China desvela el enigmático «Monstruo Marino de Bohai», un nuevo y ambicioso ekranoplano de cuatro reactores. Esta aeronave, que evoca los diseños soviéticos de la Guerra Fría, promete revolucionar el transporte marítimo militar con su velocidad, eficiencia y capacidad de operar bajo el radar.

PEKÍN, CHINA – Desde las brumosas aguas del mar de Bohai, una imagen ha emergido para sacudir los cimientos del análisis naval contemporáneo. Capturada y difundida sigilosamente a través de las redes sociales chinas, la silueta de una colosal aeronave gris ha desatado una ola de especulaciones en las agencias de inteligencia y círculos de defensa de todo el mundo. No se trata de un avión convencional, ni de un simple hidroavión. Estamos ante el resurgimiento de un concepto casi mítico de la Guerra Fría: el ekranoplano.

Bautizado extraoficialmente como el «Monstruo Marino de Bohai», este aparato representa el proyecto más ambicioso de su clase en décadas, un auténtico eco de los legendarios gigantes soviéticos como el «Monstruo del Mar Caspio» o los temibles ekranoplanos de ataque clase Lun. Estas máquinas, a medio camino entre un buque y una aeronave, son conocidas técnicamente como vehículos de efecto ala en superficie (WIG, por sus siglas en inglés). Su diseño les permite deslizarse a velocidades vertiginosas apenas a unos metros sobre las olas, aprovechando un colchón de aire que reduce drásticamente la resistencia aerodinámica. El resultado es una plataforma que combina la velocidad de un avión con una capacidad de carga cercana a la de un barco, todo ello mientras vuela por debajo del horizonte del radar enemigo, una cualidad táctica de incalculable valor.

Durante años, el concepto del ekranoplano parecía condenado al olvido, una reliquia de la desmesura tecnológica soviética que pereció con el colapso de la URSS. Sin embargo, la aparición de este nuevo modelo chino demuestra que Pekín no solo ha recogido el testigo, sino que está dispuesto a llevarlo a una nueva dimensión.

Aunque su designación oficial y su fabricante permanecen en el más absoluto secreto, un análisis detallado de la fotografía revela características inconfundibles.

La aeronave presenta un fuselaje similar al de un hidroavión, optimizado para operaciones acuáticas, pero coronado por una distintiva cola en T con doble estabilizador vertical, una configuración aerodinámica propia de estos diseños.Lo más impactante es su planta motriz: cuatro potentes motores a reacción montados sobre un ala de envergadura relativamente corta, un rasgo típico de los ekranoplanos que priorizan la sustentación por efecto suelo sobre el vuelo a gran altitud.

Las toberas de los motores parecen ligeramente achatadas, sugiriendo que el empuje puede ser dirigido hacia abajo para generar el colchón de aire inicial durante el despegue. Esta configuración de empuje vectorial es un claro indicativo de su naturaleza.

El discreto color gris naval que envuelve toda la estructura no deja lugar a dudas sobre su propósito: se trata de un activo militar. Su diseño lo convierte en una plataforma ideal para misiones de transporte rápido y asalto anfibio. Al igual que sus precursores soviéticos, diseñados para desembarcar tropas y vehículos blindados en playas enemigas a una velocidad impensable para los buques de desembarco tradicionales, este nuevo gigante chino podría estar destinado a revolucionar las operaciones del Ejército Popular de Liberación (APL).

¿Cuál podría ser el rol exacto de esta formidable máquina? Las hipótesis son tan variadas como estratégicas. Podría funcionar como un transporte de asalto de alta velocidad, complementando o incluso superando a los aerodeslizadores clase Zubr que ya opera la Armada china.

Su capacidad para desplegar fuerzas de marines o equipos de operaciones especiales en puntos críticos del Mar de China Meridional o el Estrecho de Taiwán, burlando las defensas costeras, cambiaría drásticamente el equilibrio de poder en la región.

Otra teoría plausible apunta a un rol logístico avanzado, como un vehículo de reabastecimiento rápido para las guarniciones insulares que Pekín ha fortificado en los últimos años. Incluso se especula con la posibilidad de que se trate de una plataforma no tripulada de gran capacidad, alineándose con la proliferación de drones de carga que China está desarrollando.

Sea cual sea su misión final, el «Monstruo Marino de Bohai» es mucho más que un experimento. Es una declaración de intenciones, una prueba tangible de que China no solo está modernizando sus fuerzas armadas, sino que está innovando en campos que Occidente había abandonado. El gigante alado ha despertado, y con él, una nueva era de incertidumbre estratégica en los mares de Asia.

Referencia: Naval News, Covert Shores