La OTAN intensifica su presencia en el Báltico con demostraciones de sistemas marítimos no tripulados. El objetivo es integrar estas tecnologías avanzadas para proteger las vías de comunicación e infraestructuras submarinas, reforzando la ventaja militar de la Alianza en un entorno estratégico.

BRUSELAS, BÉLGICA – En las estratégicas y a menudo tensas aguas del Mar Báltico, la Organización del Tratado del Atlántico Norte ha iniciado una serie de maniobras que prefiguran el futuro de los enfrentamientos en el mar. Durante este mes, las Fuerzas Navales Permanentes de la Alianza se sumergirán en ejercicios de vanguardia, no con toda su tripulación a bordo, sino con el apoyo de una creciente flota de buques sin tripulación. El objetivo es claro: perfeccionar la integración de estos sistemas autónomos en operaciones navales complejas y consolidar su dominio en un escenario de vital importancia geopolítica.

Estas actividades no son un mero ejercicio aislado, sino un paso calculado dentro de la ambiciosa iniciativa de innovación Task Force X de la OTAN. Funcionan como antesala del ejercicio Dynamic Messenger, programado para el próximo otoño en Portugal, que se perfila como la gran puesta de largo de estas capacidades. Este esfuerzo es el resultado de una sinergia entre varios de los pilares de la Alianza: el Comando Aliado de Transformación (ACT), el Comando Marítimo Aliado (MARCOM) y el Centro de Investigación y Experimentación Marítima (CMRE), junto con el conocimiento y los activos aportados por las naciones aliadas.

El Vicealmirante de la Marina Real británica, Mike Utley, Comandante del MARCOM, subraya la urgencia y el enfoque de estas operaciones: «Seguimos centrados en probar la capacidad de la Alianza para experimentar e integrar sistemas no tripulados en un entorno operativo en red». No se trata solo de tecnología por tecnología. «Nuestro objetivo», añade Utley con determinación, «es entregar sistemas no tripulados a las Fuerzas Navales Permanentes de la OTAN con rapidez y a escala, en los entornos operativos más relevantes, consolidando así la ventaja militar de la Alianza».

La colaboración entre ACT y MARCOM va más allá de los drones marítimos. Se adentra en el campo de la inteligencia artificial y los sistemas autónomos avanzados. La finalidad es doble: por un lado, mejorar drásticamente el conocimiento de la situación en las vías de comunicación marítimas; por otro, y de manera crucial, proteger la infraestructura submarina crítica. Esta última misión ha ganado una enorme relevancia tras los recientes incidentes de sabotaje en cables y gasoductos, que han expuesto la vulnerabilidad de las arterias que sostienen la economía y las comunicaciones de Occidente.

La Task Force X, inspirada en modelos de éxito probado como la Fuerza de Tareas 59 de la Armada de los EE. UU., actúa como un catalizador. Su función es desplegar sistemas marítimos no tripulados para una vigilancia constante y la detección temprana de amenazas. Este modelo permite a las naciones aliadas aportar sus propias tecnologías y capacidades, asegurando que se integren de forma coherente y eficaz dentro del marco operativo de la OTAN.

En estas maniobras en el Báltico, el CMRE desempeñará un papel protagonista con el despliegue del Nato Research Vessel Alliance, un buque único en su clase, diseñado específicamente para la investigación científica aplicada a las prioridades operativas de la Alianza.

Mientras los buques sin tripulación surcan las aguas bálticas, el Comando Aliado de Transformación continúa su labor desde el cuartel general, centrado en el desarrollo de la guerra estratégica y la innovación. Su misión es garantizar que la OTAN no solo se adapte al futuro, sino que lo defina, manteniendo una ventaja competitiva decisiva para la eficacia militar de todos sus miembros. La era de la guerra naval autónoma ya no es una teoría; se está forjando, en tiempo real, en las aguas del norte de Europa.

Referencias: Naval Technology, Defence News