El Reino Unido inyectará más de 6.000 millones de libras en su industria de defensa, consolidando el programa de submarinos SSN-AUKUS. Esta inversión histórica busca asegurar el dominio submarino británico frente a las crecientes amenazas globales y fortalecer la disuasión en el Indopacífico.
LONDRES, REINO UNIDO – En una clara señal de la creciente urgencia geoestratégica, el Reino Unido se prepara para formalizar una inversión sin precedentes de más de 6.000 millones de libras (aproximadamente 8.100 millones de dólares) destinada a revitalizar y expandir su capacidad de producción de submarinos. Esta financiación, que se confirmará el próximo 10 de junio de 2025, representa no solo un pilar fundamental para la modernización de la Royal Navy, sino una respuesta contundente a un escenario global cada vez más volátil.
La inyección de capital está directamente orientada a sostener el programa SSN-AUKUS, una ambiciosa iniciativa trilateral junto a Estados Unidos y Australia que dará vida a una nueva generación de submarinos de ataque de propulsión nuclear. Estos navíos, diseñados para convertirse en la columna vertebral de la fuerza de guerra submarina británica, comenzarán a reemplazar a los siete submarinos de la clase Astute a finales de la década de 2030, asegurando la continuidad del poderío naval del Reino Unido hasta bien entrada la mitad del siglo XXI.

Los futuros submarinos SSN-AUKUS no son una simple actualización; representan un salto cualitativo en la guerra submarina. Concebidos por el gigante de la defensa BAE Systems, con motores nucleares de Rolls-Royce y sistemas de combate estadounidenses, estos cazadores silenciosos integrarán tecnologías furtivas de última generación y una capacidad ofensiva formidable.
Su diseño incluye sistemas de lanzamiento vertical para misiles de crucero de largo alcance, lo que les permitirá proyectar poder a miles de kilómetros de distancia, y sofisticados conjuntos de sonares para dominar el entorno acústico del campo de batalla. La propulsión nuclear, por su parte, les conferirá una autonomía operativa virtualmente ilimitada, permitiendo despliegues prolongados en teatros de operaciones tan lejanos como el Indopacífico.
Esta apuesta estratégica llega en un momento crítico. La expansión naval de potencias como Rusia y China, junto a la creciente vulnerabilidad de la infraestructura submarina cables de comunicación y energía vitales para la economía global, ha convertido el dominio bajo las olas en un pilar fundamental de la estrategia de defensa británica. La flota submarina actual, compuesta por cuatro submarinos balísticos clase Vanguard, garantes de la disuasión nuclear continua en el mar y seis submarinos de ataque, es la punta de lanza de la contribución del Reino Unido a la seguridad de la OTAN en el Atlántico Norte y el Ártico.
La formalización de esta inversión, que será anunciada por la ministra de Finanzas, Rachel Reeves, en su primer discurso presupuestario, también refleja un cambio en el paradigma de la defensa europea. La presión ejercida por figuras como el expresidente Donald Trump ha acelerado la necesidad de que las naciones europeas asuman una mayor responsabilidad en su propia seguridad. En este contexto, la iniciativa británica se posiciona como el aumento más sostenido en la financiación para la defensa desde los ecos de la Guerra Fría.
Con la construcción centralizada en los astilleros de Barrow-in-Furness, este programa no solo refuerza la soberanía defensiva del Reino Unido, sino que también consolida su base industrial marítima y su estatus como una de las principales potencias submarinas del mundo. Mientras el programa de submarinos balísticos clase Dreadnought, con un presupuesto de 31.000 millones de libras se prepara para asumir el rol disuasorio a principios de la década de 2030, el SSN-AUKUS asegurará que la Royal Navy siga teniendo los dientes afilados para cazar en las profundidades y garantizar la seguridad del Reino Unido y sus aliados en un mundo incierto.
Referencias: Ministerio de Defensa del Reino Unido, Reuters