Se ha logrado enderezar un destructor norcoreano que había volcado aparatosamente, un progreso notable tras el vergonzoso incidente. Sin embargo, persisten incertidumbres críticas sobre la magnitud real de los daños y la viabilidad de las reparaciones a tiempo. La presión por cumplir plazos imposibles y las severas consecuencias para los responsables marcan un escenario de alta tensión.

PYONGYANG, COREA DEL NORTE – Tras semanas de especulaciones y un sonoro revés para su programa naval, Corea del Norte ha logrado enderezar significativamente el destructor de la clase Choe Hyun, de 5.000 toneladas, que volcó durante una fallida ceremonia de botadura el pasado 21 de mayo. Este incidente, que tuvo lugar en presencia del propio líder Kim Jong-un, no solo dejó al descubierto deficiencias técnicas críticas sino que también se convirtió en un embarazoso episodio para el régimen. Sin embargo, nuevas imágenes satelitales confirman que el buque ha sido devuelto a su posición vertical en el Astillero Chongjin, un avance inesperado que plantea interrogantes sobre la verdadera magnitud del daño y la capacidad norcoreana para recuperar la nave.

El suceso de mayo fue un espectáculo desolador: el segundo buque de la clase Choe Hyun se volcó parcialmente, con la popa deslizándose hacia el agua mientras la proa permanecía varada en tierra. Expertos sugieren que un fallo en el mecanismo de botadura fue la causa principal de este desastre. El sitio web estadounidense 38 North, especializado en el monitoreo de Corea del Norte, informó el miércoles que las imágenes comerciales del 2 de junio muestran el barco en posición vertical por primera vez desde el accidente. La visibilidad de la cubierta de vuelo y las marcas del helipuerto en la popa son un indicio claro del progreso, a pesar de la presencia de nubes ligeras.

El proceso de recuperación, que parece haber sido eminentemente manual, ha involucrado una considerable movilización de recursos. Imágenes satelitales del 29 de mayo ya revelaban a trabajadores retirando amarras, presumiblemente fijadas al buque para su izaje. La presencia de al menos 30 boyas o airbags a lo largo de un costado del buque sugiere su utilización para estabilizarlo y levantarlo, disipando las confusiones iniciales que los identificaban como globos de barrera. Este esfuerzo titánico subraya la determinación de Pyongyang por enmendar el error.

No obstante, la situación sigue siendo precaria. La proa del buque permanece en tierra y, presumiblemente, dañada. La sección del sonar, una componente vital para cualquier buque de guerra, podría haber sufrido impactos significativos, tal como sugieren las imágenes del 29 de mayo. Si se requieren reparaciones de esta magnitud, el buque necesitaría ser sacado del agua y colocado en un dique seco flotante o dique seco, una infraestructura de la que carece el Astillero Chongjin. Este astillero, con experiencia limitada en la construcción de grandes buques de guerra, ha estado históricamente dedicado a embarcaciones de carga y pesca, lo que, según analistas militares, pudo haber contribuido al accidente inicial.

El traslado del buque averiado a otro astillero para reparaciones sería una operación extremadamente compleja, especialmente si el casco presenta daños estructurales graves. En un escenario de daños irreparables a nivel nacional, la posibilidad de buscar apoyo externo de Rusia o China se convierte en una consideración latente, lo que abriría un nuevo capítulo en la cooperación militar de Corea del Norte.

Las declaraciones del medio estatal norcoreano KCNA, emitidas el 23 de mayo, minimizando el incidente y afirmando que los daños no eran graves, contrastan con la gravedad percibida. Según KCNA, las inspecciones internas solo revelaron arañazos y una entrada menor de agua de mar. Afirmaron que la entrada de agua era un factor meramente relacionado con los procedimientos de rescate y no con la causa del accidente. Las autoridades estimaron inicialmente un plazo de dos a tres días para el bombeo de agua y unos diez días adicionales para las reparaciones superficiales. Las recientes imágenes satelitales sugieren que el enderezamiento del barco se ha logrado, sorprendentemente, dentro de este marco de tiempo.

Sin embargo, la respuesta del líder Kim Jong-un ha sido implacable. Calificando el accidente como un «acto criminal» que atenta contra la dignidad nacional, ha ordenado un castigo severo para los responsables. Al menos cuatro empleados del astillero ya han sido detenidos. Kim ha exigido la restauración completa del buque antes de la próxima reunión del Comité Central del Partido de los Trabajadores, prevista para este mismo mes. Un plazo que la mayoría de los expertos externos consideran completamente irrealista dada la compleja situación actual del buque, que sigue con un extremo en la grada y el otro en el agua, creando una situación de inestabilidad y peligro latente. Este ultimátum no solo refleja la urgencia política sino también la desconexión con la realidad técnica que a menudo caracteriza al régimen. La historia de este destructor volcado es, en última instancia, un relato de ambición, adversidad y la implacable voluntad de un líder por proyectar una imagen de fuerza y competencia a pesar de los obstáculos patentes.

Referencias: Reuters, 38 Norte