El imponente buque de asalto anfibio HMAS Canberra, gigante naval australiano, silenció inadvertidamente una parte del espectro digital de Nueva Zelanda. Su potente radar de navegación interrumpió internet y radio en una vasta región costera. El incidente, rápidamente resuelto por la coordinación transfronteriza, subraya la delicada coexistencia entre tecnología militar y civil.
WELLINGTON, NUEVA ZELANDA – En una paradoja de la modernidad y la potencia naval, el imponente buque de asalto anfibio HMAS Canberra de la Armada Real Australiana, un gigante de acero diseñado para proyectar fuerza y capacidad expedicionaria, se convirtió inesperadamente en el origen de un silencio digital a lo largo de las costas de Nueva Zelanda. Un episodio insólito que puso de manifiesto la delicada coexistencia entre la tecnología militar de vanguardia y las infraestructuras civiles cotidianas.
Mientras la colosal embarcación navegaba rumbo a Wellington, su potente radar de navegación emitió una señal tan robusta que irrumpió en las frecuencias inalámbricas utilizadas por múltiples proveedores de internet y estaciones de radio locales. Este estallido de energía invisible generó una interferencia sin precedentes en una vasta región que abarcaba desde Taranaki en la Isla Norte hasta Marlborough en la Isla Sur.
La madrugada del jueves, alrededor de las 2:00 am hora local, la interrupción se hizo palpable. Proveedores de servicio y emisoras como BrianFM en Blenheim se vieron forzados a abandonar sus canales habituales y recurrir a sistemas de respaldo de emergencia para mantener sus transmisiones. El episodio, aunque involuntario y de corta duración, evidenció la vulnerabilidad de las infraestructuras de comunicación ante la potencia inherente de ciertos sistemas militares de alta tecnología.
La Fuerza de Defensa de Nueva Zelanda (NZDF) reaccionó con celeridad al tener conocimiento de la situación, contactando de inmediato a sus homólogos australianos. Una vez alertado, el buque australiano modificó la frecuencia de su radar, y la normalidad digital regresó, demostrando la eficacia de la coordinación transfronteriza en situaciones inesperadas.
Dan O’Grady, gerente de política y planificación del espectro radioeléctrico del Ministerio de Negocios, Innovación y Empleo neozelandés, arrojó luz sobre el contexto técnico. Explicó que el incidente se produjo en una de las bandas compartidas del espectro radioeléctrico; aquellas que, por su naturaleza abierta, están más expuestas a este tipo de situaciones atípicas. No obstante, subrayó que eventos de esta magnitud son extremadamente raros.
Para Matthew Harrison, director general de Primo, una destacada compañía de servicios de internet, el incidente no fue una falla menor. «No todos los días un buque de guerra desconecta tu equipo», sentenció Harrison, con una mezcla de asombro y profesionalismo. Añadió: «No fue un pequeño fallo, sino un radar de uso militar que activó los protocolos de seguridad diseñados para salvaguardar el espacio aéreo». Su equipo incluso observó cómo el tráfico de video en su red parecía seguir la trayectoria del buque mientras navegaba por la costa, una anomalía digital que, según afirmó, «nunca antes había presenciado».
Este episodio singular, más allá de la anécdota, ofrece una valiosa lección sobre la gestión del espectro radioeléctrico y la responsabilidad compartida en su uso. Subraya la necesidad de una cooperación internacional constante para garantizar que la formidable potencia militar pueda operar sin sembrar, de forma inadvertida, un silencio inesperado en las comunicaciones civiles vitales.
Referencias: Stuff.Co, Nine News