9 de agosto de 2025

Armenia y Azerbaiyán avanzan con un acuerdo en la Casa Blanca respaldado por Estados Unidos

Armenia y Azerbaiyán firmaron el 8 de agosto de 2025 en la Casa Blanca un acuerdo integral de paz mediado por Donald Trump, poniendo fin a décadas de hostilidades y redefiniendo el equilibrio geopolítico, energético y logístico del Cáucaso Sur.

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Washington D.C., Estados Unidos En una ceremonia cargada de simbolismo geopolítico, el 8 de agosto los líderes de Armenia y Azerbaiyán firmaron en la Casa Blanca un acuerdo integral de paz que pone fin oficialmente a más de tres décadas de hostilidades en torno a la región de Nagorno-Karabajconocida por los armenios como Artsaj— y sienta las bases para un nuevo equilibrio estratégico en el Cáucaso Sur.

La firma contó con la mediación directa del presidente estadounidense Donald Trump, quien regresó al escenario internacional como facilitador del pacto. Según fuentes diplomáticas, el mandatario desempeñó un papel clave en las rondas finales de negociación, celebradas bajo estricta confidencialidad durante julio y principios de agosto en Washington.

Un acuerdo con implicaciones estratégicas

El texto, de 18 páginas, establece que ambas naciones reconocerán de forma plena y mutua su soberanía e integridad territorial, renunciando al uso de la fuerza para resolver disputas. Asimismo, estipula el abandono definitivo del Grupo de Minsk de la OSCE como marco de mediación internacional, reemplazándolo por un canal bilateral supervisado por una comisión mixta con presencia de observadores neutrales.

Uno de los puntos más significativos es la creación de un corredor estratégico a través de territorio armenio, que conectará la región azerbaiyana de Najicheván con el resto del país. Este paso, calificado por Bakú como “un elemento vital para la conectividad regional”, estará sujeto a controles fronterizos conjuntos y a garantías de libre tránsito para mercancías y civiles. En contraparte, Armenia obtendrá acceso garantizado a rutas comerciales que cruzan territorio azerbaiyano hacia Rusia e Irán, con exenciones arancelarias en determinados bienes estratégicos.

Sobre Nagorno-Karabaj, el documento no contempla un cambio de soberanía inmediato, pero sí la administración transitoria bajo supervisión internacional durante un periodo inicial de cinco años, con un referéndum pactado para definir su estatus político. Fuentes cercanas al proceso señalan que este punto fue el más difícil de consensuar, dada la sensibilidad histórica y cultural que reviste para ambos pueblos.

Trump, Aliyev y Pashinyan posan con sus documentos durante un evento de firma trilateral en la Casa Blanca, en Washington, D.C., el 8 de agosto de 2025 – Reuters
Compromisos para la paz sostenible

El acuerdo incluye cláusulas específicas para la apertura inmediata del comercio bilateral, la restauración de relaciones diplomáticas y la reanudación de viajes civiles y transporte ferroviario interrumpidos desde la última guerra de 2020. Se establece, además, un mecanismo permanente de verificación que integrará observadores internacionales y fuerzas policiales conjuntas para prevenir incidentes fronterizos.

En su discurso, el primer ministro armenio destacó que “este pacto no es una concesión, sino una inversión en la paz y en el futuro de nuestra nación”. Por su parte, el presidente azerbaiyano subrayó que “se abre una nueva etapa para la prosperidad y la estabilidad en el Cáucaso, donde la cooperación sustituirá al enfrentamiento”.

Donald Trump, anfitrión y garante político del acuerdo, calificó la firma como “un triunfo de la diplomacia directa sobre la burocracia internacional” y afirmó que “este pacto podría ser un modelo para resolver conflictos enquistados en otras regiones del mundo”.

La disputada región de Nagorno Karabaj
Contexto geopolítico y proyección

Analistas consultados consideran que este acuerdo no solo reconfigura la seguridad regional, sino que también modifica el tablero energético y de transporte del Cáucaso Sur. El corredor acordado podría integrarse en proyectos como la Ruta Internacional de Transporte Norte-Sur y reforzar el papel del territorio caucásico como enlace entre Europa y Asia.

Para Armenia, el pacto supone un giro en su política exterior, con un reequilibrio hacia Occidente y una menor dependencia de la mediación rusa. Para Azerbaiyán, implica consolidar su posición como potencia energética y logística, con acceso más fluido a mercados internacionales.

Si bien el acuerdo genera expectativas de estabilidad, expertos advierten que su éxito dependerá de la capacidad de ambas partes para implementar las medidas sin que surjan nuevos focos de tensión, especialmente en Nagorno-Karabaj.

Fuentes: The Washington Post, Reuters, Al-Jazeera