La administración del expresidente Donald Trump planeaba lanzar una ambiciosa iniciativa para acumular reservas de metales críticos extraídos del lecho marino del Océano Pacífico. El objetivo principal de este plan es contrarrestar el dominio de China sobre las tierras raras, minerales esenciales para la fabricación de baterías, tecnologías de defensa y dispositivos electrónicos.
WASHINGTON D.C., ESTADOS UNIDOS – En un movimiento que podría redefinir la geopolítica de los recursos y la seguridad nacional, informes indican que círculos cercanos al expresidente Donald Trump estarían diseñando una estrategia audaz: recurrir a la minería en aguas profundas del Océano Pacífico para construir reservas estratégicas de metales críticos. El objetivo central es claro: disminuir la marcada dependencia estadounidense de China en el suministro de minerales vitales para la tecnología de defensa, las baterías de nueva generación y la infraestructura avanzada.
La propuesta, según fuentes familiarizadas con la planificación, se centraría en la recolección de nódulos polimetálicos – formaciones rocosas del tamaño de una patata que yacen en el lecho marino. Estos «tesoros» submarinos son ricos en cobalto, níquel, cobre y manganeso, componentes insustituibles para sistemas de armamento, cableado avanzado y, crucialmente, las baterías que impulsan desde vehículos eléctricos hasta equipamiento militar. Además, contienen trazas valiosas de elementos de tierras raras, fundamentales para la electrónica de defensa y las comunicaciones seguras.

El plan contempla que estos metales extraídos del fondo oceánico se integren en las Reservas Nacionales Estratégicas de Estados Unidos, almacenándose en suelo estadounidense como un seguro contra futuras interrupciones en la cadena de suministro o escaladas de tensión, particularmente con Pekín. Esta iniciativa busca garantizar que las fuerzas armadas y la industria de defensa norteamericanas tengan acceso ininterrumpido a estos materiales en escenarios de conflicto o emergencia.
La urgencia detrás de esta potencial directiva radica en el abrumador dominio de China en el mercado global de minerales críticos, controlando cerca del 90% del refinado mundial de tierras raras. Pekín no ha dudado en utilizar este control como herramienta de presión económica y geopolítica, como demostraron las recientes restricciones a la exportación de ciertos elementos en respuesta a las tensiones comerciales con Washington.
Fuentes involucradas en la discusión recalcan que la cuestión ha trascendido el ámbito puramente comercial para convertirse en un imperativo de seguridad nacional. «Se trata de asegurar que Estados Unidos no sea vulnerable a la coerción o a la interrupción del suministro en componentes vitales para nuestra defensa», explicó una fuente anónima. Esta visión es consistente con las advertencias de figuras como Alexander Gray, exalto funcionario del Consejo de Seguridad Nacional, quien ha señalado la necesidad de prestar atención a la competencia económica y militar que China proyecta también sobre los fondos marinos.

El impulso hacia la minería submarina parece contar con respaldo político en sectores influyentes del Partido Republicano, y se alinea con directrices previas del Pentágono. El Departamento de Defensa ya había recibido instrucciones en el presupuesto anual de defensa para evaluar la viabilidad técnica y estratégica de procesar nódulos del lecho marino para aplicaciones militares.
Aunque todavía no hay confirmación oficial por parte de la Casa Blanca ni respuesta del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, la posible redacción de una orden ejecutiva sobre este tema señalaría una determinación renovada por parte de Washington para asegurar su autosuficiencia en recursos estratégicos y competir activamente con China en este nuevo dominio, considerado vital para el futuro tecnológico y la seguridad global. La carrera por los recursos del fondo del mar parece estar a punto de intensificarse.
Referencias: The Washington Post, Reuters, AFP