidas punitivas el 23 de abril:
- Cierre de fronteras y visados: India suspendió todos los visados para ciudadanos pakistaníes, ordenando su salida en 48 horas (72 para casos médicos). El principal paso fronterizo de Wagah fue clausurado.
- Suspensión del Tratado de Aguas del Indo: Por primera vez en 65 años, India anuló su participación en este acuerdo de 1960, que regula el reparto de los ríos Indo, Jhelum y Chenab, vitales para la agricultura pakistaní, que depende del 80% del caudal. El secretario de Exteriores, Vikram Misri, condicionó su reactivación a que Pakistán renuncie al “terrorismo transfronterizo”.
- Expulsión de diplomáticos: India redujo el personal diplomático pakistaní en Nueva Delhi de 55 a 30, expulsó a agregados militares y citó al alto diplomático Saad Ahmad Warraich para presentar supuestas pruebas de la implicación de Pakistán.
Modi prometió “perseguir y castigar” a los responsables “hasta el fin del mundo”, mientras el Comité de Seguridad del Gabinete se reunió para evaluar posibles acciones militares.
El Comité de Seguridad Nacional de Pakistán, presidido por el primer ministro Shehbaz Sharif, se reunió el 24 de abril y anunció contramedidas igualmente severas:
- Cierre de espacio aéreo y comercio: Pakistán prohibió el sobrevuelo de aerolíneas indias, clausuró la frontera terrestre y suspendió todo comercio bilateral, incluyendo mercancías de terceros países que transiten por su territorio.
- Expulsión de ciudadanos y diplomáticos: Los ciudadanos indios en Pakistán recibieron 48 horas para abandonar el país, y los asesores militares indios en Islamabad fueron declarados personas no gratas.
- Advertencia sobre el agua: Pakistán calificó cualquier intento de India de restringir el flujo del río Indo como un “acto de guerra”, prometiendo una respuesta con “toda la fuerza del poder nacional”.
El ministro de Defensa, Khawaja Asif, acusó a India de librar una “guerra de baja intensidad” y afirmó que Pakistán está preparado para una escalada si Nueva Delhi intensifica sus acciones.
La escalada no se limitó a la diplomacia. India desplegó el portaaviones INS Vikrant en el mar Arábigo para realizar maniobras militares cerca de la costa pakistaní, una demostración de fuerza que incluye cazas MiG-29K y helicópteros. En respuesta, Pakistán inició ejercicios navales con fuego real cerca del puerto de Gwadar, involucrando disparos de superficie y submarinos, además de preparar pruebas de misiles en la misma zona.
En Cachemira, India intensificó su presencia militar, frustrando un intento de infiltración en Baramulla, donde dos militantes fueron abatidos. Sin embargo, un soldado indio, Jhantu Ali Shaikh, murió en un enfrentamiento en Udhampur. La policía ofrece recompensas por información sobre los atacantes de Pahalgam, mientras la región permanece bajo un amplio dispositivo de seguridad.
Cachemira, dividida entre India y Pakistán desde 1947, ha sido el epicentro de tres guerras y una insurgencia armada desde 1989. La revocación del estatus especial de Cachemira por parte de India en 2019 exacerbó las tensiones, aunque la violencia había disminuido hasta este ataque, el más mortífero contra civiles desde 2000.

Con India poseyendo 172 ojivas nucleares y Pakistán 170, según estimaciones de 2024, el riesgo de una escalada nuclear es alarmante. Un conflicto podría causar millones de muertos y un “invierno nuclear” con consecuencias globales. La crisis de 2019, tras un atentado que mató a 42 policías indios, llevó a ataques aéreos transfronterizos, y analistas temen que la situación actual pueda derivar en acciones militares similares.
La ONU instó a ambas naciones a “ejercer la máxima moderación” y priorizar el diálogo, mientras EE.UU. y Rusia ofrecieron mediación. Maleeha Lodhi, exembajadora pakistaní, advirtió que una acción militar india desencadenaría represalias, arriesgando una “crisis generalizada”. Sin embargo, la presión interna sobre Modi, alimentada por el nacionalismo hindú, y la postura defensiva de Pakistán complican la diplomacia.
El atentado de Pahalgam ha reavivado un conflicto que parecía contenido, exponiendo las heridas de Cachemira y la fragilidad de las relaciones entre India y Pakistán. Mientras la región contiene el aliento, la comunidad internacional urge a ambos países a abrir canales de comunicación.
Referencias: The Times of India, Economist, Reuters