China toma el control de Sandy Cay, un pequeño banco de arena ubicado en el archipiélago Spratly, cerca de Thitu Island (Pag-asa), el mayor puesto militar filipino. Medios estatales chinos informaron que los oficiales chinos izaron su bandera en el lugar, en lo que describieron como una acción para «implementar control marítimo y ejercer jurisdicción soberana».
PEKÍN, CHINA – Un nuevo episodio de tensión en el disputado Mar Meridional de China se desató a mediados de abril, cuando la Guardia Costera china tomó el control del banco de arena Sandy Cay (conocido en China como Tiexian Jiao), ubicado en el estratégico archipiélago de las Spratly. Según el medio estatal CCTV, los efectivos chinos izaron su bandera en un acto que calificaron como «ejercicio de jurisdicción soberana y control marítimo«. Las imágenes, ampliamente difundidas, mostraban a cuatro oficiales vestidos de negro desplegando el emblema nacional en un gesto cargado de simbolismo político.
La acción ocurrió en un momento especialmente delicado: mientras Filipinas y Estados Unidos realizaban sus ejercicios militares anuales «Balikatan», los más grandes en décadas, con más de 17.000 efectivos y el despliegue de sistemas avanzados como el NMESIS, un sistema de misiles antibuque. China, que ha criticado abiertamente las maniobras, las tildó de «desestabilizadoras» y acusó a Manila de «conspirar con potencias externas«.
Horas después de la difusión de las imágenes, Filipinas respondió con una operación simétrica. Personal de la Task Force West Philippine Sea desembarcó en tres bancos de arena cercanos, ondeando su bandera en una clara réplica al gesto chino. Las autoridades filipinas aseguraron que no encontraron presencia china en Sandy Cay, desmintiendo así los reportes iniciales sobre una «ocupación permanente«.

Jonathan Malaya, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional filipino, calificó las versiones sobre una pérdida territorial como «irresponsables» y reafirmó que Pagasa Cays (Thitu Island) sigue bajo control filipino. Sin embargo, la Guardia Costera china contraatacó acusando a seis filipinos de «desembarco ilegal» en Sandy Cay, exigiendo a Manila que «cese sus infracciones«.
Sandy Cay, un pequeño arrecife de apenas 200 metros cuadrados, está situado a escasos kilómetros de Thitu Island (Pag-asa), el mayor puesto militar filipino en las Spratly, y cerca de Subi Reef, una de las islas artificiales más grandes construidas por China. Su ubicación lo convierte en un punto crítico en la disputa entre ambos países, que se enmarca en un conflicto mayor por el control del Mar Meridional de China, donde Beijing reclama soberanía sobre el 90% de las aguas mediante su polémica «línea de nueve trazos».
Filipinas, respaldada por un fallo de la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya en 2016 —que invalidó las pretensiones chinas—, denuncia la «conducta agresiva» de Beijing, incluyendo la presencia de milicias marítimas y guardacostas en su zona económica exclusiva (ZEE). Recientemente, Manila reportó la «presencia ilegal» de siete embarcaciones chinas cerca de Thitu, lo que ha alimentado las tensiones.
El incidente ocurre en medio de una visible militarización regional. Además de los ejercicios Balikatan, Estados Unidos expresó su «profunda preocupación» por las acciones chinas. James Hewitt, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, advirtió que estas maniobras «violan el derecho internacional y amenazan la estabilidad«.
Por su parte, China ha seguido fortaleciendo su presencia: a finales de abril, la Armada filipina detectó un grupo de batalla liderado por el portaaviones chino Shandong cerca de sus aguas territoriales. El Ministerio de Defensa chino respondió con un lenguaje beligerante, acusando a Filipinas de «estar a la par del diablo» al aliarse con Washington.
La disputa no se limita al ámbito militar. Filipinas investiga denuncias de que grupos vinculados al gobierno chino habrían intentado influir en sus elecciones legislativas, algo que Beijing niega categóricamente. Mientras, China insiste en que sus acciones buscan «evitar ocupaciones ilegales«, aunque Manila recuerda que, según la Declaración de Conducta de 2002, está prohibido ocupar nuevos territorios deshabitados en la región.
El despliegue de banderas en Sandy Cay puede parecer un acto simbólico, pero refleja una pugna por el control real de una de las rutas marítimas más importantes del mundo. Con China expandiendo su influencia militar y Filipinas reforzando sus alianzas con Occidente, el Mar Meridional se consolida como un polvorín geopolítico. La pregunta ahora es si este nuevo episodio derivará en una escalada abierta o quedará como otro capítulo en la larga historia de tensiones en la región.
Referencias: CCTV, Bloomberg