En un anuncio que resonó en el escenario geopolítico europeo, el canciller alemán, Friedrich Merz, presentó ante el Bundestag un ambicioso plan para transformar a la Bundeswehr en el ejército convencional más poderoso del continente.

BERLÍN, ALEMANIA – El canciller alemán Friedrich Merz ha marcado un antes y después en la política de defensa de su país. En un discurso ante el Bundestag, no solo reafirmó el compromiso de Berlín con la seguridad europea, sino que anunció una ambiciosa transformación de la Bundeswehr para convertirla en el ejército convencional más poderoso de Europa. Este proyecto, respaldado por una inyección financiera sin precedentes, incluye la reintroducción de un servicio militar voluntario y un aumento sostenido del gasto en defensa.

El anuncio no es casual. Refleja un consenso estratégico entre los aliados europeos, urgidos por la creciente amenaza de Rusia y las presiones de Estados Unidos para que la OTAN asuma mayores responsabilidades. Con la administración Trump exigiendo que los miembros de la Alianza incrementen su gasto militar hasta el 5% del PIB, Alemania, como la mayor economía de Europa, se ve obligada a liderar este rearme colectivo.

Durante décadas, Alemania mantuvo una postura cautelosa en materia militar, condicionada por el trauma de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la invasión rusa de Ucrania en 2022 aceleró un cambio que ya venía gestándose. Berlín no solo ha aumentado su presupuesto de defensa, sino que ha roto otro tabú: el despliegue permanente de tropas en el extranjero.

Desde 1945, la Bundeswehr no había establecido una misión permanente fuera de sus fronteras. Hoy, soldados alemanes están desplegados en Lituania, reforzando el flanco oriental de la OTAN. Con 181.600 efectivos activos (según Global Firepower), Alemania ocupa el tercer puesto militar en la UE, solo por detrás de Francia e Italia, y el sexto en la OTAN, superada también por Turquía, Reino Unido y Estados Unidos.

El rearme alemán no solo responde a amenazas externas, sino a una nueva narrativa de seguridad nacional. Merz ha logrado articular un discurso que justifica este giro ante su propia ciudadanía, vinculando la defensa de Ucrania con la estabilidad global:

«El resultado de esta guerra decidirá si la ley y el orden seguirán vigentes en Europa y el mundo, o si imperarán la tiranía, la fuerza militar y la ley del más fuerte», declaró el canciller, según Die Zeit.

Aunque Berlín ha descartado una intervención directa en el conflicto, su apoyo militar a Kiev y su compromiso con la OTAN son inequívocos. Marco Rubio, secretario de Estado estadounidense, ha elogiado el aumento del gasto alemán, pero insiste en que Europa debe asumir un rol más activo ante un escenario internacional cada vez más inestable.

El proyecto de Merz no solo busca modernizar la Bundeswehr, sino redefinir el equilibrio de poder en Europa. Si Alemania logra consolidar su liderazgo militar, podría desplazar a Francia como principal actor defensivo de la UE, al tiempo que refuerza su influencia dentro de la OTAN.

Sin embargo, el desafío es enorme: requiere inversiones sostenidas, innovación tecnológica y, sobre todo, apoyo político a largo plazo. En un continente donde la memoria histórica aún pesa, Alemania debe demostrar que su rearme no es una vuelta al pasado, sino una respuesta necesaria a los riesgos del siglo XXI.

Una cosa es clara: Europa ya no puede depender únicamente de Estados Unidos para su seguridad. Y Alemania, consciente de su peso geopolítico, ha decidido asumir el reto.

Referencias: DW, BBC