La Armada de los Estados Unidos se enfrenta a una compleja encrucijada. Según un reciente informe de la Oficina de Responsabilidad del Gobierno (GAO, por sus siglas en inglés), los programas de construcción naval han sido señalados como ejemplos de gestión ineficaz, decisiones cuestionables y un impacto limitado a pesar de inversiones multimillonarias.

Washington D.C., Estados Unidos de América – En el informe titulado Navy Shipbuilding: Enduring Challenges Call for Systemic Change, publicado el pasado 25 de marzo, la GAO detalla cómo los proyectos más emblemáticos de la marina estadounidense —como los destructores clase Zumwalt, los Buques de Combate Litoral (Littoral Combat Ships) y las fragatas clase Constellation— han sido ejemplos de promesas incumplidas y un uso ineficiente de recursos. Estas críticas ponen en evidencia no sólo los problemas estructurales de los programas de construcción naval, sino también la urgencia de un cambio de rumbo en la estrategia para mantener la competitividad frente a potencias emergentes como China.

A pesar de que el presupuesto de construcción naval se ha prácticamente duplicado en las últimas dos décadas, el número de buques en la flota de la Armada estadounidense se ha mantenido prácticamente igual, destacó el informe. Esta realidad plantea serias dudas sobre la gestión y priorización de los recursos disponibles en un contexto de desafíos globales. La GAO identificó una desconexión significativa entre los objetivos estratégicos de la marina y los resultados tangibles de su capacidad operacional actual.

El caso de las fragatas clase Constellation es un ejemplo ilustrativo. Este programa, inicialmente planteado como una respuesta eficiente y rápida derivada de las exitosas fragatas FREMM europeas, se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza. La construcción de estas fragatas comenzó antes de que el diseño estuviera completamente finalizado, lo que desencadenó tres años de retraso y un aumento considerable en los costos previstos. Más grave aún es que la Armada insistió en realizar modificaciones significativas al diseño base, minando uno de los pilares fundamentales del proyecto: su previsibilidad y eficacia.

En palabras del propio informe: “A medida que aumentan las amenazas adversarias, la Armada de EE.UU. necesita adoptar un nuevo enfoque para aumentar el tamaño de su flota. […] Podría aplicar las prácticas avanzadas de diseño de buques utilizadas por astilleros comerciales y abordar nuestras recomendaciones acumuladas durante la última década”.

El destructor Zumwalt (en primer plano) junto a otro polémico buque de combate de EEUU, el LCS Independence. (US Navy).

Programas emblemáticos como los destructores clase Zumwalt y los Buques de Combate Litoral (LCS) han sido objeto de duras críticas por parte de la GAO debido a su alta inversión inicial, que no se ha traducido en una capacidad operativa proporcional.

  • Zumwalt: Prometidos como destructores de última generación que redefinirían la superioridad naval estadounidense, esta clase de buques no logró cumplir las expectativas. Problemas técnicos, costos desbordados y una integración limitada en la flota han convertido a los Zumwalt en un ejemplo de cómo la innovación mal gestionada puede generar más problemas que soluciones.
  • Littoral Combat Ships: Presentados como una solución flexible y económica para operar en aguas cercanas, los LCS enfrentaron fallos críticos en su diseño y problemas de desempeño que limitaron su utilidad en escenarios estratégicos clave. La GAO subrayó que ambos programas, en conjunto, consumieron decenas de miles de millones de dólares por encima del presupuesto inicial, entregando una capacidad considerablemente menor a la prometida.

El informe no fue condescendiente: “Juntas, estas dos clases de buques ejemplifican cómo la falta de un enfoque riguroso en los procesos y la planificación puede dar lugar a promesas incumplidas y esfuerzos de baja eficiencia”.

Desde 2015, la GAO ha emitido 90 recomendaciones específicas para mejorar los resultados de la construcción naval de la Armada estadounidense. Sin embargo, más de la mitad de estas propuestas (60 de ellas, para ser exactos) siguen sin implementarse. Este dato subraya la falta de un compromiso efectivo por parte de la Armada para adaptar sus procesos a los retos de un entorno competitivo y acelerar la modernización de su flota.

Fragatas de misiles guiados clase Constellation.

Entre sus propuestas más destacadas, la GAO instó a la Armada a recurrir a las mejores prácticas de la industria privada, donde se prioriza la eficiencia, la innovación y el rigor técnico. También señaló la necesidad de un cambio sistémico que vaya más allá de soluciones superficiales.

La situación se agrava aún más por el crecimiento acelerado de la Armada del Ejército Popular de Liberación de China (PLAN). Según un informe de la Oficina de Inteligencia Naval de EE. UU., China ya opera más de 370 buques, superando ampliamente la flota estadounidense de menos de 300 buques.

Este avance no sólo es cuantitativo, sino también estratégico. China está construyendo un nuevo buque de combate aproximadamente cada cuatro meses, consolidando su posición como potencia dominante en el Pacífico occidental. Con una capacidad de construcción naval tan robusta, la brecha entre ambos países podría aumentar significativamente en los próximos años si no se toman medidas urgentes.

El informe de la GAO destaca una realidad irrefutable: las actuales estrategias de construcción naval de la Armada estadounidense no están equipadas para enfrentar los desafíos de un escenario geopolítico en constante cambio. Mientras potencias rivales, como China, avanzan a pasos agigantados, Estados Unidos debe abordar de forma crítica los problemas estructurales de su programa naval.

La solución pasa por más que un simple aumento presupuestario. Se requiere una reforma integral que priorice la eficiencia, la innovación y la implementación de mejores prácticas globales. De otro modo, Estados Unidos corre el riesgo de quedarse rezagado, no sólo en términos cuantitativos, sino en su capacidad para proyectar poder y mantener la estabilidad en un mundo cada vez más competitivo.

Referencias: Oficina de Responsabilidad del Gobierno de Estados Unidos (GAO)