Crisis en Siria: Buques de guerra rusos se retiran de Tartus tras la caída del régimen de Bashar al-Assad


Moscú, Rusia – El 11 de diciembre, en un giro inesperado que marca el colapso político de una de las dictaduras más longevas de Medio Oriente, imágenes satelitales recientes revelan que buques de guerra rusos han abandonado la estratégica base naval de Tartus, tras la caída del régimen de Bashar al-Assad. La salida de las embarcaciones, observada tras la captura de Damasco por las fuerzas rebeldes el pasado domingo, parece ser un movimiento calculado por parte de Moscú para evitar mayores riesgos a su presencia militar en Siria ante el nuevo escenario político.

El derrocamiento de Bashar al-Assad a manos de una coalición liderada por el grupo rebelde Hayat Tahrir al-Sham marcó el fin de una guerra civil de más de 13 años. Este capítulo cierra una confrontación violenta que dejó un saldo devastador de millones de muertos y desplazados, con su epicentro en un conflicto que involucró potencias internacionales, actores regionales y facciones locales, intensificando la crisis humanitaria en el país.

Un repliegue estratégico: análisis de la retirada rusa

Las imágenes satelitales, proporcionadas por la empresa de monitoreo Planet Labs PBC, muestran la ausencia de barcos rusos en el puerto de Tartus, considerado históricamente el núcleo de la proyección de poder marítimo de Rusia en el Mediterráneo. Según expertos militares, el movimiento de buques, que incluía tres fragatas, dos petroleros de reabastecimiento y un submarino, comenzó el lunes previo al colapso completo del gobierno sirio. Según un análisis de la Agencia de Inteligencia Militar de Ucrania, Rusia no solo está desocupando la instalación naval, sino que también utiliza la base aérea de Khmeimim, en la provincia de Latakia, para evacuar armamento militar, en un esfuerzo por evitar que caiga en manos de las fuerzas opositoras recién empoderadas.

Rusia, que había mantenido un discreto pero firme silencio desde el inicio de la ofensiva rebelde en noviembre, no ha emitido declaraciones oficiales sobre la retirada de sus activos marítimos. Sin embargo, medios afines al Kremlin han destacado que la evacuación se da «por razones de seguridad» ante el cambio de control territorial en Siria. Este repliegue representa un revés estratégico significativo para Moscú, que durante años utilizó Tartus como su única base naval fuera del espacio postsoviético, consolidando su influencia en el Mediterráneo oriental.

Implicaciones geopolíticas de la caída del régimen

El derrocamiento de Assad, facilitado por la debilitación del apoyo externo por parte de Rusia, Irán y Hezbolá, ha alterado profundamente el balance de poder en la región. Según analistas de seguridad internacional, la expansión de conflictos simultáneos en Ucrania y Medio Oriente sobrecargó los recursos militares y diplomáticos de Moscú y Teherán, lo que dejó al régimen sirio desprotegido ante la creciente fuerza de los rebeldes.

El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, evitó especular sobre las implicaciones inmediatas de la retirada rusa y el colapso del gobierno sirio, aunque señaló que la reorganización del mapa político en Siria traerá «cambios significativos en las relaciones y dinámicas de poder regionales». Por su parte, fuentes en la administración Biden enfatizaron que los años de apoyo militar ruso e iraní al régimen no fueron sostenibles ante los desafíos paralelos que enfrentan estos países en conflictos externos.

Una nueva fase incierta para Siria

La captura de Damasco por parte de Hayat Tahrir al-Sham marca el comienzo de una nueva y compleja etapa para Siria. Si bien los rebeldes han logrado derrocar al régimen de Assad, el país se encuentra al borde de una reconstrucción titánica tras años de destrucción e inestabilidad. El control de las provincias clave, incluido Tartus, se mantiene bajo el poder de los insurgentes, lo que ha llevado a una constante vigilancia internacional sobre cuál será el destino de las antiguas bases rusas en el territorio.

Las tensiones entre los rebeldes y los actores externos son evidentes. Aunque los insurgentes han subrayado que buscarán construir «un gobierno para el pueblo sirio», no está claro cómo gestionarán las complejas alianzas y rivalidades que dejaron huella en la guerra civil. Por otro lado, los lazos diplomáticos que Rusia había tejido con el régimen derrocado se ven seriamente debilitados, dejando a Moscú en una posición vulnerable respecto a su influencia en Siria.

El fin de una era geopolítica

El repliegue ruso de Tartus y Khmeimim no solo marca un deterioro del proyecto geoestratégico del Kremlin en Medio Oriente, sino también un golpe simbólico para las ambiciones globales de Moscú. En los últimos años, la presencia militar en Siria apuntaba a consolidar a Rusia como una potencia influyente más allá de sus fronteras inmediatas. Hoy, la pérdida de bases en un territorio clave como Siria podría traducirse en un repliegue más amplio de sus intereses en otras regiones.

Mientras tanto, otros actores, como Irán, también enfrentan desafíos en su vínculo con Siria en esta nueva etapa. La lucha de Teherán contra los recientes enfrentamientos con Israel ha limitado severamente su capacidad de apoyo al derrocado régimen de Assad, dejando el camino abierto para que las potencias occidentales y las fuerzas insurgentes reconfiguren el futuro del Estado sirio.

El futuro de Siria, todavía lleno de interrogantes, se desplegará sobre un terreno profundamente marcado por la desconfianza, el dolor y los intereses internacionales que, por años, moldearon su conflictiva historia reciente. El desplazamiento ruso es solo el inicio de una serie de acontecimientos que determinarán si el país logrará emerger de las ruinas de su pasado o caerá nuevamente en el caos regional del que apenas comienza a resurgir.

Referencias: Ministerio de Defensa de Rusia, RT


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