18 de agosto de 2025

EE.UU. afina la próxima generación de buques modulares con pruebas del FSF-1 en Florida

El buque experimental FSF-1 Sea Fighter de la Armada de EE.UU. llegó a Jacksonville, Florida, para pruebas avanzadas que buscan ampliar los límites de la guerra litoral de alta velocidad, validar su modularidad y reforzar la doctrina naval frente a amenazas A2/AD.

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Jacksonville, Estados Unidos / 12 de agosto de 2025 — El buque experimental de combate litoral FSF-1 Sea Fighter, perteneciente a la Armada de los Estados Unidos, fue detectado en el puerto de Jacksonville para una serie de pruebas avanzadas que buscan perfeccionar las capacidades de alta velocidad, versatilidad modular y operación en entornos costeros disputados. La presencia de esta unidad —diseñada como banco de pruebas para la guerra litoral del siglo XXI— reafirma la estrategia naval estadounidense de adaptar su flota a escenarios de amenazas emergentes, donde la maniobrabilidad, la interoperabilidad y la capacidad de respuesta rápida son determinantes.

Desde un punto de vista técnico, el Sea Fighter es una obra de ingeniería naval especializada. Su diseño SWATH (Small Waterplane Area Twin Hull) reduce significativamente el efecto de las olas al situar el desplazamiento principal por debajo de la línea de flotación, lo que le otorga una estabilidad sobresaliente incluso a velocidades superiores a 50 nudos y en mares agitados. Construido con aleaciones de aluminio para optimizar peso y resistencia estructural, mide 79,9 metros de eslora, 22 de manga y un calado de apenas 3,5 metros, lo que le permite operar en zonas inaccesibles para fragatas o destructores de gran porte.

Los buques de combate litoral (littoral combat ship) de la marina de guerra de los Estados Unidos de América son una familia de buques formada por dos diseños diferenciados: la clase Freedom de la Lockheed Martin y la clase Independence de la General Dynamics.

Su planta propulsora CODOG combina dos motores diésel MTU —para navegación económica— con dos turbinas de gas General Electric LM2500, que le otorgan aceleración inmediata y velocidad sostenida en operaciones de alta intensidad. Cuatro hidrojets orientables le proporcionan agilidad táctica en aguas confinadas, una característica crítica para insertarse y reposicionarse rápidamente en áreas de riesgo.

El Sea Fighter se distingue, sobre todo, por su arquitectura modular. Su amplia bahía interna puede albergar hasta 12 contenedores ISO de 20 pies, cada uno configurable para misiones específicas: contramedidas de minas, guerra antisubmarina, ataque de superficie, operaciones logísticas o asistencia humanitaria. Esta capacidad permite reconfigurar el buque en cuestión de horas para adaptarse a nuevos escenarios. La cubierta de vuelo admite dos helicópteros medianos o combinaciones de aeronaves tripuladas y no tripuladas, integrando así un enfoque estratificado en reconocimiento, ataque y reabastecimiento.

En el plano táctico, su velocidad y escaso calado le permiten superar buques más lentos, acceder a puertos poco profundos y explotar vulnerabilidades en defensas costeras. Además, su polivalencia reduce la necesidad de construir múltiples plataformas especializadas, optimizando la inversión naval y ampliando el abanico de misiones que un solo casco puede cumplir.

Buque experimental de alta velocidad de la Armada de EE.UU. con diseño de casco SWATH capaz de alcanzar más de 50 nudos, cubierta de vuelo con bahía de misión modular para helicópteros y operaciones avanzadas de guerra litoral.

Desde una perspectiva estratégica, el programa del Sea Fighter encaja en la respuesta de la Armada de EE. UU. a los sistemas de antiacceso/denegación de área (A2/AD) desplegados por potencias rivales. Al mantener la capacidad de operar en aguas contestadas sin exponer a destructores o portaaviones, estas plataformas ofrecen ventajas asimétricas y abren camino a la integración de tecnologías futuras, como sistemas autónomos y armas de energía dirigida.

Fuentes navales señalan que las pruebas en Jacksonville no se limitan a validar rendimiento y modularidad, sino que también forman parte de un programa doctrinal que definirá la composición de la flota de superficie en las próximas décadas. «El Sea Fighter no es solo un laboratorio flotante; es un prototipo operativo que anticipa cómo lucharemos en el litoral en 2040″, indicó un oficial bajo condición de anonimato.

Uno de los aspectos más importantes del Sea Fighter, y que más tarde se trasladó a los LCS, es la modularidad, que permite al buque cambiar su rol en cuestión de horas.

Si los resultados son positivos, la Armada podría extrapolar la experiencia obtenida a nuevas clases de buques modulares destinados a patrullar zonas estratégicas como el Mar de China Meridional, el Golfo Pérsico o el Ártico, reforzando la postura marítima de Estados Unidos en un contexto de competencia naval global.

En definitiva, el despliegue del FSF-1 Sea Fighter en Jacksonville representa una inversión a largo plazo en velocidad, adaptabilidad y supervivencia operativa, elementos que el Pentágono considera esenciales para sostener la superioridad marítima frente a adversarios cada vez más capaces.

Fuentes: WarshipCam, Naval Technology