En un drástico giro geopolítico, la Armada de EE.UU. redirige al portaaviones USS Nimitz hacia Oriente Medio, cancelando su visita a Vietnam. Este despliegue, junto a un masivo movimiento de aviones cisterna, responde a la peligrosa escalada bélica entre Israel e Irán.

WASHINGTON D.C., ESTADOS UNIDOS – El estruendo de los tambores de guerra en Oriente Medio resuena ahora en los océanos del mundo. En una decisión de alto calado estratégico, la Armada de Estados Unidos ha ordenado al portaaviones de propulsión nuclear USS Nimitz (CVN-68) y a su grupo de ataque abandonar sus operaciones en el Indo-Pacífico para poner rumbo inmediato hacia las volátiles aguas del Golfo Pérsico. Esta reasignación, descrita por fuentes diplomáticas como una “exigencia operacional emergente”, representa la respuesta más tangible de Washington a la confrontación directa que ha estallado entre Israel e Irán.

El USS Nimitz, una mole de 100.000 toneladas de diplomacia y poder de fuego, tenía previsto realizar una visita de buena voluntad al puerto de Da Nang, en Vietnam. Sin embargo, dicha escala fue cancelada de manera abrupta, una señal inequívoca de que las prioridades geoestratégicas de la Casa Blanca han virado dramáticamente hacia la contención de un conflicto que amenaza con incendiar toda la región.

El contexto no podría ser más delicado. Desde hace cuatro días, Israel e Irán están enzarzados en un intercambio de fuego sin precedentes en su historia reciente. La crisis se desató tras una ofensiva preventiva israelí sobre infraestructura militar y nuclear iraní, a la que Teherán respondió con un torrente de misiles balísticos y drones suicidas. En este escenario, la llegada del Nimitz no es una mera maniobra naval, sino un mensaje directo a Teherán y una reafirmación del férreo compromiso estadounidense con la seguridad de Israel.

La narrativa oficial de la Casa Blanca, articulada por el Secretario de Estado Marco Rubio, insiste en que Estados Unidos “no está involucrado en los ataques contra Irán”, y que su principal objetivo es la protección de las fuerzas estadounidenses desplegadas en la zona.

No obstante, las acciones en el terreno pintan un cuadro muy diferente. El despliegue del portaaviones se produce en paralelo a otro movimiento logístico de enorme envergadura: el despegue de más de 30 aviones cisterna KC-135 y KC-46 desde bases continentales en EE.UU. hacia Europa.

Estas aeronaves son la columna vertebral de cualquier operación aérea a gran escala, indispensables para el reabastecimiento en vuelo de cazas de combate como los que utiliza la Fuerza Aérea Israelí.

Desde Teherán, la percepción es clara y la retórica, incendiaria. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Esmaeil Baqaei, ha acusado a Washington de “corresponsabilidad práctica” en la agresión israelí, argumentando que el armamento utilizado es de origen estadounidense y que estas acciones “han vaciado de sentido las negociaciones bilaterales”.

La tensión se ha visto exacerbada por las declaraciones del presidente Donald Trump, quien ha advertido a Irán de “consecuencias severas” si ataca intereses estadounidenses.

El redespliegue del Nimitz es una jugada maestra en el ajedrez geopolítico. Estratégicamente, demuestra la capacidad de Estados Unidos para pivotar activos militares de un teatro de operaciones a otro sin previo aviso, manteniendo su credibilidad tanto en el Indo-Pacífico como en Oriente Medio. La posible unión del grupo de ataque del Nimitz con el del USS Carl Vinson, ya presente en el Mar Arábigo, crearía una inusual y formidable concentración de poder naval. La presencia de dos portaaviones en la misma región es una configuración reservada para las crisis más graves, capaz de proyectar una abrumadora superioridad aérea, ejecutar ataques de precisión y establecer una zona de exclusión de facto.

Esta fuerza disuasoria busca imponer líneas rojas claras a los líderes iraníes, quienes ahora deben calcular cada uno de sus pasos bajo la atenta mirada de una de las mayores concentraciones de poder militar estadounidense vistas en la región en años. El rumbo del USS Nimitz no solo atraviesa océanos, sino que traza el nuevo y peligroso mapa de un conflicto que está lejos de terminar.

Referencias: USNI News, The Jerusalem Post