Washington, D.C. — Beijing consolida su posición militar global con una flota naval masiva y un ritmo de construcción industrial inédito, legisladores y expertos advierten que la hegemonía militar de Washington en el Indo-Pacífico podría estar en peligro. En términos muy claros, Estados Unidos enfrenta un reto estratégico que podría redefinir su papel como potencia global si no toma medidas urgentes para revertir esta tendencia.
De acuerdo con una audiencia celebrada el pasado jueves en el Congreso, la distancia entre ambas potencias en capacidad industrial es, prácticamente, abismal. Durante la sesión, legisladores bipartidistas señalaron que el ritmo de construcción naval de China supera al de Estados Unidos por un alarmante margen de 230 a 1, lo que representa una amenaza directa a la seguridad nacional estadounidense y una advertencia sobre los riesgos de depender de una infraestructura militar debilitada.

Una Flota cada vez más grande
El legislador republicano John Moolenaar, presidente del Comité Selecto de la Cámara sobre el Partido Comunista Chino, fue contundente al describir la situación. Según él, Estados Unidos «ya no tiene la capacidad para disuadir o ganar un conflicto militar en igualdad de condiciones» frente a China en el escenario marítimo. «Se necesitan cambios de política audaces y recursos significativos para restablecer la disuasión y evitar cualquier confrontación futura con Beijing», afirmó durante la audiencia.
Por su parte, el demócrata Raja Krishnamoorthi, quien también forma parte del comité, reforzó la advertencia al declarar que «China tiene la capacidad de producir 359 buques por cada uno que Estados Unidos puede ensamblar en un mismo período de tiempo». Este ritmo vertiginoso de producción pone en tela de juicio la capacidad estadounidense de responder a potenciales conflictos en regiones estratégicamente críticas como el mar de China Meridional o el estrecho de Taiwán. Además, expertos militares han señalado que, al ritmo actual, la acumulación naval de China no solo está optimizada para conflictos a corto plazo, sino que también le permitiría sostener enfrentamientos prolongados con relativa facilidad.
Un Problema históricamente arraigado
La brecha industrial y militar entre ambas potencias no es un problema nuevo. Según Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, las raíces del deterioro en la capacidad de construcción naval de Estados Unidos se remontan a la década de 1980. «La declinación comenzó cuando nuestra industria de construcción naval comercial perdió fuerza y quedó incapaz de sostener la infraestructura militar que necesitamos», señaló Sullivan durante el Foro de Seguridad de Aspen celebrado hace unas semanas.
El problema no solo se restringe al sector naval. Sullivan destacó que «la fragilidad de la base manufacturera en general» ha debilitado significativamente la capacidad del país para responder a cualquier emergencia militar a gran escala. Este deterioro quedó en evidencia durante la invasión rusa a Ucrania, cuando las fuerzas armadas ucranianas agotaron en ocho semanas el suministro equivalente a la producción anual de municiones de artillería estadounidense de 155 mm.
Además del desgaste técnico, el sector manufacturero enfrenta desafíos en la disponibilidad de mano de obra calificada y la desaparición de numerosos proveedores esenciales, lo que complica aún más cualquier intento de recuperación. A esto se suma la consolidación de empresas y recursos, resultado de décadas de inversiones insuficientes en infraestructura militar, que dejaron a varias ramas de la industria nacional mal preparadas para asumir las exigencias del contexto geopolítico actual.

El Impacto de los Conflictos Globales
La presión sobre las capacidades defensivas de Estados Unidos no es exclusiva de la competencia con China. Según el almirante Samuel Paparo, jefe del Comando Indo-Pacífico, los actuales conflictos en Ucrania y Medio Oriente han puesto una inmensa presión sobre los recursos estratégicos del país, particularmente en términos de reservas de armamento y sistemas de defensa. «No podemos ignorar que el apoyo masivo a estos escenarios está agotando nuestras reservas críticas y, decir lo contrario, sería deshonesto», admitió.
El esfuerzo estadounidense para proveer miles de millones de dólares en sistemas de defensa, como misiles o artillería, a Ucrania e Israel, aunque estratégico desde el punto de vista diplomático, también ha generado incertidumbre sobre la capacidad de respuesta frente a una potencial crisis en el Indo-Pacífico, región donde las tensiones con China crecen debido a disputas territoriales y maniobras militares en aguas internacionales.
El Auge industrial de Beijing
La expansión militar de China no se ha materializado únicamente en su flota naval. Un análisis publicado por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales subraya que la velocidad con la que China puede no solo construir, sino también reparar y reemplazar buques, representa una ventaja estratégica significativa en caso de un enfrentamiento prolongado. Según el informe, si un conflicto entre ambas potencias se extendiera más allá de unas pocas semanas, China podría reponerse con mayor rapidez a las bajas materiales en comparación con Estados Unidos.
Esta dinámica plantea un desafío considerable para la estrategia militar estadounidense. Aunque en términos tecnológicos y de entrenamiento las fuerzas armadas de EE.UU. continúan siendo superiores, la incapacidad para igualar los niveles de producción estructural podría convertirse en un factor decisivo en un conflicto a medio o largo plazo.

La Ruta hacia la recuperación
Un panel de expertos y analistas consultados por el Congreso ofreció recomendaciones para abordar el deterioro de la base industrial militar nacional. Aunque subrayaron que reconstruir la capacidad de construcción naval estadounidense podría tardar décadas, propusieron medidas inmediatas para reforzar las capacidades actuales. Entre estas, destacan el desarrollo de sistemas autónomos de bajo costo y la creación de alianzas estratégicas con países aliados.
«Un enfoque pragmático a corto plazo podría incluir la coproducción de municiones con Australia o la colaboración en la construcción naval con Corea del Sur», sugirió William Greenwalt, analista político y miembro del American Enterprise Institute.
Por ahora, la administración Biden enfrenta no solo el reto de revitalizar una base industrial en declive, sino también de responder de manera proactiva a los esfuerzos de China por alcanzar una supremacía marítima que podría definir el equilibrio global de poder en las próximas décadas.
En palabras de Jake Sullivan, «este es un proyecto generacional». El éxito o fracaso de este esfuerzo no solo determinará la capacidad de Estados Unidos para mantener su presencia global, sino también la seguridad colectiva de un orden internacional que parece cada vez más amenazado.
Referencias: The Washington Post