Grecia responde al incremento de migrantes desde Libia con un despliegue naval preventivo. La Armada busca disuadir a traficantes, aunque expertos alertan sobre la complejidad de operaciones en aguas internacionales y los riesgos asociados, tras el trágico suceso de Pilos.

ATENAS, GRECIA – La Armada griega ha iniciado el despliegue de unidades navales en aguas adyacentes a Libia, una medida directa para contrarrestar el repentino y dramático aumento de llegadas de migrantes a sus islas meridionales, principalmente Creta y Gavdos. Esta respuesta, orquestada al más alto nivel gubernamental, subraya la creciente urgencia de una situación que ha puesto en jaque los recursos y la paciencia de las comunidades insulares.

El Primer Ministro, Kyriakos Mitsotakis, ha sido categórico al justificar esta determinación. Durante una reciente reunión con el Presidente de la República, Constantino Tassoulas, Mitsotakis afirmó que el despliegue no es meramente una reacción, sino una clara señal disuasoria. «No permitiremos que los traficantes de personas dicten quién entra a nuestro país», sentenció, dejando entrever la firmeza de la postura helena. Aunque no se revelaron detalles operativos exhaustivos, fuentes gubernamentales confiaron a Reuters que dos fragatas y un buque de apoyo zarparán en los próximos días, consolidando una presencia militar estratégica.

La necesidad de esta intervención se hizo palpable la semana pasada, cuando más de 730 migrantes alcanzaron Creta y Gavdos en solo 24 horas. Muchos de ellos, familias enteras y menores de edad, habían partido desde la ciudad portuaria libia de Tobruk. Las nacionalidades de estos desesperados viajeros reflejan la complejidad de los conflictos globales: egipcios, sudaneses, eritreos y paquistaníes, con la ocasional presencia de ciudadanos de Bangladesh y Yemen.

La travesía desde Tobruk hasta el sur de Creta, de aproximadamente 180 millas náuticas, es universalmente reconocida como una de las rutas migratorias más peligrosas del Mediterráneo. Los relatos de los supervivientes son desgarradores: embarcaciones precarias, a menudo viejos pesqueros, abarrotadas hasta el límite, sin provisiones básicas ni equipo de seguridad. El viaje, que puede extenderse por más de dos días, se convierte en un calvario de sufrimiento y privación.

La Guardia Costera griega ha documentado que la mayoría de estas embarcaciones emiten señales de socorro al ingresar en aguas griegas. Un incidente reciente, frente a la isla de Gavdos, involucró a más de 350 migrantes cuya embarcación fue avistada por Frontex y posteriormente auxiliada por la Guardia Costera y cargueros de paso. Los rescatados fueron trasladados a un centro de recepción temporal en Paleóchora, Creta, para su identificación y registro. Casos similares, como el rescate de más de 500 migrantes a finales de mayo cerca de Creta y Gavdos, revelan un patrón recurrente. Muchos de ellos confesaron haber desembolsado entre 3.000 y 4.000 dólares a los traficantes, evidenciando la explotación inherente a estas redes criminales.

Las autoridades griegas han confirmado que la mayoría de las embarcaciones provienen del noreste de Libia, específicamente de Tobruk, una región bajo el control del general Khalifa Haftar. Pese a las tensiones diplomáticas previas, Grecia planea establecer una colaboración con las fuerzas libias locales en esa zona. Atenas y Trípoli han estado trabajando para subsanar sus relaciones, tensas a raíz del acuerdo marítimo de 2019 entre el gobierno libio y Turquía.

El incremento de la migración desde Libia se ha acentuado notablemente, coincidiendo con las restricciones cada vez mayores en las rutas tradicionales desde Turquía a través del mar Egeo. Para las autoridades locales de Creta y las islas cercanas, el creciente volumen de llegadas está ejerciendo una presión inasumible sobre las pequeñas comunidades y sus limitados recursos, especialmente en plena temporada alta de turismo, crucial para la economía local.

Mitsotakis ha adelantado su intención de plantear la cuestión de la migración y Libia en la próxima cumbre del Consejo Europeo. Su objetivo es asegurar que el asunto sea tratado con la seriedad que merece, buscando un respaldo europeo contundente a la postura de Grecia.

Sin embargo, voces expertas han manifestado preocupación por la posible interacción de las fuerzas griegas con embarcaciones de migrantes lejos de sus propias aguas territoriales. Esta inquietud se magnifica al recordar la tragedia de Pilos en junio de 2023, donde al menos 82 personas perdieron la vida y cientos desaparecieron tras el vuelco de una embarcación. Este suceso, investigado por la fiscalía griega, que ha imputado a 17 tripulantes de la patrullera implicada, ha generado un intenso debate. Aunque la Guardia Costera ha negado cualquier irregularidad, los supervivientes han denunciado un intento de encubrimiento, añadiendo una capa de complejidad y escrutinio a cualquier futura operación naval en estas delicadas circunstancias.

Referencias: Guardia Costera de Grecia, Ekathimerini