La reciente demostración de poder naval chino en el Pacífico occidental, con la inédita operación simultánea de dos portaaviones más allá de la Segunda Cadena de Islas, marca un punto de inflexión. Esta acción, sumada a la inminente entrada en servicio del portaaviones Fujian con capacidades avanzadas, desafía abiertamente la supremacía naval estadounidense y reconfigura las dinámicas de seguridad regional.
PEKÍN, CHINA – En una demostración de poder naval que busca a pasos lentos pero decididos a redefinir el mapa estratégico del Pacífico Occidental, China ha ejecutado, por primera vez en su historia, una operación simultánea con dos de sus grupos de portaaviones más allá de la crucial Segunda Cadena de Islas. Este movimiento, reportado el 10 de junio de 2025, no es solo una maniobra militar; es una declaración audaz de sus crecientes ambiciones y su capacidad para proyectar fuerza en aguas que, hasta ahora, eran consideradas un dominio casi exclusivo de la Marina de los Estados Unidos.
El epicentro de esta audaz operación se situó en las aguas del Pacífico, donde el portaaviones CNS Liaoning y su gemelo, el CNS Shandong, operaron de forma coordinada pero geográficamente dispersa, poniendo a prueba la capacidad de respuesta de Japón y enviando un mensaje directo a Washington. Según informes del Ministerio de Defensa japonés, que siguió de cerca cada movimiento, el Liaoning fue detectado operando cerca de Minamitorishima, mientras que el Shandong se posicionaba en las proximidades de Okinotorishima. Ambos archipiélagos, aunque remotos, son estratégicamente vitales para Tokio.
La coreografía naval fue meticulosa. El Liaoning transitó por el estratégico estrecho de Miyako, una ruta habitual pero siempre tensa, desde el Mar de China Oriental. Simultáneamente, el grupo de combate del Shandong, con su poderosa escolta, emergió en el Mar de Filipinas, probablemente tras atravesar el estrecho de Luzón. Crucialmente, ambos grupos navegaron y realizaron operaciones dentro de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Japón, un acto que, si bien es legal bajo el derecho internacional que permite la libertad de navegación, representa una incursión deliberada en la esfera de influencia directa de Tokio. La respuesta japonesa fue inmediata: buques de superficie y cazas de la Fuerza de Autodefensa Aérea fueron desplegados para una misión de vigilancia intensiva.

La escala de las operaciones fue notable. Entre el 25 y el 29 de mayo, la cubierta del Liaoning se convirtió en un hervidero de actividad, registrando 260 despegues y aterrizajes de cazas y helicópteros en las inmediaciones de Japón, Taiwán y Filipinas. Imágenes satelitales confirmaron la sofisticación logística de la Armada del Ejército Popular de Liberación (PLAN, por sus siglas en inglés), capturando operaciones de reabastecimiento en alta mar entre el Liaoning y su buque de apoyo rápido, el Hulunhu. A su vez, el Shandong no se quedó atrás, llevando a cabo sus propias operaciones de vuelo en la ZEE japonesa.
Esta maniobra coordinada representa el despliegue más oriental jamás realizado por dos portaaviones chinos simultáneamente, ocurriendo, no por casualidad, mientras dos colosos estadounidenses, el USS Nimitz y el USS George Washington, también surcaban las aguas del Pacífico Occidental. El mensaje es inequívoco: China ya no se contenta con operar a la sombra de la Primera Cadena de Islas; ahora busca activamente disputar el control de los océanos abiertos.
La composición de los grupos de combate que escoltaban a los portaaviones revela la modernización acelerada de la flota china. El Liaoning navegaba protegido por una formidable pantalla de buques, incluyendo dos destructores Tipo 055, considerados entre los más avanzados del mundo, dos destructores Tipo 052D, una fragata Tipo 054A y dos buques de apoyo logístico. El grupo del Shandong presentaba una fuerza similarmente potente.
Esta operación no es un hecho aislado, sino la culminación de un patrón de entrenamiento cada vez más audaz. El informe del Pentágono de 2024 ya advertía sobre la expansión de los despliegues chinos más allá de la Primera Cadena de Islas. El Shandong, por ejemplo, operó en el Mar de Filipinas en tres ocasiones distintas durante 2023. En abril de 2025, lideró el ejercicio «Strait Thunder 2025A» al este de Taiwán, una simulación a gran escala de un bloqueo naval. En dicho ejercicio, que involucró a la Fuerza de Cohetes y la Fuerza Aérea, el grupo de combate del Shandong llegó a maniobrar a tan solo 24 millas náuticas de la costa taiwanesa, una proximidad alarmante que ensayaba la coordinación entre dominios aéreos, marítimos y terrestres. Los simulacros incluyeron el lanzamiento de misiles balísticos Dongfeng-15B y salvas de cohetes de largo alcance PCL-191 contra objetivos simulados, como terminales de gas natural licuado y centros de control aéreo, demostrando la intención de paralizar infraestructuras clave en un conflicto potencial.
Mientras el Liaoning y el Shandong demuestran la capacidad actual de China, el futuro de su poder aeronaval ya está tomando forma. En marzo de 2025, el tercer y más avanzado portaaviones chino, el CNS Fujian, habría realizado su primer lanzamiento de un caza furtivo J-35 utilizando su revolucionario sistema de catapultas electromagnéticas (EMALS). De confirmarse, este hito tecnológico situaría a China en un selecto club, junto a Estados Unidos, capaz de lanzar aeronaves más pesadas y con mayor carga de combate desde sus buques insignia.

El Fujian, un gigante de más de 80.000 toneladas, está diseñado para ser el núcleo de una fuerza de combate de quinta generación. Su cubierta albergará no solo a los cazas furtivos J-35, sino también a los aviones de alerta temprana y control KJ-600 AEW y drones de combate no tripulados. Las proyecciones más ambiciosas sugieren que, para 2030, China podría desplegar hasta 100 cazas furtivos embarcados, alterando drásticamente el equilibrio de poder aéreo en el Pacífico.
La respuesta de Washington a esta creciente proyección de poder ha sido contundente, centrándose en reforzar sus bastiones estratégicos. La isla de Guam, pilar fundamental de la Segunda Cadena de Islas, se está convirtiendo en una verdadera fortaleza. Estados Unidos ha acelerado la implementación del sistema Aegis Guam, un escudo de defensa aérea y antimisiles de 360 grados que incluirá el potente radar TPY-6 y lanzadores de misiles Standard. La construcción de 16 emplazamientos de defensa antimisiles comenzará en 2026, con el objetivo de alcanzar la plena operatividad para 2035.
Más allá de las defensas estáticas, Estados Unidos está perfeccionando su estrategia de disuasión móvil. Durante el ejercicio KAMANDAG 9 en mayo de 2025, el Cuerpo de Marines de EE. UU. desplegó sistemas de misiles antibuque NMESIS en las islas Batanes de Filipinas, en el corazón del estrecho de Luzón. Este movimiento simuló misiones de interdicción para controlar este paso marítimo vital, demostrando la capacidad de establecer una «red de destrucción» que integra inteligencia, vigilancia y reconocimiento para neutralizar fuerzas adversarias.
Las operaciones chinas están diseñadas para desmantelar, pieza por pieza, la estrategia de las cadenas de islas que ha sustentado el dominio estadounidense en el Pacífico desde la Guerra Fría. La Primera Cadena de Islas (Japón, Taiwán, Filipinas) ya es transitada de forma rutinaria por la armada china. Ahora, con operaciones de doble portaaviones más allá de la Segunda Cadena, Pekín demuestra su capacidad para operar libremente en el «océano azul» y desafiar la presencia estadounidense.
Analistas del Consejo Atlántico señalan que la postura de fuerza de China no solo está optimizada para la guerra, sino también para la competencia en la «zona gris» en tiempos de paz. Cada tránsito por un estrecho estratégico, cada ejercicio cerca de Taiwán y cada visita a un puerto en el Pacífico Sur es un movimiento calculado en un gran tablero de ajedrez geopolítico.
La visión del almirante Liu Huaqing, padre de la armada china moderna, de dominar secuencialmente las cadenas de islas para finalmente alcanzar un alcance global, parece estar materializándose. Con una presencia naval en expansión que ya llega a África Occidental y a las naciones del Pacífico Sur, y con una capacidad tecnológica que pronto rivalizará con la de Occidente, China ha dejado claro que la era del dominio indiscutido de Estados Unidos en los océanos del mundo ha llegado a su fin. El Pacífico, una vez más, se ha convertido en el escenario principal de una nueva era de competencia entre grandes potencias.
Referencias: Ministerio de Defensa de Japón, AFP, USNI News