El gobierno filipino ha planteado una propuesta estratégica que podría modificar el delicado equilibrio de poder en el Mar de China Meridional, la retirada del sistema de misiles estadounidense a cambio del cese de actividades agresivas de China en la zona marítima disputada.
Manila, Filipinas – En el centro de una de las mayores disputas geopolíticas del sudeste asiático, Filipinas ha planteado una audaz propuesta diplomática a China: si Pekín cesa todas las acciones que considera hostiles en el Mar de China Meridional, Manila estaría dispuesta a desmantelar y devolver a Estados Unidos el sistema de misiles Typhon, una herramienta defensiva avanzada recientemente desplegada en el territorio filipino.
El anuncio fue realizado por el presidente filipino Ferdinand Marcos Jr., en un momento decisivo dentro de la crisis regional que enfrenta el país. La propuesta se presenta como una maniobra que busca aliviar las crecientes tensiones en torno a las disputas territoriales entre ambas naciones, pero también con el objetivo de exponer las acciones agresivas de China bajo el escrutinio internacional.
El sistema de misiles Typhon, desarrollado por Estados Unidos, consiste en un lanzador móvil capaz de disparar proyectiles como los SM-6 y los Tomahawk, con un alcance de hasta 1.600 kilómetros. Su capacidad lo convierte en una herramienta estratégica no solo por su alcance, sino por ser capaz de neutralizar objetivos tanto terrestres como navales, lo que le da una presencia disuasiva frente a amenazas emergentes en la región. Actualmente, el sistema se encuentra estratégicamente ubicado en la parte norte de Filipinas, una posición que, según lo señalado por expertos militares, otorga a Manila una defensa más sólida frente a los movimientos de intimidación por parte de China.
Un dilema diplomático y militar
El despliegue de Typhon en Filipinas, formalizado en abril de 2024, surgió en el marco de ejercicios conjuntos con el Ejército estadounidense, enfocados en fortalecer las capacidades de defensa y respuesta ante potenciales conflictos. Sin embargo, la presencia del sistema de misiles en el territorio filipino provocó una fuerte reacción de rechazo por parte de Pekín, que acusó a Manila de incitar la confrontación geopolítica y desatar una carrera armamentista en la región, ya de por sí plagada de disputas territoriales.
China reclama la casi totalidad del Mar de China Meridional como propio, incluyendo áreas que se encuentran dentro de la zona económica exclusiva (ZEE) de Filipinas, un derecho avalado por el derecho internacional. Pese al fallo de 2016 del Tribunal de La Haya que desestimó los reclamos de Pekín en favor de Manila, la Guardia Costera china ha continuado con acciones que Filipinas denuncia como agresivas, incluyendo el uso de cañones de agua, tácticas de bloqueo y actos de hostigamiento contra pescadores y embarcaciones filipinas.
En respuesta, Marcos condicionó la permanencia del sistema de misiles a un cambio de actitud de Pekín en el Mar de China Meridional. En un mensaje directo, el presidente afirmó que si China deja de acosar a pescadores filipinos, de atacar barcos nacionales con equipos como rayos láser y cañones de agua, y de imponer maniobras intimidatorias, Manila consideraría retirar el sistema de misiles Typhon. «¿Por qué se quejan del Typhon? No hacemos comentarios sobre sus sistemas de misiles, que son mucho más potentes. Nuestro despliegue no es más que una medida preventiva, una respuesta a la soberanía amenazada», apuntó Marcos en ejecución de su propuesta.
Posiciones encontradas y el respaldo de Estados Unidos
Las autoridades chinas, como era de esperarse, han catalogado la presencia del Typhon como un «error estratégico» de Filipinas, insistiendo en que su retirada es indispensable para rebajar las tensiones en la región. Sin embargo, desde Manila, este argumento ha sido rechazado categóricamente por el secretario de Defensa filipino, Gilberto Teodoro, quien calificó la exigencia de China como una intromisión en los asuntos internos del país. «Filipinas tiene todo el derecho de reforzar su seguridad, especialmente dadas las crecientes acciones provocadoras en nuestras aguas», declaró.
Si bien el Typhon representa un componente de la creciente cooperación bilateral entre Filipinas y Estados Unidos, ambos países justifican su despliegue argumentando la necesidad de garantizar la estabilidad marítima en un entorno percibido como impredecible. El fortalecimiento de la alianza militar entre las dos naciones también ha sido un contrapeso simbólico ante la superioridad numérica y tecnológica de las fuerzas armadas chinas en la región, que incluyen la flota de guardacostas más grande del mundo y una presencia militar cada vez más persistente cerca de las aguas filipinas.
Un conflicto con ramificaciones geopolíticas
El Mar de China Meridional representa más que una disputa territorial. A través de sus aguas transitan anualmente trillones de dólares en comercio internacional, mientras que sus vastos recursos submarinos, incluidos reservas de gas y petróleo aún por explotar, lo convierten en un espacio estratégico con un valor económico significativo. En este contexto, Filipinas no es el único país afectado por las ambiciones marítimas de China. Vietnam, Malasia, Brunei y Taiwán también reclaman partes de esta zona marítima, lo que alimenta una red de tensiones diplomáticas que se amplifican con el paso de los años.
Para Pekín, el control del Mar de China Meridional no solo es un símbolo de su creciente poderío militar y económico, sino también un eje central en su ambición de consolidar su influencia en Asia-Pacífico. No obstante, el despliegue de misiles como los Typhon por parte de Filipinas, junto con las maniobras militares conjuntas con Estados Unidos, demuestran que la región no está dispuesta a ceder sin resistencia ante las crecientes pretensiones chinas.

Futuro incierto en la región
Mientras la oferta del presidente Marcos a Pekín permanece en el aire, el destino del sistema de misiles Typhon podría ser crucial en los próximos meses. Para algunos expertos, la propuesta filipina evidencia una diplomacia que busca poner a China en una posición incómoda frente a la comunidad internacional. Para otros, representa una táctica arriesgada que podría escalar aún más las tensiones.
Lo cierto es que Filipinas se encuentra en una encrucijada estratégica, atrapada entre la necesidad de proteger su soberanía territorial y el desafío de gestionar una relación cada vez más complicada con un vecino tan poderoso como imprevisible. En un mundo donde el equilibrio geopolítico en Asia se define por acciones como estas, la apuesta de Filipinas podría marcar un precedente significativo en las disputas por el Mar de China Meridional.
Referencias: Washington Post, AP News