La Flota del Báltico de la Armada rusa concluyó el 23 de abril un amplio y complejo ejercicio de seguridad de navegación orientado a reforzar la protección del tráfico marítimo civil frente a amenazas modernas y multidimensionales, incluyendo ataques de vehículos aéreos no tripulados (UAV), vehículos submarinos no tripulados (USV) y submarinos convencionales.

MOSCÚ, RUSIA – En un contexto de creciente tensión en el Mar Báltico, la Flota del Báltico de la Armada rusa ha completado un ambicioso ejercicio de seguridad de navegación, diseñado para proteger el tráfico marítimo civil contra amenazas modernas. El ejercicio, que se llevó a cabo entre los días 15 y 23 de abril, contó con la participación de 20 buques de guerra y de apoyo, así como alrededor de 5.000 militares, y se centró en escenarios que incluyeron la defensa contra vehículos aéreos no tripulados (UAV), vehículos submarinos no tripulados (USV) y submarinos enemigos.

El ejercicio se dividió en tres fases bien definidas, cada una enfocada en un tipo específico de amenaza. La primera fase, desarrollada los días 15 y 16 de abril, se centró en el combate naval convencional, con la participación de buques de guerra rusos que realizaron ataques contra objetivos de superficie, establecieron defensas aéreas y buscaron submarinos enemigos. Durante esta etapa, se simuló el secuestro de un buque civil ruso, lo que permitió probar las capacidades de respuesta de la Flota del Báltico. El buque misilero Morshansk, junto con sistemas de defensa antimisiles costeros y aviones de combate, logró neutralizar la amenaza y proteger al buque civil.

La segunda fase del ejercicio, los días 17 y 18 de abril, se enfocó en la defensa contra ataques de vehículos submarinos no tripulados (USV). Helicópteros del regimiento de Aviación Naval fueron desplegados para buscar y neutralizar embarcaciones no tripuladas que simulaban ataques contra activos navales rusos. Según fuentes del Ministerio de Defensa ruso, esta fase aprovechó las lecciones aprendidas en conflictos recientes, como la guerra ruso-ucraniana, aunque se guardó reserva sobre los detalles operativos.

La tercera y última fase, llevada a cabo los días 22 y 23 de abril, se centró en ejercicios antisubmarinos en el polígono de entrenamiento de Kaliningrado. Un submarino de la clase Kilo actuó como enemigo y fue atacado por tres buques de superficie de la Flota del Báltico, demostrando la capacidad de la Armada rusa para detectar y neutralizar submarinos hostiles.

Aunque se informó la participación de 20 buques de guerra y de apoyo, fuentes cercanas al ejercicio indican que el número real de buques de combate desplegados fue significativamente menor, ya que muchos de los buques incluidos en el conteo fueron embarcaciones de apoyo, como remolcadores y dragaminas. Sin embargo, el ejercicio contó con la participación de unidades destacadas, como las corbetas clase Steregushchy, Buyan-M y Parachim, así como cazaminas clase Alexandrit y un submarino clase Kilo.

El ejercicio se desarrolló en un momento de alta tensión en el Mar Báltico, después de que Estonia y Alemania adoptaran medidas más agresivas contra la llamada «Flota en la Sombra» rusa, un término utilizado para describir a una flota de petroleros que Rusia utiliza para exportar petróleo bypassando las sanciones internacionales.

El 11 de abril, la Armada de Estonia detuvo al petrolero panameño Kiwala, que se dirigía al puerto ruso de Ust-Luga. Las autoridades estonias detectaron numerous deficiencias en el buque, relacionadas con la documentación, la seguridad marítima y la preparación de la tripulación para emergencias. Aunque finalmente el buque fue autorizado a continuar su viaje el 26 de abril, este incidente reflejó un enfoque más proactivo por parte de los Estados miembros de la UE para desafiar las operaciones marítimas rusas.

Por su parte, Alemania había incautado en marzo el petrolero panameño Eventin, que había estado a la deriva en el Mar Báltico. Este buque, considerado parte de la Flota en la Sombra, fue remolcado a aguas seguras y posteriormente confiscado, lo que supuso un golpe simbólico contra las operaciones de exportación de petróleo de Rusia.

El ejercicio de la Flota del Báltico puede interpretarse como una demostración de la capacidad de Rusia para proteger sus intereses marítimos en un entorno cada vez más hostil. Aunque las autoridades rusas no han establecido formalmente convoyes o escoltas permanentes para sus buques civiles, el ejercicio sugiere que la Armada rusa está preparada para desplegar sus capacidades militares en defensa de su tráfico marítimo.

Además, el ejercicio refleja la creciente preocupación de Rusia por las acciones de la UE contra su Flota en la Sombra, un componente clave para eludir las sanciones económicas occidentales. Limitar las operaciones de esta flota se ha convertido en un objetivo prioritario para Occidente, lo que ha llevado a Rusia a fortalecer su presencia naval en el Mar Báltico.

El ejercicio de seguridad de navegación de la Flota del Báltico represents un claro mensaje de disuasión por parte de Rusia, demostrando su capacidad para proteger sus intereses marítimos en un entorno cada vez más conflictivo. Con la participación de unidades navales avanzadas y la simulación de escenarios realistas, el ejercicio refuerza la posición de Rusia en el Mar Báltico y envía una señal de alerta a sus opositores.

Sin embargo, el éxito a largo plazo de esta estrategia dependerá de la capacidad de Rusia para mantener su presencia naval en la región y contrarrestar las medidas cada vez más agresivas de la UE contra su Flota en la Sombra. Mientras tanto, el Mar Báltico se mantiene como un punto caliente en el conflicto entre Rusia y Occidente, con implicaciones significativas para la seguridad marítima y el comercio internacional.

Referencias: RT, Reuters, Armada Rusa