La Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF) ha intensificado su presencia en el Océano Índico, un área de crucial importancia geoestratégica. Con el despliegue de cazas F-15 en la Isla Diego García, sumándose a los bombarderos B-52H ya estacionados en la base. Pero, con el retiro de uno de sus dos portaaviones de la región.

WASHINGTON D.C., ESTADOS UNIDOS – En un movimiento que subraya la creciente volatilidad estratégica en el Océano Índico, la Fuerza Aérea de EE.UU. ha desplegado cuatro cazas F-15E Strike Eagle en la base militar de Diego García, un enclave británico de importancia crítica para las operaciones estadounidenses en la región. Este despliegue, confirmado por el Comando Indo-Pacífico de EE.UU. (USINDOPACOM), busca contrarrestar las amenazas iraníes y garantizar la protección de los bombarderos B-52H ya estacionados en la isla.

La llegada de los F-15, detectada por imágenes satelitales de Planet Labs el 14 de mayo, marca un endurecimiento postural de Washington frente a Teherán, cuyo arsenal de misiles de crucero y drones ha elevado los riesgos para instalaciones clave como Diego García. Según el comandante Matthew Comer, jefe de Medios y Operaciones Actuales de USINDOPACOM, el envío de estos cazas responde a la necesidad de «proporcionar mayor protección a los activos desplegados», en clara alusión a los B-52H que han participado en misiones de disuasión y ataque contra blancos hutíes en Yemen.

La base de Diego García, situada a más de 3.000 km de la costa yemení, ha sido un pivote logístico esencial para las operaciones estadounidenses en Oriente Medio y el Índico. Sin embargo, su aislamiento también la convierte en un blanco potencial para ataques iraníes o de sus aliados regionales. La selección del F-15E Strike Eagle, un avión de combate multirrol con capacidad de ataque de precisión y superioridad aérea, no es casual: su historial en misiones de defensa aérea israelí lo posiciona como una plataforma idónea para neutralizar amenazas asimétricas, como drones o misiles de crucero.

Estados Unidos envía bombarderos furtivos B-2 al Océano Índico en una demostración de fuerza contra los hutíes e Irán.

Este despliegue coincide con el relevo de bombarderos estratégicos en la isla. Mientras seis B-2 Spirit, desplegados en marzo, retornan a EE.UU., cuatro B-52H han arribado en su lugar. Durante su estancia, los B-2 ejecutaron ataques contra objetivos hutíes, en una clara señal de advertencia a Irán. No obstante, la situación sigue siendo fluida: aunque el presidente Donald Trump anunció un «cese de operaciones» tras una reunión con el primer ministro canadiense Mark Carney, los hutíes han negado cualquier negociación y mantienen su apoyo a Palestina, mientras Israel continúa bombardeando sus posiciones en Yemen.

Mientras EE.UU. refuerza su presencia aérea, el portaaviones nuclear USS Harry S. Truman concluye su despliegue en Oriente Medio tras ocho meses de operaciones, incluyendo la Operación Rough Rider, diseñada para debilitar las capacidades hutíes. Sin embargo, su misión ha estado plagada de contratiempos:

  • Colisión con un buque civil cerca de Egipto, que forzó reparaciones en Grecia.
  • Pérdida de tres cazas F/A-18 Super Hornet, uno por fuego amigo del crucero USS Gettysburg (CG-64) y otro por un fallo en el sistema de arresto durante un aterrizaje.
  • Ataques hutíes, que obligaron al Truman a realizar maniobras evasivas extremas.

A pesar de estos incidentes, el Truman participó en los ejercicios Neptune Strike de la OTAN antes de iniciar su retorno a Norfolk, Virginia. Su partida coincide con un momento de incertidumbre: aunque Washington ha reducido temporalmente sus operaciones, la negativa hutí a capitular sugiere que la paz dista de estar garantizada.

Una estrategia de disuasión en dos frentes

El despliegue de los F-15 en Diego García y la retirada del USS Truman reflejan una doctrina militar flexible, donde EE.UU. alterna entre presión máxima y gestos de distensión. Sin embargo, con Irán expandiendo su influencia y los hutíes manteniendo su resistencia, la región sigue siendo un polvorín geopolítico.

La pregunta ahora es si estos movimientos bastarán para disuadir a Teherán o si, por el contrario, EE.UU. se verá forzado a escalar aún más su presencia militar en un futuro cercano. Por ahora, los F-15E Strike Eagle en Diego García son la última pieza en un tablero de ajedrez donde cada movimiento cuenta.

Referencias: Navy News, Ministerio de Defensa de Estados Unidos