El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) dio a conocer, el lunes 12, su decisión de disolverse y poner fin a su larga lucha armada. Este anuncio, que marca el fin de un conflicto que ha durado 40 años, abre un nuevo capítulo en la compleja relación entre Turquía y su minoría kurda, y sitúa a Ankara en el centro de atención internacional.

ANKARA, TURQUÍA – En un giro histórico que podría redefinir el futuro de Turquía y la cuestión kurda, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) ha anunciado oficialmente su disolución y el fin de su lucha armada, tras 40 años de enfrentamientos con el Estado turco. La decisión, comunicada este lunes, llega meses después de un llamamiento crucial del líder encarcelado del grupo, Abdullah Öcalan, quien en febrero declaró que la vía armada era «un legado del pasado» y abogó por una solución política.

Fundado en 1984, el PKK inició su lucha con demandas independentistas, pero con los años moderó sus objetivos hacia la autonomía regional y mayores derechos para la minoría kurda dentro de Turquía. Sin embargo, décadas de conflicto dejaron un saldo de decenas de miles de muertos y múltiples intentos fallidos de paz, incluso bajo gobiernos que, como el del presidente Recep Tayyip Erdoğan, prometieron resolver el conflicto mediante reformas.

En su comunicado, el PKK afirmó haber cumplido su «misión histórica» al llevar la causa kurda a un punto donde, según el grupo, puede resolverse mediante «mecanismos democráticos«. No obstante, exigió garantías jurídicas sólidas para sus miembros y pidió que Öcalan —encarcelado desde 1999— supervise el proceso de disolución. Además, instó al parlamento turco y a los partidos políticos a asumir una «responsabilidad histórica» para consolidar la paz.

El anuncio no surge en un vacío. Desde 2016, Turquía ha intensificado su ofensiva contra el PKK, utilizando tecnología avanzada —como drones y sistemas de inteligencia de señales— para acorralar al grupo en el norte de Irak, donde estableció decenas de bases militares. Esta estrategia, combinada con operaciones transfronterizas, limitó severamente la capacidad operativa del PKK, según analistas.

Fuentes cercanas al proceso revelaron a Middle East Eye que el anuncio estaba previsto para el viernes, pero se retrasó por disputas internas en la estructura burocrática del grupo. Paralelamente, el año pasado, Devlet Bahçeli, líder del ultranacionalista Partido de Acción Nacional (MHP) y aliado clave de Erdoğan, había instado al PKK a disolverse, sugiriendo incluso la posibilidad de que Öcalan fuera liberado bajo arresto domiciliario.

Aunque el gesto del PKK ha sido calificado como sin precedentes, quedan interrogantes clave:

  • ¿Cómo se llevará a cabo el desarme? Expertos en Ankara anticipan que en los próximos días se revelarán detalles sobre la entrega de armas y la disolución formal de las estructuras militares del grupo.
  • ¿Qué pasará con sus miembros? Funcionarios turcos, bajo anonimato, adelantaron que se evalúan medidas legales para permitir el retorno de militantes no implicados en ataques violentos, mientras que los líderes podrían exiliarse en Europa o permanecer en el Kurdistán iraquí, posiblemente en Sulaymaniyah.

El Partido DEM (prokurdo) ha aprovechado el momento para exigir al gobierno turco reformas democráticas concretas, incluyendo:

  • La liberación de Selahattin Demirtaş, exlíder del HDP y símbolo de la oposición kurda, encarcelado desde 2016 bajo cargos que organizaciones humanitarias consideran políticos.
  • El fin de la práctica de destituir a alcaldes kurdos electos y la excarcelación de miles de activistas detenidos por motivos no violentos.

Las conversaciones entre el gobierno y el DEM ya han generado tensiones en la oposición turca, especialmente tras el encarcelamiento del alcalde de Estambul, Ekrem İmamoğlu, y la represión de protestas contra Erdoğan.

El llamamiento de Öcalan en febrero tuvo repercusiones más allá de Turquía: en Siria, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) —aliadas del PKK— pactaron con Damasco la devolución de instituciones estatales, marcando un giro estratégico.

Ahora, la atención se centra en si Ankara capitalizará este momento para impulsar una reforma constitucional inclusiva o si, por el contrario, mantendrá políticas de mano dura. Para muchos kurdos, la disolución del PKK no es el final, sino el primer paso hacia un reconocimiento político duradero.

Referencias: Middle East Eye, Anadolu Ajansi